Trabajar en comunidad es estar en constante experimentación

Un testimonio sobre cómo vamos con el Colectivo de Diseño Disruptivo en plena pandemia

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La semana pasada co-organizamos la primera fiesta en línea de la comunidad del Colectivo de Diseño Disruptivo: “una Fiesta Random com Gente Esquisita” — así, en “portuñol”.

En esta fiesta mexicanos, brasileños y peruanos disfrutamos unos tragos juntos, bailamos al sonido de una playlist colaborativa, tuvimos momentos de conversa uno a uno para hablar de talentos “random”, momentos de vida y retos, compartimos novedades del Colectivo y nos re-organizamos en equipos de catalizadores para sacar nuevos prototipos y experimentos durante los próximos 6 meses.

Celebrando al final de nuestra “Fiesta Random” ;-D

Todas nuestras vidas son marcadas por muchos rituales. Para el Colectivo de Diseño Disruptivo, esta fiesta marcó una nueva etapa de nuestra comunidad, cuando queremos probar nuevas maneras de colaborar y hacer cosas increíbles juntos.

Hemos experimentado diferentes abordajes antes: algunos que han movilizado a más personas, otros con pocos participantes pero más profundos; algunos impulsados por Diego o yo como co-fundadores del Colectivo, otros que emergieron de interacciones entre los diferentes miembros de la comunidad, y aunque sentimos que todavía hay un largo camino adelante, de todos hemos aprendido mucho. Pero la comunidad cambia todos los días. No sólo porque nuevas personas entran y salen, sino que principalmente porque las personas entran a nuevos momentos de vida todo el tiempo.

Y eso es un desafío porque significa que periódicamente y colectivamente necesitamos entender quiénes somos, en dónde estamos, qué creemos y qué buscamos. Pero al menos en mi perspectiva, cada minuto dedicado vale la pena si trabajamos con una mentalidad de experimentación.

Experimentar es una de esas mentalidades que requieren desaprender más que aprender (foto: Bootcamp de Diseño Disruptivo en Guadalajara, 2019)

Prueba y error

¿Qué tienen que ver niños jugando, científicos en un laboratorio y emprendedores desarrollando nuevos servicios? Todos están experimentando. Tal vez algunos con más rigor científico que otros, pero todos tienen una idea de lo que les gustaría lograr, están inmersos en un proceso de descubrimiento, y a cada aprendizaje validan cómo hacerlo y adónde pueden llegar.

Cuando un experimento llega al fin (que puede ser desde un par de horas entendiendo cómo hacer un castillo de arena más alto hacia años investigando el desarrollo de una nueva vacuna), puede que hayamos tenido éxito o fracasado con relación a nuestras hipótesis. Pero sin dudas habremos aprendido.

El fracaso te suena frustrante? Cuando digo que vale la pena re-descubrir quiénes somos como comunidad diversas veces seguidas, ad eternum si necesario, es porque cuando experimentamos en comunidad, para nosotros es fundamental hacerlo escuchando unos a los otros, re-conectándonos con nuestros valores, construyendo un propósito conjunto, garantizando que cada persona crece en el proceso. Ser generoso con el otro nos provoca a conocer mejor a nosotros mismos, nos hace crecer en cada paso.

Y está bien que para cada cosa que funciona, diez otras no habrán funcionado. Porque sin las diez que fracasarán, no seremos tan buenos haciendo la que sí funciona.

Experimentar también incluye traer palabras que no pertenecen a un dado contexto, a transformar cómo vemos ciertos mundos (foto: actividad que facilitamos en el cierre del Encuentro +B en Mendoza, Argentina)

Nuestro camino como comunidad

No es al acaso que nos conformamos y nos definimos como un colectivo. Creemos que para alcanzar nuestra visión de “impulsar nuevos modelos de cambio social y ambiental sistémico, de latinoamericanos para latinoamericanos”, ninguno de nosotros lo puede hacer sólo.

Lo empezamos en 2017, como un trío de desajustados en Guadalajara (México) que habían participado de diferentes programas de la Unschool of Disruptive Design (fue de ahí que adaptamos el término Diseño Disruptivo), pero que querían ponerlo en práctica “a la latinoamericana” (hay que considerar que éramos dos mexicanos y una brasileña…). Eso significaba, para nosotros, tropicalizar los conceptos, metodologías y herramientas de acuerdo a nuestra realidad regional, y — muy importante — hacerlo de manera colaborativa y en comunidad.

