Capítulo 1: Delirios religiosos

Carolina Flechas
Dentro del canasto
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3 min readApr 8, 2019
Francisco de Zurbarán, The Martyrdom of Saint James the Apostle, 1640. Óleo sobre lienzo, 252 x 186 cm. Madrid, Museo del Prado

Escribo estas palabras rápidamente, por el miedo de que las ideas se me evaporen, queridos lectores. Y, de paso, para no perder la costumbre de regurgitar cualquier cosa que veo en el mundo cotidiano, con las categorías (seguramente caprichosas) que se me antojan. Ayer tuve un sueño en el que escribía esto, y casi como mandato del cielo, aquí estoy.

El otro día hice parte de una clase universitaria que no es compleja ni avanzada, pero sí muy interesante. Consiste en la lectura, a veces descontextualizada, de fragmentos de grandes pensadores de la modernidad y posmodernidad. El ingesto de fragmentos nos llevó rápidamente a un buen hombre llamado George Steiner que habla de que la modernidad llevó a aquello que llama la secularización racional del mundo; y esta es una gran palabra, para decir sencillamente, nietzscheanamente, que Dios murió.

Se preguntarán ustedes a dónde nos llevan estás palabras, que en este punto parecen habladurías psicóticas de esta mujer. Pero el anterior jueves nuestro profesor realizó una encuesta a mano alzada, muy a la tradición griega, que mencionó un par de veces, en donde preguntó cuántos de los presentes eran creyentes (en Dios) y para mi sorpresa y la de la estadística, nadie levantó la mano.

Entiendo que en un mundo como el de ahora la no creencia y el bastión de la ciencia suponen cierto nivel intelectual y chicanería de aquel que lo profesa. Que la creencia en algo queda relegada a señoras de la tercera edad que llevan escapularios amarrados al cuello y se bendicen cada vez que pasan enfrente de una iglesia.
Pero todo el evento me hizo pensar qué lugar queda para la religión, como acto primitivo de comprensión primaria del mundo. Como acto de organización de la vida exterior y de aquello que es demasiado vasto para comprender. Rios de tinta han corrido intentando responder este problema. Muchas familias de académicos comen gracias a esto, así que aquí va mi intento.

Giorgio Agamben habla de teología, siendo poco creyente, y menciona que el el acto religioso supone algo que va más allá del símbolo; habla de una signatura, que no es más que hacer hablar al mundo; aquello que hace que los signos hablen.
En ese sentido, cualquier modelo interpretativo de lo que está allá afuera (y bien de lo que descansa en las profundidades) hace las veces de mediador, como la religión ha venido haciendo hace miles de años.
San Agustín, en su Summa Theologiae, hablaba de los sacramentos y de las buenas acciones como todas las obras que nos unen a Dios, y yo, sin permiso de él ni de nadie, hago la analogía brusca de que las buenas acciones y las creencias en algo nos unen como colectivo. No sé si esto nos hace mejores personas, cosa que para mi fortuna no es el tema de este breve post, pero sí nos alinea con algo más grande que nosotros. Nos da determinada visión de la realidad.

Entonces, y para terminar mi delirio breve del día: en la actualidad no se puede no creer en algo. Inevitablemente todos tienen un Dios. Es imposible que el aula de la vida tenga manos que no se levantan. Además que considero importante afrontar todos los embates que los tiempos que vivimos traen, con criterio y con ganas de pensar y querer problematizar.

La moraleja que mi pequeña historia me deja hoy es que cada cosa da pie para pensar en algo y luego en algo más. Nunca se debe pensar en absolutos, en blancos y negros, en gorilas y progres, creyentes y ateos. Siempre hay colores en el medio, que son los que pintan las cosas más interesantes.

Querido lector: probablemente ya tengo el cerebro frito (es lo más probable) y de tanto leer la Divina Comedia y a San Agustín y Santo Tomás de Aquino, comienzo a cantar el aleluya cuando no me doy cuenta. Pero de todos modos, gracias por leer hasta acá. Es grato saber que hay algunx persona que disfruta esto. Besos y no olviden oír la última canción de Paulo Londra. Adios.

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Carolina Flechas
Dentro del canasto

Estudiante de comunicación y futura escritora🖊 •Tengo ojeras muy pronunciadas y una taza de café en la mano ☕️( sin importar en que momento se lea esto)