3. ¿De qué hablamos cuando hablamos de ciudad inteligente?

Manu Fernández
Descifrar las smart cities
4 min readDec 23, 2016

Hemos apuntado ya uno de los componentes esenciales en el paisaje de reproducción del imaginario: la dificultad para identificarlo con una conceptualización coherente, unívoca y consensuada entre todos los implicados. No nos detendremos en cuestiones terminológicas o de definición, un ámbito que ha dado lugar ya a diferentes estudios comparados y que también suele recogerse en forma de recopilación de definiciones en informes corporativos y otra literatura. De hecho, no se trata de una confusión puramente terminológica, sino también conceptual o, como proponemos en el presente estudio, una confusión sobre diferentes imaginarios tecnológicos y urbanos. Estas dificultades respecto a una definición pacífica de un término tan generalizado e influyente se han tratado de superar en ocasiones acudiendo a fórmulas o normas de estandarización (como en el caso de la Agencia Española de Normalización y Certificación o el Bristish Standards Institute), pero es posible que sólo hayan ayudado a establecer un terreno de juego más claro para los competidores privados del mercado de la smart city más que a socializar una idea comprensible de la ciudad inteligente. Ello se debe, principalmente, a que estas normas, más allá de sus títulos, que nominalmente apelan a la ciudad como genérico, estandarizan elementos parciales de esa misma ciudad inteligente, como es el caso de los catálogos abiertos, determinadas infraestructuras urbanas, etc., contribuyendo con ello a la confusión permanente entre el todo y sus partes que preside el debate sobre las smart cities.

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Esta ambigüedad es característica de una presentación al público de soluciones tecnológicas que busca ser válida para cualquier contexto, circunstancia, caso de uso o ámbito, de manera que la apelación a la ciudad se convierte en táctica retórica para presentar un lugar genérico en el que tienen entrada aplicaciones e sectores tan dispares inicialmente como la salud, la vivienda o la industria. Podemos pensar que es una imprecisión calculada: el término adquiere un carácter de significante vacío que permite ser usado por agentes diversos según sus propios intereses sin que sea necesario enmendar su marco generalista, de modo que políticas, proyectos, y productos de diferente signo pueden asociarse a la ciudad inteligente sin que se quiebren sus bases conceptuales . Por todo ello, el catálogo de definiciones disponibles constituye una sucesión de sentencias dispares. La variedad de enfoques a la hora de abordar la definición de la smart city queda de manifiesto en este (incompleto) catálogo, más allá de la constante presencia con más o menos énfasis de la tecnología asociada a la esfera digital en sentido amplio. En todo caso, la mayor parte de las veces estas enunciaciones son de parte y responden a los intereses de quien las establece, que obtiene así un eslogan o reclamo con el que legitimar sus propuestas a pesar de carecer de consenso suficiente respecto a su significado.

Apuntaremos ahora que, a pesar de ser un imaginario controvertido, la SC está actuando ya directamente en la agenda pública sin contener un sustrato teórico suficientemente sólido, mínimamente unívoco o contrastado. Así, a pesar de la abundancia de recursos comunicativos producidos bajo este régimen discursivo (imágenes, diagramas, presentaciones, reportajes, medios especializados, proyectos icónicos, etc.), su influencia ha podido soslayar el hecho de no disponer de una justificación convincente y generalizada sobre qué significa ser una ciudad inteligente y por qué es tan importante para el futuro urbano. Ni las diferentes presentaciones de las corporaciones más activas en este ámbito ni los primeros acercamientos a una sistematización conceptual del término han podido establecer una definición de consenso no solo sólida y mínimamente pacífica, sino cercana a la realidad cotidiana de la gestión municipal.

En todo caso, la reproducción de este imaginario está sirviendo para establecer la agenda urbana de los próximos años y se trata de un término más que emergente, al haber captado ya la atención de empresas, centros tecnológicos, decisores públicos, medios de comunicación, organizaciones sociales y ciudadanos en general presentándose como el vehículo técnico y el aparato conceptual sobre el que construir el futuro urbano. El imaginario de la smart city ha encontrado un terreno fértil en un momento de cuestionamiento de las políticas públicas, de incertidumbre sobre la viabilidad de los modelos urbanos previos, promoviendo desde esta debilidad una visión particular y pretendidamente generalizable a cualquier contexto urbano, marginando otros objetivos, imaginarios alternativos o visiones críticas sobre sus potenciales efectos negativos o ls diferentes aristas de una presencia tecnológica en la ciudad más compleja y problemática de lo que el relato de la SC ha buscado establecer. La SC, en definitiva, es un relato que opera en la realidad hoy, bien a través de manifestaciones prácticas concretas, bien a través de la modificación de la agenda de las políticas públicas y de las ideas que las alimentan.

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Manu Fernández
Descifrar las smart cities

Researcher + Consultant + Speaker. Sustainability, smart cities, adaptive urbanism, public spaces, networked society @humanscalecity