1. El rastro digital de la vida en la ciudad

Manu Fernández
Descifrar las smart cities
6 min readDec 23, 2016

La emergencia de nuevas aplicaciones tecnológicas está modificando (y lo hace de forma que hace unos pocos años apenas podíamos intuir) muchos de los servicios urbanos clásicos y todas las esferas de la vida cotidiana en la ciudad. Pensemos en la recogida de residuos, el transporte y la movilidad, la generación, distribución y consumo de energía, el diseño de las calles y del mobiliario urbano, la información ciudadana, etc. En todos estos casos están surgiendo herramientas digitales de medicación que cambian completamente no sólo los servicios en sí, sino también la propia morfología urbana, la experiencia del uso de esos servicios y de la propia vida en la ciudad e incluso las oportunidades para nuevas formas de desarrollo local. De la misma manera, las formas de consumo, el acceso a la cultura, cómo nos movemos, buscamos direcciones o encontramos nuestro destino en la ciudad o la manera en la que recordamos, nos socializamos o buscamos información están mediatizadas por la esfera digital en sus diferentes formas.

La vida en las ciudades está cada vez más determinada por las tecnologías digitales, de la misma forma que a lo largo de la Historia urbana la evolución de los entornos urbanos ha estado asociada a sus sucesivas instrumentaciones, desde la aparición de los primeros sistemas de alcantarillado a la iluminación eléctrica de la vía pública. Hoy esta instrumentación va adquiriendo características nuevas asociadas a la conectividad y las funciones digitales que hacen realidad corpórea las visiones que en décadas pasadas aventuraban una hibridación de los espacios físicos y digitales. La vida cotidiana es cada vez más una creciente interacción con objetos, plataformas y dispositivos conectados, muchas veces de manera inconsciente (el rastro digital que dejamos en el sistema público de alquiler de bicicletas, nuestra imagen captada por una cámara de video-vigilancia o el paso de un autobús urbano identificado por un sensor, por ejemplo) y otras de manera más consciente (buscando un lugar a través de la navegación GPS, conectándonos a una red de conexión inalámbrica en una plaza, pagando el estacionamiento, etcétera).

Public Blue Screens of Death Remind Us That Life Is a Farce

Quienes no pueden percibir la red no pueden actuar de manera efectiva dentro de ella y se encuentran sin poder”, señala el artista James Briddle, indicándonos una de las características más trascendentales de esta realidad digital y el enorme reto que implica en términos ciudadanos. Desde termostatos en nuestra pared hasta sensores en el asfalto que pisamos, la vida diaria se va colonizando de dispositivos que organizan o mediatizan nuestras decisiones o incluso toman decisiones por nosotros mismos de manera subrepticia y, en muchas ocasiones, independientemente de nuestra voluntad. Desde cámaras de reconocimiento facial en las esquinas de nuestras calles hasta farolas que detectan la presencia de personas en la acera, dispositivos de control automático de las funciones de los servicios urbanos van siendo parte del paisaje urbano. Desde mecanismos que captan constantemente las condiciones ambientales hasta aplicaciones que registran nuestra posición. A pesar de esta constatación básica, falta abordar críticamente el significado de este rastro digital y reconocer la necesidad de comprender con calma y de manera compleja el significado de este cambio tecnológico en la vida en la ciudad, un cambio profundo y tranquilo que se ha disuelto en nuestras vidas particulares, en nuestras relaciones sociales, en nuestras expectativas y en nuestros espacios construidos.

Hoy observamos la creciente generalización de sistemas que se han incorporado poco a poco a la vida de las sociedades contemporáneas más avanzadas, principalmente mediante la extensión de los dispositivos móviles personales que dan forma a una iphone city pero también otras respuestas ubicuas al día a día. Hace unos pocos años, el ipad no existía, la idea del internet de las cosas prácticamente no había salido de los laboratorios más especializados o del ámbito académico, y tecnologías como las etiquetas RFID, los i-beacons, la realidad aumentada o los códigos QR no formaban parte del paisaje de objetos cotidianos que llevamos con nosotros o con los que interactuamos. La rápida adopción de dispositivos que nos mantienen permanentemente conectados y que llevamos en nuestros bolsillos y mochilas, así como la progresiva presencia de cada vez más dispositivos e interfaces incorporados en objetos y superficies capaces de procesar información digital representan un enorme cambio en nuestra experiencia vital y comportamientos habituales.

