Systems Thinking y Design Thinking en el mundo del emprendimiento tecnológico

Hace unos días, Federico Antoni, sócio-director de ALLVP, publicó un artículo en TechCrunch titulado In emerging markets there are no copycats, just budding entrepreneurs (algo como “en mercados emergentes no hay imitadores, sólo emprendedores iniciantes”).

Lo abrí porque vengo trabajando con el desarrollo de ecosistemas para innovadores sociales (los que están buscando resolver problemas sociales y ambientales en temas como educación, salud, participación ciudadana, etc) desde hace varios años, primero en Brasil, luego en India y México, y las analogías con otros tipos de ecosistema siempre me traen buenos “insights”.

Además, hace un año Diego Del Moral y yo empezamos la jornada del Colectivo de Diseño Disruptivo por diferentes países de América Latina, y nos interesa mucho crear condiciones para que personas que estén buscando generar impacto socioambiental — ya sea como emprendedores o desde dentro de las instituciones — puedan tener acceso a conocimiento, herramientas y oportunidades para desarrollar cambios más sistémicos.

Aunque el artículo de Federico Antoni sea más como un mensaje provocativo a sus compañeros inversionistas de Silicon Valley, me trajo muchas reflexiones vinculadas a uno de los temas que más vengo explorando en los últimos tiempos: la complejidad y el pensamiento sistémico.

El camino a Silicon Valley (crédito: Wikimedia)

El desarrollo de un ecosistema de emprendimiento

Es muy común escuchar en el medio del emprendimiento la referencia a un ecosistema. Exactamente como aprendimos en primaria, haz de cuenta que estamos en un sistema ecológico en donde los ciclos del agua, los animales, las plantas, la reproducción y depredación son partes fundamentales para que el todo exista. Todos esos elementos están interconectados, a través de diferentes tipos de relación. Y, al final, este sistema cumple con un propósito: permitir la vida.

En el ecosistema emprendedor, existen diferentes elementos, como aceleradoras, fondos de inversión, convocatorias, incentivos fiscales y eventos que se relacionan con los emprendedores pero también entre sí, y que supuestamente buscan que el ambiente para emprender se vuelva más favorable que si uno estuviera emprendiendo un oasis en un desierto.

Qué define un ecosistema maduro y cómo medirlo, es la parte polémica, en donde todavía no existe un consenso o estándares globales. Existen diferentes visiones de cómo eso debe ocurrir, algunas iniciativas públicas y privadas. Algunas se enfocan más en el capital económico (el dinero en movimiento), otras en el capital humano (el talento), otras en el capital social (las relaciones), y así por delante. Pero de alguna manera, todos los ecosistemas emprendedores del mundo (o en donde la gente se refiere a un “ecosistema de emprendimiento”) se parecen un poco — y todos inevitablemente fueron influenciados por Silicon Valley.

El ecosistema natural de Fraser Island, Australia (crédito: Wikimedia)

Las etapas de desarrollo de un ecosistema

En el caso de los mercados emergentes, Federico menciona tres etapas para el desarrollo de un ecosistema de startups:

  1. Etapa inicial. Se basa en el método “artístico”: al igual que los pintores, chefs o músicos que empiezan copiando a los grandes hasta que dominan sus obras por completo y empiezan a hacer sus propias creaciones. Emprendedores locales y extranjeros replican modelos exitosos al mercado local, por ejemplo Mercado Libre de Argentina siendo una versión de eBay, o Flipkart de India como una versión de Amazon.
  2. Etapa intermedia. Se basa en el método “científico”: empiezas por una tecnología prometedora o un conocimiento todavía no explorado, y lo intentas aplicar a la solución de un gran problema, hasta que lo logras. Como martillos en búsqueda de clavos, emprendedores intentan aplicar tecnologías prometedoras para resolver problemas locales. ¿Eso no te hace pensar en la gran carrera para aplicar blockchain y machine learning a todo?
  3. Etapa avanzada. Se basa en el método de negócios, en donde la gran orientación es “enamórate del problema, no de la solución”. Si ya escuchaste eso, probablemente también ya escuchaste de Pensamiento de Diseño, o Design Thinking. En este método, empiezas interactuando con tus usuarios para entender su demanda y probando propuestas de valor hasta que encuentras un modelo que responda a sus necesidades. En la referencia de Federico, cuando nuevas tecnologías empiezan a surgir así, se trata de un ecosistema mucho más maduro.

Antes de todo, quisiera comentar que me pareció muy inesperada, pero interesante, la analogía del método de los artistas. A pesar de que sea cierto que así funciona su proceso de desarrollo técnico, cuando pienso en los artistas inmediatamente me vienen palabras como “intuición” y “creatividad” a la cabeza.

