Israel, una Esparta moderna

Un exjefe del ejército israelí puede competir con Benjamín Netanyahu en las próximas elecciones, pero su exultante campaña de destrucción y opresión es escalofriante

Javier Villate
Disenso Noticias Palestina
6 min readJan 29, 2019

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El teniente general Benny Gantz, en el centro, con unos soldados, en 2012. (Foto: IDF, vía Flickr)
El teniente general Benny Gantz, en el centro, con unos soldados, en 2012. (Foto: IDF, vía Flickr)

Jonathan Cook / Consortium News, 28 de enero de 2019 — Con la proximidad de las elecciones de abril, el primer ministro Benjamín Netanyahu tiene buenas razones para temer a Benny Gantz, su exjefe del ejército. Gantz ha lanzado un nuevo partido, Resistencia Israelí, justo cuando la red de acusaciones de corrupción se está cerrando alrededor del primer ministro.

Ya en esta primera etapa de la campaña, alrededor del 31 por ciento de la población israelí prefiere a Gantz más que a Netanyahu para encabezar el próximo gobierno, cuando este último está tan solo a unos meses de convertirse en el líder con más años de servicio en la historia de Israel.

Gantz está siendo festejado como la nueva esperanza, una oportunidad para cambiar de dirección, después de que una serie de gobiernos bajo el liderazgo de Netanyahu durante la última década hayan desplazado a Israel cada vez más a la derecha.

Al igual que los antiguos generales políticos de Israel, desde Isaac Rabin hasta Ehud Barak y Ariel Sharon, Gantz es retratado — y se está retratando a sí mismo — como un guerrero endurecido en la batalla, capaz de hacer la paz desde una posición de fuerza.

Antes de que emitiera una sola declaración política, las encuestas mostraban que obtendría 15 de los 120 escaños del parlamento, una buena señal para aquellos que esperan que una coalición de centro-izquierda pueda triunfar esta vez.

Pero la realidad de lo que Gantz representa — revelada esta semana en sus primeros vídeos electorales — está lejos de ser tranquilizadora.

La salvaje operación de 2014

En 2014, Gantz condujo a Israel a la operación militar más larga y salvaje que se recuerda: 50 días en los que el pequeño enclave costero de Gaza fue bombardeado implacablemente.

Al final, una de las zonas más densamente pobladas del planeta — con sus dos millones de habitantes atrapados por un largo bloqueo israelí — estaba en ruinas. Más de 2.200 palestinos murieron en el ataque, una cuarta parte de ellos niños, mientras que decenas de miles quedaron sin hogar.

Niños de lugares tan lejanos como Liubliana, en Eslovenia, participan en un mitin contra la violencia israelí en la Franja de Gaza, el 18 de julio de 2014. (Mzaplotnik en Wikimedia)
Niños de lugares tan lejanos como Liubliana, en Eslovenia, participan en un mitin contra la violencia israelí en la Franja de Gaza, el 18 de julio de 2014. (Mzaplotnik en Wikimedia)

El mundo miraba horrorizado. Las investigaciones de grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional llegaron a la conclusión de que Israel había cometido crímenes de guerra.

Uno podría haber asumido que durante la campaña electoral Gantz desearía correr un velo sobre este período problemático de su carrera militar. Para nada.

Uno de sus vídeos de campaña se eleva sobre los escombros de Gaza, declarando con orgullo que Gantz fue responsable de la destrucción de muchos miles de edificios. “Partes de Gaza han sido devueltas a la Edad de Piedra”, dice el vídeo.

Esta es una referencia a la doctrina Dahiya, una estrategia ideada por el mando militar israelí del que Gantz era miembro principal. El objetivo es destruir la infraestructura moderna de los vecinos de Israel, obligando a los supervivientes a llevar una existencia de mera subsistencia que les conduzca a rendirse ante Israel.

Crímenes de guerra

El castigo colectivo inherente a la doctrina apocalíptica de Dahiya es un indudable crimen de guerra.

Más concretamente, el vídeo celebra la destrucción de Rafah, una ciudad de Gaza que sufrió el bombardeo más intenso después de que un soldado israelí fuera capturado por HAMAS. En cuestión de minutos, el bombardeo indiscriminado de Israel mató al menos a 135 civiles palestinos y destruyó un hospital.

