Carla Berrocal en el patio de la Fundación Juan March / Foto: Alfredo Casasola Archivo: Fundación Juan March

Carla Berrocal: “Es importante tener una perspectiva social en el arte”

La dibujante e ilustradora defiende la necesidad llevar la cultura a la gente y mantiene su creencia en la posibilidad real de generar un cambio de pensamiento a través del arte

Fundación Juan March
Doble Clic en la March
11 min readMay 11, 2024

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Camila Fernández Gutiérrez

En otoño de 2020 la Fundación Juan March lanzó un diseño renovado de su revista trimestral y empezó a encargar la portada a un ilustrador internacional de prestigio. Desde entonces han ideado su cubierta, entre otros, ilustradores de la talla de Brian Rea, Luci Gutiérrez, Cristoph Niemann, Nadia Hafid o el Premio Nacional de Ilustración Sergio García Sánchez, además del homenaje al también ilustrador y gran exponente del expresionismo abstracto Ad Reinhardt (1913–1967).

El número doce de esta revista, con la programación de esta primavera-verano, lo protagoniza Carla Berrocal (Madrid, 1983), una ilustradora y dibujante madrileña que publicó su primer cómic en 2004 y ha colaborado como ilustradora con The New Yorker, Vanity Fair, eldiario.es y El Salto, entre otras publicaciones. Es autora de cómics como El Brujo o Epigrafías. En 2019 fue becada por la Real Academia de España en Roma por su proyecto Doña Concha, un cómic sobre Concha Piquer. Berrocal acaba de publicar La tierra yerma (Reservoir Books), un western de mujeres que reflexiona sobre la épica a través del folclore castellano. Aquí, algunas de las reflexiones que surgieron durante una charla informal el pasado 24 de abril de 2024 en el Café de la March.

Algunas de las portadas de las revistas de la Fundación Juan March

Pregunta: ¿Qué escuchas mientras dibujas?
Respuesta: Suelo escuchar true crime. Me encanta, sobre todo si estoy trabajando en algo muy técnico. También me pongo las charlas de la Juan March. Me encantan todas las conferencias que hay, suelo ser bastante seguidora. En general me gusta mucho el periodismo radiofónico, los podcast de historias chulas, como Gabinete de curiosidades, o de algún tema, por ejemplo, el último que he escuchado es Inshalla, que habla de los refugiados palestinos en Siria, o Quién mató a Anna Cook, que es un podcast que habla sobre feminismo a través de un caso de un de una muerte de una chica en Chile durante el estallido social. En fin, lo que hago es ir pidiendo recomendaciones por ahí, pero lo que más me gusta es el true crime, soy una loca del crimen. Me escucho sobre todo uno que se llama Criminopatía, que me gusta mucho la voz de ella porque es muy particular. Y luego Crímenes Bizarros… En fin, puedo darte una lista. Y luego música, pues escucho de todo, soy un poco loca. Yo creo que al algoritmo del Spotify le debe de dar un ictus conmigo. Últimamente estaba escuchando a los Smiths, aunque tampoco es que haya sido yo muy fan, me da así como por rachas.

P. ¿Y cómo es el espacio donde trabajas?
R. Es un taller compartido con ocho personas en Alvarado. Era un antiguo taller de coches y luego fue un espacio arquitectos, y luego ya entramos nosotras. Somos ocho y lo bonito del taller es que se llama Taller Bonus, porque los que lo fundaron eran de Bellas Artes y era como el bonus track de la carrera, como algo que continúa de alguna manera. Y lo fundaron ellos. Yo en un principio no estaba, pero hace muchos años estaba un poco loca porque acababa de dejarlo con mi novia de toda la vida y necesitaba salir de casa y desconectar y tener un espacio de trabajo, y sobre todo sociabilizar un poco, porque estos trabajos son excesivamente solitarios. Me acuerdo de que, cuando trabajaba en casa, salía y al frutero le contaba mi vida. Era la necesidad de contacto humano. ¿Sabes? El caso es que me metí en este sitio y mola mucho la verdad, porque se crean como sinergias muy guais. Hablas con un escultor, con una que es pintora o pintor, no sé, y entonces conoces referencias distintas y hay unas relaciones muy interesantes que se generan alrededor del trabajo y que te hacen crecer. Por eso me gusta tener un taller. Y por salud mental también.