Sin embargo Federico se refiere a una situación radicalmente opuesta: hasta hace unos pocos años, la única manera viable para que las startups crecieran en economías emergentes era copiando modelos ya probados anteriormente — en este caso, en Silicon Valley.

Lo que interpreto como una meta-referencia: no sólo las startups siguieron este modelo, sino que las propias empresas de capital de riesgo, quienes tomaron un modelo de inversión típico de Silicon Valley y lo replicaron en nuevos mercados. Sin embargo, se encontraron con inversionistas altamente aversos al riesgo y emprendedores con poca experiencia. ¿Qué tan replicable realmente es este modelo? También de eso se trata el artículo de Federico.

Ni todos los artistas son exitosos en su proceso de desarrollo técnico (referencia a la restauración de Ecce Homo por Cecilia Giménez)

El desarrollo de ecosistemas y su complejidad

Federico menciona que es muy común que en Silicon Valley se refieran a las startups de mercados emergentes como “copycats” (imitadoras) y lo considera, con razón, como ofensivo.

Su argumento es que adaptar modelos probados en otros ecosistemas a un nuevo mercado es tan desafiador cuanto crear un nuevo modelo, en especial tratandose de economías en desarrollo. Es más, defiende que emprendedores visionarios están tomando una idea sencilla y creando nuevos mundos a partir de ella.

Y yo estoy muy de acuerdo.

En São Paulo, por ejemplo, uno podrá encontrar a jaUbra, quien ofrece un servicio de transporte que llega a la periferia de la ciudad, a donde los choferes de Uber no están dispuestos a ir. Diáspora Black nació de las críticas de racismo a Airbnb, constituyendo una red de anfitriones y huéspedes interesados en vivir y valorar la cultura negra.

Alvimar da Silva y Aline Landim, fundadores de jaUbra (crédito: Folha de São Paulo)

Uber y Airbnb fallaron en escalar a determinados territorios y públicos. Y no es porque en algún momento tuvieron éxito en otros territorios y con otros públicos que seguirán teniendo éxito para siempre. En todo momento, el juego puede cambiar. Radicalmente. ¿Por qué? Los contextos en donde actúan son dinámicos y complejos.

Por eso es tan importante, aunado al Pensamiento de Diseño mencionado por Federico en los ecosistemas de emprendimiento avanzados, que los actores de estos ecosistemas también desarrollen el Pensamiento de Sistemas (o Systems Thinking).

Se trata de un modelo mental en donde dejamos de especializarnos en las partes y miramos hacia el todo; en donde la lógica no-lineal prevalece; en donde se prioriza la síntesis sobre el análisis; en donde vemos menos estructuras y más procesos; en donde se trata menos de los elementos y más de las relaciones.

A través de esta mentalidad, y aprovechándose de herramientas y métodos, es posible mapear los principales elementos y relaciones que constituyen un sistema, sus ciclos de retroalimentación, revelar patrones que incentivan o inhiben el cambio, e identificar puntos de apalancamiento, donde se desbloquea el cambio, en lugar de imponerlo. En un contexto dinámico y complejo, uno se prepara para adaptarse, en lugar de para controlar.

En nuestra concepción de Diseño Disruptivo, el Pensamiento de Sistemas es complementar al Pensamiento de Diseño.

Pensamiento sistémico y los ecosistemas

Con eso, regreso a las etapas y mediciones de un ecosistema de emprendimiento. Por mi experiencia en el sector público, es muy común que las personas quieran medir ecosistemas a través de la cantidad de elementos presentes — cuántos emprendedores, cuánta inversión, cuántos empleos generados. Es una vía.

Pero aplicando el Pensamiento Sistémico, más importante que la cantidad de elementos, es la calidad de las relaciones. ¿Tú podrías decir qué tan saludables son las relaciones entre los elementos de tu ecosistema? ¿Qué patrones existen en esas relaciones? ¿Qué efectos están siendo generados debido a determinados estímulos, y qué otros efectos — deseados o no — están siendo subgenerados? Finalmente, si fueras acupunturista, ¿en qué puntos de este ecosistema harías tu intervención para potencializar los cambios positivos?

Todo el tiempo, todos nosotros estamos enfrentando desafíos sociales complejos. Depende de cada persona reconocerlo e incorporarlo a sus actividades, ya sean emprendimientos o pequeños proyectos. Y si en este camino, puedes ir más allá de alcanzar tus objetivos, sino que contribuir a sistemas más saludables, ¡mejor aún!

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Cristina Yoshida
Diseño Disruptivo para el Cambio Social

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