Hay miles de personas que podrían iniciar una guerra nuclear
Da miedo pensar en Donald Trump o Kim Jong-un con un botón nuclear. Pero lo más aterrador es que hay miles de funcionarios sin nombre con botones nucleares
CONN HALLINAN
Cuando el presidente Donald Trump alardeó de que su “botón” nuclear era más grande y eficaz que el del líder norcoreano Kim Jong-un, estaba perpetuando el mito de que los líderes de los gobiernos con armas nucleares controlan sus armas.
Pero no hay que ser Trump o Kim — o el presidente ruso Vladimir Putin, la primera ministra británica Theresa May, el presidente chino Xi Jinping, el primer ministro indio Narendra Modi, el primer ministro pakistaní Mamnoon Hussain o el líder isarelí Benjamín Natanyahu — para apretar ese “botón”.
Hay miles de botones y miles de personas que pueden desatar una guerra nuclear.
De hecho, la propia naturaleza de las armas nucleares exige que el poder para utilizarlas esté descentralizado y disperso. Y aunque es aleccionador pensar en líderes aparentemente desquiciados como Kim y Trump, con sus dedos en el gatillo, es mucho más probable que una guerra nuclear sea iniciada por algún capitán anónimo en un submarino de clase Ohio patrullando en el Pacífico o por un coronel pakistaní en la frontera con la India.
Sistema Perímetro, planeta muerto1
En su libro The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner, Daniel Ellsberg dice que el reciente alboroto por las amenazas de Trump de lanzar “fuego y furia” contra Corea del Norte no tiene en cuenta que “todo presidente ha delegado” la autoridad de usar las armas nucleares. “La idea de que el presidente es el único que tiene poder para dar una orden que sea reconocida como auténtica orden autorizada es totalmente falsa, dijo en la Radio Pública Nacional.
Si solo existiera un único “botón”, la muerte del líder de un país impediría el uso de armas nucleares. Quita de en medio a Washington (o Mar-a-Largo), Moscú o Pekín, y habrías neutralizado la fuerza nuclear de un país.
En realidad, la decisión de utilizar estas armas se traslada más abajo en la cadena de mando. Los rusos lo llaman dead hand (sistema perímetro). Moscú se hace a un lado y algún general de los Urales lanza un misil balístico intercontinental, o el capitán de un submarino de clase Borei en el mar de Ojotsk dispara un misil Bulavá SS-N–32.
En la crisis de los misiles cubanos de 1962, un solo oficial en un submarino soviético situado frente a las costas de Cuba, Vasili Arjipov, se negó a obedecer una orden del primer y segundo mando del submarino para lanzar un torpedo nuclear contra los barcos de guerra estadounidenses que acosaban al navío. Si no hubiera por el oficial Arjipov, según Ellsberg, es muy probable que hubiera estallado una guerra nuclear entre Estados Unidos, sus aliados y la URSS.
“Usarlas o tirarlas”
El problema de las armas nucleares — además del hecho significativo de que pueden destruir las civilizaciones humanas y la mayor parte de la vida del planeta — es que son muy frágiles y tienen una vida muy limitada.
“Usarlas o tirarlas” es la filosofía de los planificadores de guerras nucleares, porque si dudas, tu enemigo puede destruirlas antes de que sean lanzadas.
Cuanto más eficiente y precisa sea su fuerza nuclear, más desestabilizadora se vuelve. Por ejemplo, EEUU tiene miles de armas nucleares desplegadas en una “tríada”: tierra, mar y aire. Atacar a EEUU con armas nucleares equivaldría a suicidarse, porque sea cual fuera la fuerza atacante, sería casi imposible eliminar todas las ojivas nucleares.
Rusia también tiene una gran cantidad de armas, aunque son más vulnerables que las de EEUU. Rusia tiene menos submarinos con misiles balísticos, no tiene realmente una fuerza moderna de bombarderos y sus misiles de base terrestre están en peligro debido a los recientes avances estadounidenses en la tecnología de ojivas nucleares. Según el Boletín de Científicos Atómicos, EEUU tiene ahora la capacidad de “destruir todos los silos rusos de misiles balísticos intercontinentales” en un primer ataque y aún conservaría el 80 por ciento de sus ojivas en reserva.
Una operación de “primer ataque” — también llamada counterforce — ha sido siempre un elemento central de los estrategas militares estadounidenses, y ha sido aceptado también recientemente por los rusos. En consecuencia, los dos países mantienen sus fuerzas nucleares con el gatillo dispuesto, temerosos de que el otro pueda neutralizar sus armas nucleares con un primer ataque.
El peligro es, evidentemente, la guerra por error, y ha habido al menos media docena de incidentes en los que los dos países han estado a punto de provocar una confrontación nuclear en cuestión de minutos. Un cohete meteorológico, una bandada de gansos y una cinta de prueba errante han llevado al mundo al borde de la catástrofe.
El plazo para tomar una decisión sobre si uno está siendo atacado o no es extremadamente limitado. Se estima que EEUU tendría unos 30 minutos para determinar si está sufriendo un ataque real. Puesto que los rusos no tienen un sistema de alerta satelital fiable, ese plazo sería de unos 15 minutos o menos para Moscú.
China e India no tenían un enfoque de “primer ataque”, pero recientemente Nueva Delhi adoptó la estrategia de counterforce. Reino Unido, Francia y Pakistán, por su parte, se reservan el derecho de primer ataque. En cuanto a Israel, se niega a admitir que tiene armas nucleares, de forma que no se sabe cuál es su planteamiento.