Según las investigaciones, Israel ha invocado el “procedimiento Aníbal”, nombre en clave de una orden que permite al ejército utilizar cualquier medio para impedir que uno de sus soldados sea capturado. Eso incluye matar a civiles como “daño colateral” y, lo que es más controvertido para los israelíes, al propio soldado.

El vídeo de Gantz celebra la muerte de “1.364 terroristas asesinados”, a cambio de “tres años y medio de tranquilidad”. Como observaba el diario liberal israelí Haaretz, el vídeo “lleva a cabo un recuento de víctimas como si se tratara de un juego de ordenador”.

Ciudad de Beit Hanun, en el norte de la Franja de Gaza, el 16 de agosto de 2014, durante el alto el fuego. (Mohamed Sabah, investigador de campo de B'Tselem a través de Wikimedia)
Ciudad de Beit Hanun, en el norte de la Franja de Gaza, el 16 de agosto de 2014, durante el alto el fuego. (Mohamed Sabah, investigador de campo de B’Tselem a través de Wikimedia)

Pero la cifra de víctimas citada por Gantz excede incluso la evaluación egoísta del ejército israelí, al tiempo que deshumaniza a esos “terroristas” que luchan por su libertad.

Un observador más imparcial, el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem, estima que los combatientes palestinos muertos por Israel ascendieron a 765. Según sus cálculos, y los de otros organismos como la ONU, casi dos tercios de los habitantes de Gaza muertos en la operación de Israel de 2014 eran civiles.

Además, la “tranquilidad” que Gantz se atribuye a sí mismo fue disfrutada de forma exclusiva por Israel.

En Gaza, los palestinos siguieron sufriendo ataques militares rutinarios, un bloqueo permanente que ha impedido la importación de suministros esenciales y ha destruido sus industrias de exportación, así como una política de ejecuciones llevadas a cabo por francotiradores israelíes que disparan contra manifestantes desarmados en la valla perimetral que rodea el enclave.

Los eslóganes de la campaña de Gantz — “Sólo los fuertes ganan” e “Israel ante todo” — son reveladores. Ese “todo” de Gantz incluye claramente los derechos humanos.

Ya es bastante vergonzoso que crea que su historial de crímenes de guerra le hará ganar votos. Pero el mismo enfoque ha sido expresado por el nuevo jefe de Estado Mayor militar de Israel.

Aviv Kochavi, apodado el “oficial filósofo” por sus estudios universitarios, se estrenó este mes como el último jefe de las fuerzas armadas israelíes. En un importante discurso, prometió reinventar el legendario “ejército más moral del mundo” en uno “mortal y eficiente”.

Experto en destrucción

Desde el punto de vista de Kochavi, el destructivo ejército que una vez fue dirigido por Gantz debe intensificar su juego. Y es un probado experto en destrucción.

En las primeras etapas del levantamiento palestino que estalló en 2000, el ejército israelí luchó por encontrar una manera de aplastar a los combatientes palestinos ocultos en ciudades densamente pobladas bajo la ocupación.

Kochavi encontró una solución ingeniosa en Nablus, donde era comandante de brigada. El ejército invadía una casa palestina y luego abría enormes agujeros en sus paredes para pasar de una casa a otra sin ser visto. El espacio palestino no solo fue usurpado, sino destruido de adentro hacia afuera.

Gantz, el exgeneral que espera dirigir el gobierno, y Kochavi, el general que dirige su ejército, son síntomas de cuán completa es realmente la lógica militarista que caracteriza a Israel. Un Israel decidido a convertirse en una Esparta moderna.

En caso de que provoque la caída de Netanyahu, Gantz, al igual que sus predecesores generales reconvertido en políticos, resultará ser un falso constructor de paz. Fue entrenado para entender solo la fuerza, las estrategias de suma cero, la conquista y la destrucción, no la compasión o el compromiso.

Más peligroso aún es que la glorificación por parte de Gantz de su pasado militar pueda reforzar en la mente de los israelíes la necesidad no de la paz, sino de más de lo mismo: el apoyo a una derecha ultranacionalista que se baña en una filosofía de supremacismo étnico y el rechazo a cualquier reconocimiento de los palestinos como seres humanos con derechos.

Jonathan Cook es periodista independiente con sede en Nazaret. El bloguea en https://www.jonathan-cook.net/blog/.

Este artículo fue publicado en Consortium News y ha sido traducido por Javier Villate.

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