Taller Bonus, un colectivo artístico de distintas disciplinas localizado en Madrid

P. ¿Cómo es el proceso de creación, desde la idea inicial hasta que llegas a la ilustración de la portada?
R.
La verdad es que en este boceto concreto tuve muy claro que el espacio que más me gustaba era este. Además, como la revista iba a salir en primavera-verano, tenía sentido hacerlo en aquí. La idea es que creo que es una fantasía aprovechar esta terraza en verano y tomarte algo con una mujer bellísima a tu lado, que suena muy Bertín Osborne por otro lado… (Se ríe).

P. ¿Y cómo sabes que una idea es buena como para ilustrarla? ¿Cómo eliges con qué te quedas y qué descartas o que has conseguido llegar a esa imagen que lo dice todo?
R.
Pues la verdad es que me pasa una cosa muy rara. Esta frase no es mía, la dijo un colega dibujante, y es que cuanto más pasa el tiempo, la distancia entre la mano y el cerebro se acorta cuando dibujas. Al principio tienes una idea de lo que quieres dibujar, pero el dibujo no es igual a lo que piensas. Y de alguna manera, el hecho de que dediques tantas horas a dibujar hace que esa distancia se acorte, que tú tengas una idea muy clara de lo que quieres dibujar y acabe saliendo esa idea, muy parecida a lo que estabas pensando. En mi caso sucede eso, el tiempo te da mucha clarividencia a la hora de abocetar y no pienso en tantas posibilidades.

Portada de la Revista 476 Primavera-Verano 2024 / Fundación Juan March

P. ¿Cómo entras en el mundo de la ilustración y acabas colaborando con publicaciones como de The New Yorker, eldiario.es o El Salto? ¿Con alguna de ellas te has sentido especialmente cómoda trabajando?
R.
La verdad es que, al principio, cuando me llamó el New Yorker, tienes esta cosa de decir: “Guau, me llama el New Yorker”. Parece que ya has llegado al top de lo top como ilustradora. Pero a estas alturas valoro un poco más la tranquilidad, porque trabajar en el New Yorker es realmente estresante, es muy exigente… Es verdad que está bien pagado, pero igual yo prefiero hacer proyectos más pequeños, más apañados, más cercanos, con un trato un poco más humano. Me parece más bonito.

P. ¿Cómo es trabajar para el New Yorker?
R.
El último curro que hice para el New Yorker fue la ilustración de la crítica de cine de la última película de Almodóvar, la de Madres Paralelas. Y lo sufrí muchísimo porque es un artículo que va a tener muchas visitas y los redactores se ponen muy nerviosos y quieren que la ilustración sea muy top. Y me acuerdo que me llamaron y yo pensé que iba a hacer una cosa más con mi estilo y tal, y al final empezaron a pedirme cambios para que hiciera la ilustración mucho más realista, era algo que se salía un poco de mi estilo. Y me acuerdo pasar una semana que cada vez que recibía un mail me daba un ataque de ansiedad de a ver qué me iban a hacer cambiar. Y una ilustración para el New Yorker puede tener perfectamente entre 20 y 30 modificaciones. Es una locura.

Portada de Septiembre de 2017 de eldiario.es / Carla Berrocal

P. ¿Y un ejemplo de algo en lo que te haya gustado trabajar porque haya sido más tranquilo?
R.
Bueno, tranquilo, tranquilo hay poca cosa. Pero, por ejemplo, con el curro que estoy haciendo estoy muy emocionada. Es para los archivos históricos nacionales, estoy yéndome a cada uno de los archivos, documentándome e investigando sobre cuál es la función de un archivo, el tema arquitectónico de cada uno de los archivos, cuándo surgen, qué archivan, cuáles son las diferencias… Y me lo estoy pasando tan bien… Lo bonito de currar es cuando aprendes cosas, que es de las cosas más satisfactorias que puedas tener, y que se cree buen rollo, que haya como una relación cercana, casi cotidiana con el cliente. Eso me parece bonito. Y con el equipo del Ministerio de Cultura, con Alba, que es la que me acompaña todos los viajes, me lo estoy pasando tan bien… Luego veremos a ver, se me viene como muchísimo curro encima de transcribir y todo eso, pero es como que estoy disfrutando de todas las partes del proceso.