Calamidad o catástrofe
De todos los países con armas nucleares, Corea del Norte es el más vulnerable, por el mero hecho de que probablemente no tiene más de 50 armas atómicas.
Aquí hay que hacer una advertencia: los servicios de inteligencia de EEUU se han equivocado consistentemente sobre las capacidades de Pionyang. Estados Unidos ha subestimado la capacidad de Corea del Norte para producir misiles de largo alcance, ha menospreciado su capacidad para producir una bomba de hidrógeno y ha calculado mal su capacidad para librar una guerra cibernética. En resumen, EEUU no tiene ni idea de lo que pasaría si atacara a Corea del Norte.
Casi todas las estimaciones apuntan a que una guerra de este tipo sería entre calamitosa y catastrófica. Y es probable que las armas nucleares la conviertan en la última de esas dos posibilidades.
Las declaraciones de Washington sobre un ataque limitado contra Corea del Norte — la denominada estrategia bloody nose o “nariz ensangrentada” — pueden ser interpretadas por Pionyang como el deseo de eliminar su pequeña fuerza nuclear. De acuerdo con la regla “úsalas o tíralas”, Corea del Norte podría decidir lanzarlas localmente (hacia Corea del Sur), regionalmente (hacia Japón) o incluso contra territorio de Estados Unidos. Las estimaciones de los efectos de una guerra de este tipo van desde los cientos de miles hasta varios millones de muertos.
Aparentemente, hay también un plan para eliminar a Kim Jong-un, pero decapitar al líder de Corea del Norte no haría más que transferir la decisión de usar las armas nucleares a algún comandante de campo. Además, la eliminación del líder de un país haría casi imposible detener la guerra. ¿Con quién se negociaría?
“Nuestra extinción sería un insulto más”
Al final, el problema se reduce a la naturaleza de las propias armas nucleares. Su enorme poder y capacidad para golpear rápidamente las hace vulnerables y esa vulnerabilidad requiere que la decisión de usarlas esté descentralizada.
El reciente temor de que se hubiera lanzado un misil balístico hacia Hawai se debió a un error burocrático: alguien presionó el botón equivocado en un ordenador. Pero así es cómo podría terminar el mundo. Consideremos el siguiente escenario.
Un submarino de clase Ohio equipado con 24 misiles balísticos Trident II patrulla por el Mar de China Oriental. Cada misil Trident II tiene ocho ojivas W–76 o W–88; en total, 192. Las primeras tienen una fuerza de 100 kilotones; las segundas, hasta 475 kilotones.
En total, el submarino puede generar hasta 91.200 kilotones de fuerza explosivas. La bomba que destruyó Hiroshima era de 15 kilotones. Estados Unidos tiene 18 submarinos de clase Ohio.
Al Mando Central de EEUU llega una información según la cual un misil se dirige hacia Hawai y luego las comunicaciones se cortan; un hecho no poco frecuente, según Ellsberg. El capitán del submarino de clase Ohio sabe que no está solo. Podría estar acompañado por un submarino de ataque ruso Yasen o uno chino Shang. El capitán estadounidense tiene que tomar una decisión: usarlas o tirarlas.
No hace falta una crisis mayor para desencadenar una guerra nuclear. Podría ser que las cosas se salieran de madre entre las tropas indias y chinas en una disputada meseta himalaya. Tal vez la India empleara su estrategia de “arranque en frío” con una limitada incursión militar en Pakistán y un oficial de campo pakistaní de la zona se pusiera nervioso y lanzara un arma nuclear táctica. La Revisión de la Postura Nuclear de EEUU, publicada recientemente, postula el uso de armas nucleares en el caso de un ciberataque importante.
Como dijo Beatrice Fihn, de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), “nuestra extinción sería un insulto más”.
Hace unos 252 millones de años, algo catastrófico le pasó al planeta. Una combinación de actividad volcánica masiva, ataques de esteroides y liberación de dióxido de carbono almacenado en los océanos mató al 96 por ciento de la vida de los mares y el 70 por ciento de la vida terrestre. Conocida como la Extinción Masiva del Pérmico-Triásico, fue la mayor extinción de vida en la historia de nuestro planeta.
A menos que nos tomemos en serio la abolición de las armas nucleares — algo en cuyo favor votaron 122 países el pasado mes de julio — , algún capitán anónimo en un submarino podría causar otra catástrofe similar.
Hay montones y montones de botones por ahí.
Conn Hallinan es columnista de FOREIGN POLICY IN FOCUS y periodista independiente. Es doctor en antropología por la Universidad de California de Berkeley. Puede ser contactado en dispatchesfromtheedgeblog.wordpress.com y middleempireseries.wordpress.com.
Publicado en There Are Thousands of People Who Could Launch a Nuclear War — FPIF, 24 de enero de 2018
Traducción: Javier Villate (@bouleusis) https://medium.com/apuntes
NOTAS DEL TRADUCTOR
- Hay un juego de palabras en inglés que no se puede trasladar al castellano. En el original inglés está escrito: “Dead Hand, Dead Planet”. Literalmente: mano muerta, planeta muerto. Pero “Dead Hand” es el Sistema Perímetro, un dispositivo nuclear de la Guerra Fría utilizado por la URSS que podía (algunos creen que sigue activo) lanzar automáticamente misiles balísticos intercontinentales rusos si se detectaba un golpe nuclear por sensores sísmicos, de luz, radiactivos y de sobrepresión (Wikipedia).
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