Transición en el TD Garden

Adrián Viéitez
Deportes Compostimes
7 min readNov 25, 2014

Cuando, mediado el pasado mes de junio, Kevin Garnett y Paul Pierce abandonaban la disciplina de los Boston Celtics, el aroma a cambio dejó de ser una simple suposición para golpear de cara a la franquicia con más anillos de la historia de la NBA. La partida de los dos jugadores que habían marcado la historia más reciente de la entidad, junto al adiós de Ray Allen el año anterior y a la dolorosa despedida de Doc Rivers, dejaba a los Celtics con un banquillo vacío, un Rajon Rondo lesionado con la imperante necesidad de asumir galones y una enorme cantidad de jóvenes jugadores sin apenas experiencia lejos de la NCAA.

El regreso de Rajon Rondo no fue el éxito esperado (Foto: Getty Images).

Bajo los mandos del entrenador novato Brad Stevens, los Celtics partían hacia una nueva aventura. En octubre de 2013, el TD Garden depositaba sus esperanzas sobre la capacidad de liderazgo de jugadores como Jeff Green o Avery Bradley, la explosión de hombres como Jared Sullinger y la aportación de los rookies (Kelly Olynyk y Vítor Faverani, esencialmente), y los jugadores procedentes de los Brooklyn Nets como parte del traspaso que había incluido a Pierce y Garnett (Gerald Wallace, Kris Humphries o MarShon Brooks, entre otros).

La lesión de Rondo le mantendría inoperante, en principio, hasta enero, con lo que la posición de base quedaba desierta. En un primer momento, Avery Bradley era el jugador elegido para cubrir esta posición. Sin embargo, con el transcurso de los primeros partidos, Jordan Crawford se reivindicaba como una de las grandes sorpresas de la temporada, adueñándose de esa posición y desplazando a Bradley al puesto de escolta. El quinteto del primer tercio de temporada de los Celtics se mantuvo bastante definido: Crawford, Bradley, Green, Bass y Sullinger ocupaban, regularmente, las posiciones titulares vistiendo la histórica camiseta verde.

Jordan Crawford, líder del primer tercio de temporada (Foto: Bleacher Report).

El inicio de temporada de los Celtics fue ligeramente contradictorio. Grandes victorias, como la cosechada ante Miami Heat con un triple de Jeff Green en el último suspiro, en lo que finalmente se convertiría en el game-winner más destacado de la temporada; o la conseguida en el TD Garden ante los New York Knicks a comienzos del mes de diciembre, en la cual los de Massachusetts aplastaron a los neoyorquinos como venganza por la eliminación en Playoffs del año previo, se alternaban con derrotas inexplicables. La inexperiencia de la mayor parte de sus jugadores y la frialdad de hombres como Wallace o Humphries evitaba que el equipo explosionase definitivamente.

Sin embargo, la franquicia presidida por Danny Ainge finalizaba el año con un récord no excesivamente alejado del 50% de victorias, lo que, en ciertos momentos, hizo creer que incluso existía alguna posibilidad de alcanzar la postemporada. Con el comienzo de 2014, sin embargo, las derrotas comenzaron a caer como losas a cada momento más difíciles de esquivar. Jordan Crawford y MarShon Brooks partían camino de Golden State en un trade que brindaría al TD Garden la “oportunidad” de disfrutar de un jugador como Joel Anthony. El retorno de Rajon Rondo, alrededor del cual se generaron unas expectativas de imposible cumplimiento, decepcionó relativamente y al base de Louisville le costó más de lo esperado adaptarse a los esquemas de Brad Stevens, además de la dificultad implícita en recuperar su mejor nivel físico.

Courtney Lee, jugador de segunda línea cuya aportación no había dado de sí todo lo esperado, salía, también en enero, hacia Memphis, traspasado por Jerryd Bayless, base-escolta que llegaba a Boston con el objetivo de aportar anotación desde un banquillo notablemente pobre. A pesar de todos los ajustes realizados en la plantilla, finalmente las lesiones y la incapacidad para gestar un bloque como el que había sorprendido en la primera parte de la temporada acabaron transformando a los Boston Celtics en un barco a la deriva, navegando a intervalos y sin una cadencia definida.

La temporada finalizaba en Boston con un récord de 25–57, recogiendo, evidentemente, más sombras que luces y con mucho trabajo pendiente en el tintero. Las sensaciones, diversas a lo largo de una compleja temporada que tuvo dos fases claramente diferenciadas, convergían hacia un punto que no se debe olvidar ni dejar de tener en cuenta: el crecimiento. Hacia él debe guiarse el trabajo realizado por Brad Stevens, que seguirá un año más al frente de los Celtics.

Parece evidente que, a la hora de afrontar la temporada 2014–15, Rajon Rondo debe asumir un liderazgo indiscutible, el cual no fue capaz de

Phil Pressey, una de las más gratas sorpresas (Foto: Bleacher Report).

dar a conocer en los tres meses que ha tenido para su puesta a punto. En el banquillo, como base suplente, ha destacado la labor de Phil Pressey, un rookie no drafteado que ha rendido a buen nivel en los partidos que ha disputado como titular. Promediando 2.8 puntos y 3.2 asistencias en los 75 partidos que ha disputado, parece que su proyección es más interesante de lo que cabía esperar, tanto ofensiva como defensivamente.