Estas novedades tecnológicas están presentes (o prometen introducirse) en nuestras viviendas, en los edificios, en las calles, en los coches, y el espacio público y, quién sabe, también dentro de nuestros propios cuerpos. Este cambio tecnológico ha llegado de forma silenciosa mediante una transición tranquila e imperceptible desde el ordenador personal hasta la computación ubicua pero, al mismo tiempo, su materialización se caracteriza por su velocidad, su invasividad y su invisibilidad. Este escenario va incorporando progresivamente medios conectados a cualquier esfera vital: relaciones sociales, acceso a servicios públicos y privados, el transporte, el control de las funcionalidades de confort en la vivienda, el registro de nuestras actividades, etc. Una creciente población está, en definitiva, mediatizada por diferentes tipos de tecnologías de movilidad y comunicación que producen un nuevo medio urbano: una ciudad que transmite en tiempo real y 24 horas al día cada vez más detalles de su funcionamiento a través de diferentes interfaces que representan los cambiantes tiempos y espacios urbanos. Reconocer esta presencia es un punto de partida obvio a la hora de situar la eclosión de la SC como el imaginario dominante en la actualidad, pero también es asumir que su vinculación al fenómeno urbano forma parte de una tendencia más amplia y que alcanza a todas las esferas de la vida. Sectores industriales, formas de comunicación, patrones de activismo social o producción y consumo cultural constituyen un incompleto listado de esferas sociales en las que la utilización en sus diferentes formas de tecnologías digitales asociadas a la Red ha transformado su misma esencia.

Historic photographs transformed into surreal animated GIFs by Nicolas Monterrat

La concepción de la ciudad como un espacio transformado por esta capa digital es consecuencia de, al menos, dos grandes tendencias. Por un lado, la ciudad como entorno de concentración de actividad humana es el lugar privilegiado en el que los principales progresos científico-técnicos se despliegan, avances que además tienen un fuerte componente de comunicación social y de construcción de nuevas formas de sociabilidad, aspectos consustanciales a la vida urbana. Por otro lado, la letanía del mundo urbanizado que ha visto cómo la mayoría de la población vive hoy en entornos urbanos se ha constituido en una tendencia presente en cualquier estudio sobre la evolución de nuestro mundo y sitúa en las ciudades el lugar central desde el que se movilizan las grandes transformaciones de nuestro tiempo. Pensar el desarrollo económico, el avance y profundización de la democracia, los nuevos patrones de consumo, el consumo global de recursos naturales, etc. exige situar estos aspectos en la creciente importancia de las ciudades como concentradores de actividad humana.

El inicio del siglo XXI ha desplegado diferentes líneas de desarrollo tecnológico en la esfera de lo digital cuyas posibilidades de transformación futura de las ciudades apenas hoy podemos vislumbrar. En cualquier caso, sabemos que todas las tecnologías basadas o facilitadas por internet son ya las grandes protagonistas de las innovaciones urbanas y los avances tecnológicos más significativos de los próximos años. El internet del futuro es el marco de referencia para desarrollos relacionados con el internet de las cosas, el cloud computing, el big data o la sensórica como vectores tecnológicos de mayor influencia en el despliegue de servicios urbanos. Sus aplicaciones alcanzan todas las escalas, desde cambios en los hábitos de vida personal hasta la transformación de los modelos de negocio de las industrias. Igualmente, cualquiera de las funcionalidades de la tecnología móvil cambia hábitos y patrones eminentemente urbanos en un proceso de ingeniería social por el cual desde la forma de hacer la compra a las vías de estar contacto con familiares y amigos tienen poco que ver con los hábitos de hace un par de décadas. Por último, las vidas sometidas a este escenario son una sucesión continua de rastros digitales que son captados, almacenados, procesados y explotados para adecuar el mundo vivido por cada persona, grupos humanos o comunidades enteras a preferencias, personalizaciones y adaptaciones en tiempo real que comprendemos relativamente pero que funcionan a través de mecanismos algorítmicos sobre los que apenas tenemos capacidad de control.

La ciudad se ha convertido así en la representación simbólica de la creciente generalización, sistematización y colonización digital de cualquier acto humano en las sociedades más avanzadas tecnológicamente. La ciudad inteligente ha pasado a ser el escenario en el que idealizar propuestas y utopías que buscan ofrecer una imagen completa y coherente del cambio tecnológico, la piel digital de la ciudad y sus infraestructuras asociadas-y su relevancia para el progreso humano.

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Manu Fernández
Descifrar las smart cities

Researcher + Consultant + Speaker. Sustainability, smart cities, adaptive urbanism, public spaces, networked society @humanscalecity