Lo que late por debajo

Carolina Flechas
Dentro del canasto
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3 min readDec 18, 2017
Vía Todd Borka

Aunque ustedes no lo crean, el lenguaje y las palabras son una de las más potentes formas en que se manifiestan las estructuras de poder.

Desde que se tienen registros históricos del hombre, se puede evidenciar que el acceso a las letras y al conocimiento estaba restringido a unos pocos afortunados sacerdotes, políticos y gobernantes, que se aferraban con garras feroces a aquello que creían suyo por derecho.

El pueblo, aquella mayoría, pensada por Ortega y Gasset y muchos otros como una “bestia fuera de control” no tuvo acceso a nada del conocimiento, es decir, aquello que otorga poder sobre otros. Así, alejados de las letras y la filosofía, esa vasta mayoría tuvo que acostumbrarse a usar la experiencia y la tradición como faro en su transito por el mundo.

Discriminados durante siglos, categorizados como inferiores, intocables, basándose en criterios vacuos que corresponden meramente al azar como lo son, el color de piel, el lugar de nacimiento y las condiciones económicas. Sin embargo queridos lectores, esto no es cosa de un pasado lejano y atroz.

En pleno siglo XXI, apogeo del conocimiento humano y de la tecnología, esta discriminación continúa sucediendo, un poco más discretamente por supuesto, a menos que se comience a excavar y se desentierre una fea realidad.

¿Por qué el tener piel oscura, o el nacer en un hogar humilde condena? ¿Acaso el tener ciertos privilegios ( que a veces pasan desapercibidos para aquellos que los tienen) da un estatus superior?

Bella mujer indígena ecuatoriana. Provincia del Cotopaxi

Lo que fallamos en notar es que estas construcciones — y no hablo de cosas lejanas señores; sin ir muy lejos: el mirar mal a un indígena que anda por las calles con su auto nuevo y con música alta, o el cruzar la calle cuando un “morenito” se acerca — no son nada mas que residuos de las ideologías de poder que se han estancado en nuestro pensamiento gracias a siglos de enseñanza.

Los sectores marginales de la sociedad nacen en desventaja, y esto es un hecho indiscutible. Por lo que llamar a alguien “cholo” “indio” “longo” “negro”, no genera ningún tipo de superioridad en aquel que lo vocifera, sino al contrario, deja en evidencia su pobreza mental y falta de educación.

Es difícil erradicar comportamientos tan arraigados, sin embargo, aunque no lo crean, es posible.

Aquel que juzga a otro solo por ser diferente, debe reservar su mirada de lastima y desprecio para sí mismo.

Vayan por la sombra,

ps: Próximamente daré inicio a un nuevo proyecto, un podcast, sabrozón, variado y cambiante como los temas que trato aquí. Esperen “El Salpicón”.

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Carolina Flechas
Dentro del canasto

Estudiante de comunicación y futura escritora🖊 •Tengo ojeras muy pronunciadas y una taza de café en la mano ☕️( sin importar en que momento se lea esto)