Re-pre-sén-ta-me

Carolina Flechas
Dentro del canasto
Published in
3 min readJul 24, 2019

Queridos lectores, ya sé que deben estar cansados de mis ires y venires, de la falta de constancia escritural y de mi obsesión con Bad Bunny. Sin embargo, vengo a pedir disculpas por el abandono con un pequeño texto que surgió de una charla a la que tuve el placer de asistir el sábado pasado (para que vean que la escritura no es tan efervescente como se suele creer).

La charla se llamaba: “Fotografía en el espejo, estereotipos en la fotografía” y no es un título menor, porque a partir de la fotografía, sea la portada de Vogue o la selfie de Instagram, se configuran determinados cánones visuales que afectan la manera en que vemos las cosas, incluidos nosotros mismos.

Las maravillosas mujeres del panel, compuesto por sólo mujeres, por aquello de la discriminación positiva, se turnaron en explicar diferentes ideas respecto a la manera en que las mujeres y hombres se representan en los medios de comunicación masivos. Hablaron de que a las mujeres se les asignan roles definidos por la dimensión sexual y por la maternidad.

Una de las ideas que más me llamó la atención fue aquella de que para el sistema económico actual, la despolitización de los cuerpos, se vuelve crucial. Sí, oyeron (leyeron) bien. El sistema despolitiza, que no significa otra cosa que la mercantilización fácil, en donde dejamos de ser sujetos (políticos) para ocupar el lugar de objetos que se ofertan en el mercado y con los que se hacen transacciones — un saludo a todos los que trabajan en publicidad.

En este punto, la mitad de mi audiencia, si las métricas no fallan, dirá que siente que este problema le afecta. Sin embargo, la misma naturaleza de estas representaciones, que enraizan en lugares profundos del tejido social, hace que miremos por arriba sin siquiera notarlas. Pero la otra mitad, sabrá de qué hablo con claridad, porque la experiencia de ser mujer o de intentar serlo, viene acompañada de múltiples complejidades difíciles de aprehender. Pero aquí estamos, intentando darle sentido a todo esto.

Dentro del conversatorio se mencionó a la “vergüenza” como herramienta clave contra la acción política y colectiva. Vergüenza de hablar fuerte, de que piensen que somos fastidiosas, de que no sabemos tanto como nuestros pares. Vergüenza de nuestras caderas, pechos, piernas, abdomen, nalgas y de todo aquello que no encaje con las imágenes a las que nos vemos sometidos diariamente. ¡Señoras, la vergüenza genera rédito! La vergüenza le da dinero a las corporaciones, les da espacio a los hombres para que legislen sobre nuestros cuerpos y permite que muchas mujeres (y algunos hombres, pero eso es tema aparte) no estén en los lugares en los que deberían estar.

Cora Gamarnik, doctora en Ciencias Sociales, sigue a Judith Butler, cuando dice que una manera de responder y de actuar, es volver a politizar nuestros cuerpos. Volvernos sujetos políticos activos, porque lo personal es político. Pensar que nuestros cuerpos y la manera en que nos vemos y nos representan debería estar dentro de lo que deseamos y queremos.

Quisiera plantear, queridos lectores, a manera de aclaración, que el mantra que repiten en las cuentas de lifestyle y en libros de autoayuda, que reza “ámate a ti mismo”, me parece no solo cursilon sino bastante inadecuado. Si tenemos en cuenta la configuración del sistema, veremos que la causa principal del problema no radica en la mirada que cada uno tiene de sí mismo. Por esto, hay que sentarse a pensar y re-pensar todo aquello que aprendimos a través de los años. Cuestionar como herramienta política.

****Hola a los que llegaron hasta acá. Si algún día me ven pueden reclamar un café gratis. Pero mientras tanto les dejo un video de Lala Pasquinelli, del colectivo Mujeres que no fueron tapa. Lala, sabe mucho más que yo de todo este asunto y explica algunas cosas en 7 minutos (que pueden ver mientras van al baño).

Besitos.

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Carolina Flechas
Dentro del canasto

Estudiante de comunicación y futura escritora🖊 •Tengo ojeras muy pronunciadas y una taza de café en la mano ☕️( sin importar en que momento se lea esto)