Generación nostalgia

Jimena G.
Crónicas de Tetuán
2 min readDec 11, 2021

Somos la generación nostalgia. Los únicos que teniendo las cámaras más modernas del mercado se dedican a ponerles filtros retro a las imágenes “porque las cosas así, gastadas, se ven más bonitas”, los que hemos convertido la ropa second hand en moda de tribu urbana, los que teniendo los los programas de edición de música más avanzados, bailamos al ritmo de las guitarras acústicas de Izal y un montón de hipsters tristes. Y por si faltaba poco, cuando por fin nos queríamos hacer mayores, vino una pandemia para marcar un antes y un después, para convertir todo lo bueno en “pre-pandémico” y así dejarnos en un bucle de nostalgia infinita.

Todo esto lo escribo en una nota de Google Keep mientras escucho a un hipster triste rasgar su guitarra. Hace media hora estábamos viendo La Casa de Papel tirados cada uno en su sofá, Edu en el grande, y yo en el pequeño. “¿Te vienes al intercambio de idiomas?”, me ha dicho mi compañero de piso, y ahora estamos en un concierto de bar en La Latina. Cuando el cantante baja del escenario le felicito y Edu me dice “¿cómo eres tan falsa de escribir “hipster triste” en tu móvil y luego felicitarle por el concierto?”. Porque entre Edu y yo no hay secretos y me ha visto por encima del hombro soltar mi reflexión en el teclado.

Edu y yo. Siempre somos Edu y yo. Y de pronto me doy cuenta de que todo está a punto de acabar y me entra una nostalgia como nunca. “¿Pero por qué te pones triste?”, me pregunta mi amigo de camino a casa en el metro. “Porque me da rabia no haber escrito más ¿sabes? pienso que ahora todo esto se va a acabar, y yo me iré a Francia y tú te irás a vivir a La Latina y que pasará el tiempo y no me acordaré de nada… Porque tengo esa maldición de que me olvido de todo y siento que la vida se me ha vuelto a escapar entre los dedos”. “Pero si sabes todo lo que ocurrió… hemos hecho una lista de todo lo que nos ha pasado desde que entramos a vivir al piso. Además, da igual lo que pase… Siempre nos quedará Tetuán ¿vale?”. Le miro, y siento que le quiero tanto que me gustaría poder meter en un tarro todo lo que hemos vivido juntos para guardarlo siempre.

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