Comenzamos la construcción de nuestra comunidad con una noche de trivia política en Metta Coworking, y luego empezamos a realizar bootcamps y talleres en diferentes partes de América Latina (y del mundo!), que es cómo muchas personas se han sumado hasta hoy.

Nuestro momento actual

Para entender cómo vamos en el Colectivo hoy, me parece fundamental mencionar los valores que nos guían a la hora de conectarnos como personas y a hacer comunidad:

  • Trabajar juntos: ser un colectivo representa nuestra fuerte creencia de que juntos podemos ir mejor acompañados, con un mayor propósito, y más lejos. Hacerlo suena bonito pero en la práctica no es fácil, y por eso nos apoyamos mucho no sólo en nuestras experiencias anteriores sino que en los aprendizajes que otros colectivos que admiramos nos comparten. Compartimos la visión de nuestros compañeros de Enspiral (Nueva Zelanda), como lo mencionan en su libro Better Work Together, de que “nadie debería liderar todo el tiempo, y todos deberían liderar parte del tiempo”. Como ellos, nos proponemos a “trabajar haciendo lo que amamos, con personas que amamos, para resolver problemas que nos preocupamos profundamente”.
  • Con principios feministas: cuando nos encontramos con esos 12 Principios para Prototipar un Negocio Feminista, nos terminamos de convencer que nuestro colectivo debe asumirse públicamente como feminista. Abajo puedes conocer la lista completa, pero no podemos dejar de destacar algunos como “estás conectada con la tierra, las plantas y todos los seres vivos”, “la nueva definición de éxito es: reclamar la felicidad” e “institucionalizar la empatía: construir estructuras que respalden sentimientos”.
Poster creado por sister.is
  • Con poder y amor: esta es una referencia a Adam Kahane, director de Reos Partners, una organización que también admiramos mucho como pionera en el diseño y facilitación de procesos que ayudan a que las personas avancen juntas en problemas complejos y sistémicos. Se trata de conectarnos con las personas y desarrollar empatía al mismo tiempo que usemos nuestra fuerza para cambiar el status quo: “el poder sin amor produce guerras. El amor sin poder nos deja inmóviles”. Estamos completamente de acuerdo con que “discutir la dinámica de poder ayuda a acordar una identidad colectiva y actuar racionalmente”. Aquí puedes leer la introducción de libro como cortesía de Reos Partners.
  • Sin perder la perspectiva sistémica: para actuar sistémicamente no significa que tengamos que realizar proyectos de presupuestos extraordinarios con las personas más poderosas del mundo, o alcanzar a miles de millones de personas a la vez. Significa que tenemos consciencia de que todos los problemas sociales y ambientales son parte de un escenario altamente complejo, en donde diferentes fuerzas facilitan e inhiben cambios, en donde cada acción tiene una o más reacciones, incluso en efecto dominó — y en medio a todo eso, vamos encontrando nuestros “puntos de apalancamiento”: pequeños cambios pueden producir grandes resultados. Como decía el gran Buckminster Fuller: “Nunca cambiarás las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que haga el modelo actual obsoleto”.

Trabajar juntos, con principios feministas, con poder y amor, sin perder la perspectiva sistémica es lo que nos ayuda a diseñar nuestras actividades, tomar decisiones y definir siguientes pasos. Como todo en nuestra comunidad, esos valores representan nuestro momento actual y están en permanente proceso de revisión, mejora y precisión.

¡Ahora sí! Mencionados nuestros valores, llegamos a qué nos dedicamos. Hoy, además de los programas de formación en dónde buscamos desarrollar competencias para promover cambios sociales y ambientales más efectivos, también realizamos proyectos de diseño, facilitación y consultoría como manera de generar ingresos para nuestro colectivo.

Eso porque algunos de nosotros nos dedicamos, como consultores autónomos, a diseñar y facilitar procesos de innovación social colaborativa para organizaciones como fundaciones, gobiernos y universidades, y eventualmente hemos encontrado en el colectivo oportunidades de cooperación.

Pero sabemos que nuestra comunidad va mucho más allá de la oferta de servicios que tenemos actualmente para el mundo.

Muchos otros miembros de nuestra comunidad trabajan en un gobierno, una empresa, una universidad, o tienen su propia organización y lo que buscan es poner en marcha diferentes maneras de lograr cambios sociales y ambientales más efectivos desde su puesto actual. También hay los que quieren orientar su desarrollo profesional hacia el diseño y facilitación de este tipo de procesos, pero que todavía no se sienten seguros con la experiencia que tienen. Lo que buscan son espacios seguros para experimentar y practicar diferentes metodologías y herramientas.