Hablando de jugadores que deben contemplar como una obligación el hecho de dar un paso adelante, el nombre de Avery Bradley se suma a la contienda. El (todavía) joven escolta procedente de la Universidad de Texas ha avanzado en el aspecto anotador, sumando alrededor de 15 puntos por partido, a pesar de contemplar unos porcentajes de tiro no demasiado halagüeños. Una mayor solidez y polivalencia en su juego convertirían su inmensa calidad potencial en una realidad más que necesaria para los Celtics. A sus espaldas, la función revulsiva de Bayless parece también decisiva en el caso de que éste continúe en el roster del equipo.

El avance de Rondo y Bradley permitiría a Jeff Green desahogar en gran medida su necesidad anotadora. Durante la mayor parte de la temporada, el otrora alero de los Seattle Supersonics se ha visto en la obligación de asumir la responsabilidad ofensiva del equipo casi al completo, impidiendo la presión que desarrollase su mejor nivel de juego. A pesar de ello, muchos coinciden en que ha sido él lo mejor de la temporada de los Celtics. Un jugador total.

Para cubrir la posición de alero, además de Green, los Celtics cuentan actualmente en su roster con Gerald Wallace, uno de los jugadores más veteranos de la plantilla y con mayor experiencia, al cual una lesión en la recta final de la temporada truncó su progresión en ella. Comenzando sin adaptación y de forma anárquica, Wallace fue cogiendo poco a poco el ritmo del equipo, llegando a ser un jugador fundamental dentro de la dinámica del mismo en el mes de febrero. Otros jugadores como Keith Bogans o Chris Johnson completan la nómina de hombres exteriores, aunque parecen contar con pocas posibilidades de tener alguna repercusión en el futuro de los Boston Celtics.

Jared Sullinger constituye un valor esencial para el futuro Celtic

Finalmente, en su juego interior se halla la mayor de sus incógnitas: Jared Sullinger. El corpulento ala-pívot ha demostrado, con portentosas actuaciones, su desmesurada calidad. Sin embargo, éstas se han visto empañadas con momentos de desconexión, imperdonables para un jugador profesional de la NBA. Su juventud (22 años recién cumplidos) parece la excusa más evidente para ello, pero temporada a temporada su validez se va perdiendo. A través del trabajo que Stevens sea capaz de llevar a cabo con Sullinger se pueden vislumbrar la mayor parte de las posibilidades que tienen los Celtics de remontar el vuelo. Al hablar de Jared Sullinger lo hacemos sobre un jugador de gran masa corporal, dominante por naturaleza en la pintura, con una capacidad extremadamente intuitiva para el rebote y un repertorio de movimientos de espaldas a canasta de amplia calidad. De su conexión con Kelly Olynyk, la otra gran promesa de la pintura verde, dependen en gran medida las opciones de éxito de este nuevo proyecto.

En la pintura, otros hombres como Kris Humphries o Brandon Bass han gozado de una gran cantidad de minutos en la última temporada, aunque el ascenso de Sullinger y Olynyk y la necesidad imperante por incorporar a un 5 puro a la plantilla parecen desplazarlos a un segundo plano o incluso a una salida del equipo en este verano.

Tras el sorteo del Draft realizado el pasado miércoles de madrugada, los Boston Celtics poseen una sexta posición que les permitirá, en teoría (la práctica de los últimos Drafts asegura lo contrario), atraer a un jugador de calidad a sus filas. Más juventud para una plantilla enfocada claramente para el futuro. Para los intereses del equipo, contratar al pívot Joel Embiid sería lo más conveniente, aunque parece improbable que éste se vea desplazado hasta la sexta plaza del Draft sin ser elegido previamente. La adquisición de un base que complete la rotación o un suplente de garantías para Jeff Green en la posición de alero también parecen opciones viables en el inventario de Danny Ainge.

Jared Sullinger, futuro arriesgado (Foto: Fancloud).

El futuro de los Boston Celtics, como su pasado más reciente (recordemos el estado de la franquicia durante la década de los 90 y el primer lustro del siglo XXI), se basa en una reconstrucción a largo plazo consecuencia de un proyecto de arriesgada inmediatez como el ejecutado en 2007 por la franquicia de Massachusetts. El adiós de los antiguos líderes y la llegada de los nuevos valores auguran un futuro incierto, que deberá fraguarse a través de la batalla y el sacrificio.

Para una afición que en su momento vivió la presencia de aquel quinteto formado por Dennis Johnson, Ainge, Larry Bird, McHale y Robert Parish; que encumbró a Bill Russell o vio a Paul Pierce resurgir cual ave fénix sostenido por las estrellas fugaces de Kevin Garnett y Ray Allen, encontrarse ahora en esta situación semeja una cruzada difícil de emprender. Sin embargo, en lo más hondo de los valores verdes, la palabra perseverancia se halla escrita con letras doradas.

Artigos relacionados

Originally published at compostimes.com, 24–05–2014.

--

--

Adrián Viéitez
Deportes Compostimes

Iba a escribir una mierda posmoderna pero me tuve que ir a cagar.