Las demoliciones masivas de Israel en Wadi Humus: Así se construye el estado ‘judío’

Javier Villate
Disenso Noticias Palestina
4 min readJul 23, 2019

El 22 de julio, las fuerzas israelíes de ocupación comenzaron las demoliciones de un centenar de edificios residenciales palestinos en Wadi Humus, en el extrarradio de Jerusalén Este. Si bien las fuerzas sionistas demuelen todas las semanas viviendas y otras estructuras palestinas en el Área C de Cisjordania (bajo control militar y administrativo del estado judío, según los Acuerdos de Oslo), esta es la primera vez que derriban casas situadas en el Área A, bajo “control” de la Autoridad Palestina, con cuyo permiso fueron construidas las casas destruidas.

Estas casas están situadas “un poco más allá” del límite municipal de Jerusalén, en un suburbio atrapado entre esa línea (amarilla en el mapa de abajo) y el muro de separación (en rojo). Pero, ¿cómo es que miles de palestinos terminaron “atrapados” en esta situación?

La línea municipal de Jerusalén fue trazada unilateralmente por Israel en 1967, cuando se anexionaron partes de Cisjordania, tratando de colonizar la mayor cantidad de territorio posible con el menor número de palestinos posible. Esa misma lógica se ha aplicado desde entonces, mientras los palestinos son arrinconados paulatinamente en guetos rodeados por áreas colonizadas por los israelíes.

Dicen que hay que derribar esas casas porque están muy cerca del muro de separación… (En 2011, Israel prohibió toda construcción a 250 metros del muro de separación por “razones de seguridad”, si bien unos cien edificios, que son la mitad de los que se encuentran en esa zona en Wadi Humus, fueron construidos antes de 2011.) Pero ese muro fue considerado ilegal hace 15 años por la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Como todas las decisiones del derecho internacional que no le convienen, el estado de Israel ha hecho caso omiso.

En Jerusalén son cada vez más los palestinos “atrapados” entre líneas, muros, leyes y sentencias arbitrarias. Nada de esto es al azar. Todas las semanas, las fuerzas israelíes demuelen alguna vivienda palestina en Jerusalén. O desaloja a sus habitantes para que las ocupen colonos judíos, basándose en triquiñuelas legales o en la arbitrariedad pura y dura. En abril de 2019, por ejemplo, Israel demolió 51 edificios residenciales y comerciales en Jerusalén Este. Y hay más de 20.000 viviendas construidas en la ciudad sin permiso de las autoridades israelíes, que ocupan ilegalmente Jerusalén Este. Todas ellas están amenazadas de demolición.

Esto es así porque las autoridades israelíes no conceden permisos de construcción a los palestinos en Jerusalén y el Área C de Cisjordania (que representa el 65 por ciento de este territorio). En los últimos años, más del 94 por ciento de las solicitudes de construcción presentadas por los palestinos han sido rechazadas. Mientras tanto, el ayuntamiento israelí de Jerusalén está tramitando la “legalización” retroactiva de viviendas construidas sin permiso por colonos judíos. Dos evidentes varas de medir de una política abiertamente discriminatoria y racista.

Según la ONU, entre el 28 y el 46 por ciento de las casas palestinas corren el riesgo de ser demolidas por la ocupación israelí. Solo en 2018, Israel destruyó 538 casas palestinas en Cisjordania y Jerusalén Este.

La actual operación de demoliciones masivas en Wadi Humus ha venido precedida por una oleada de demoliciones en los meses precedentes: según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), las fuerzas israelíes han demolido 337 estructuras palestinas en lo que va de año. Y entre 2009 y 2019, 6.114 estructuras de propiedad palestina han sido destruidas por la ocupación israelí.

Todas estas decisiones israelíes van dirigidas a expulsar a los palestinos del “Gran Israel”, que le pertenece al “pueblo judío” por derechos históricos otorgados por Dios. Un “Gran Israel” que requiere un estado “judío”, excluyente y limpiado de toda población árabe: las limpiezas étnicas llevadas a cabo en 1948 (con más de 700.000 palestinos expulsados de sus hogares y tierras) y en 1967 (con otros 300.000 palestinos que corrieron la misma suerte) no fueron completas y es necesaria una limpieza étnica “gradual”, que es la que está teniendo lugar en la actualidad y que no cesará hasta que la población árabe del estado judío sea una minoría insignificante o viva recluida en guetos, al modo de los bantustanes del apartheid sudafricano, privada de todos los derechos civiles y humanos.

Al menos mientras la ONU, la Unión Europea, los gobiernos occidentales y demás instituciones internacionales sigan “condenando” las constantes violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra que comete Israel, y no pasen de las palabras a los hechos, sancionando enérgicamente a un estado que vive al margen del derecho internacional, de los derechos humanos y está llevando a cabo un genocidio gradual.

En caso contrario, hoy es Wadi Humus… mañana será Silwan… pasado mañana el resto de Jerusalén… y el resto de Cisjordania. Así lo quiere Dios. Es la limpieza étnica de Palestina.

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