A algunos de nosotros nos encanta hacer todo en comunidad, otros prefieren un poco más de distancia social pero buscan no perder el contacto. Todos buscan oportunidades de conectarse — tal vez algunos buscan ampliar sus perspectivas, otros poder colaborar con otras personas que comparten sus valores.

Finalmente, identificamos que a muchos de nosotros nos gustaría tener esquemas de trabajo más cooperativos — ya sea desde las organizaciones en donde trabajamos pero también como autónomos cooperando con otros autónomos, y así creando lazos de confianza para la generación de ingresos más coherentes con lo que creemos.

Todo eso lo descubrimos juntos, en un proceso colaborativo en los últimos 3 meses.

La pandemía como oportunidad de re-descubrirnos

Así como muchos otros, nosotros aprovechamos el inicio de la pandemia para hacer un alto y reflexionar sobre nuestro camino hasta aquí y escucharnos unos a los otros. En un equipo de 5 personas, en nuestras horas libres por durante 3 meses, co-diseñamos y realizamos una serie de sesiones de trabajo, acompañadas de entrevistas en profundidad y una encuesta que enviamos a aproximadamente 200 miembros de nuestra comunidad.

Aunque sólo 29 de 200 personas contestaron la encuesta, las consideramos la parte más interesada de toda la comunidad y que deberíamos diseñar las actividades de este momento para ellas. A partir de las respuestas a la encuesta, entendimos que se trata de un grupo de personas joven, principalmente mujeres, de las cuáles mitad trabajan para algún tipo de organización (pública, privada, sin fines de lucro o académica) y la otra mitad son “sus propias jefas”: han emprendido su propia organización o trabajan como consultoras autónomas.

Entre muchos otros temas, también teníamos el interés en explorar sus conocimientos y habilidades, entre ellos el de facilitar procesos colaborativos — lo que nos demostró que la gran mayoría tiene bastante familiaridad con el tema.

Las entrevistas en profundidad nos permitieron llegar a hallazgos más específicos con relación a sus momentos de vida, qué es importante para ellas y qué buscan en este momento. Dos de los puntos más repetidos fueron la búsqueda por oportunidades de poner en práctica lo que han aprendido, y por coherencia entre sus creencias y su estilo de vida.

Entre los retos que enfrentan hoy, los hemos analizado y categorizado entre los que han surgido a partir de la pandemia, los que están relacionados a sus proyectos profesionales y otros que tienen que ver con decisiones para la vida. Esta parte fue super interesante y esperamos volver otra vez con más personas para seguir llenando este mapa no sólo con más retos sino que también con todas las oportunidades que visualizamos para cada uno.

Qué sigue para nuestra comunidad

A partir de este proceso, identificamos tres grandes oportunidades para generar valor internamente, para nosotros mismos: práctica, intercambio y trabajo cooperativo. Para cada una de esas oportunidades, nos planteamos una gran pregunta que deberá guiar la siguiente etapa de nuestro proceso — el prototipado.

En nuestra “Fiesta Random”, de los 20 participantes, 14 nos apuntamos como catalizadores de esta nueva etapa, en donde co-lideraremos, diseñaremos e implementaremos experimentos por los próximos 6 meses, buscando contestar las preguntas arriba.

La idea es que, finalizados esos 6 meses, iniciemos un nuevo ciclo de experimentación, pero poner un plazo nos obliga a hacer un nuevo alto para la reflexión, así como moderar el compromiso que estamos poniendo en esos temas. En este momento, las personas podrán cambiar a otros temas o salir del proceso.

Es una nueva etapa para nuestra comunidad, y estoy muy emocionada por eso. Son todas personas increíbles, sé que con el tiempo se van a sumar más personas increíbles, que vamos a disfrutar un proceso increíble juntas, y que llegaremos a aprendizajes importantes no sólo para nosotras, sino que para otras personas en el mundo que comparten nuestros valores y también pueden sacar provecho de nuestros experimentos.

No podría dejar de mencionar…

Este proceso de descubrimiento conjunto que realizamos entre abril y julio de este año lo hemos co-diseñado y realizado entre Paula Neves, Karina Paucic, Tania Arroyo, Diego Del Moral y yo — ¡muchas gracias, equipo!

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Cristina Yoshida
Diseño Disruptivo para el Cambio Social

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