P. ¿Dónde buscas inspiración si te atascas o a quién admiras?
R.
Cuando yo me bloqueo intento desconectar de lo que estoy haciendo, porque insistir me lleva a una espiral de odio y es complicado. Entonces intento desconectar y normalmente o veo una peli o me acerco a ver una exposición o hago algo, o leo un libro, un cómic o un catálogo, en el taller suelo tener bastantes catálogos que me gustan y los hojeo y estoy un rato un poco desconectada de aquello.

P. Es curioso esto que dices, porque otra cosa que suele pasar, sobre todo entre músicos, es que cuanto más te acercas a tu idea, más se aleja, porque buscas perfeccionarla. ¿Esto a ti no te pasa?
R.
No, no, no. Lo que sí sucede, y creo que puede ir por ahí el tema de los músicos, es que haces un dibujo y cuando lo ves publicado o cuando pasa un tiempo te viene la hiper exigencia, y entonces lo desechas y dices: “Esto es una basura, no me gusta”. Y de repente a los tres o cuatro meses lo retomas y dices: “Bueno, pues no estaba tan mal como yo pensaba”. Yo creo que eso sí puede pasar.

P. Son como fases de aceptación.
R.
Eso es, sí, de tu propio trabajo, que es curioso también porque siempre te acompaña. También es verdad que yo soy muy relajada. Con las ilustraciones soy muy relajada. Cuando hago cómics soy una neurótica, pero con las ilustraciones soy más relajada, porque no es algo que me importe tanto. Me importa más cuando cuento una historia.

Portada de ‘La tierra Yerma’, de Carla Berrocal (RESERVOIR BOOKS, 2024)

P. De hecho, en una entrevista a Gráfica explicabas que tu sueño siempre había sido hacer cómics, pero que en España es un poco inviable. Háblame por ejemplo de tu último libro, La Tierra Yerma, un western de mujeres que reflexiona sobre la épica a través del folclore castellano. ¿Qué tienen los westerns que siempre vuelven?

R. Yo no sé qué tienen los westerns, es verdad que periódicamente vuelven. Tampoco tengo muy claro que vuelvan con demasiado éxito. Tampoco tengo muy claro, pero esto ya es como tirarme un triple si vuelven cuando hay una cierta ola reaccionaria, pero esto tampoco lo tengo muy aterrizado. Yo creo que es un género que el tema de la aridez y el conflicto con lo salvaje es muy atrayente, ¿no? Sobre todo, porque tiene unas reminiscencias muy heroicas que nos trasladan al mito. Es el mito moderno, de alguna manera, pero no sé, tampoco tengo una respuesta muy clara.

P. ¿Por qué es importante contar historias protagonizadas por mujeres?
R.
Yo creo que hay una necesidad de generar personajes e historias y referentes para las nuevas generaciones. Creo que las autoras tenemos la obligación casi moral, o más bien desde la inquietud personal. Para mí es importante, contar historias con personajes que sean potentes. Los personajes que me hubiera gustado leer a mí.

Viñetas de La Tierra Yerma, de Carla Berrocal / RESERVOIR BOOKS

P. En 2019 fuiste becada por la Real Academia de España en Roma por tu proyecto Doña Concha, la rosa y la espina, un cómic que acabó publicando Reservoir Books en 2021. ¿Por qué Concha Piquer y no Miguel de Molina?
R.
[Se ríe] ¿Sabes que esa misma pregunta me la hicieron cuando me dieron la beca de la Academia de España en Roma? Fue una pregunta difícil. A mí Miguel de Molina… Creo que se ha mitificado mucho la figura del español exiliado. En general, el exiliado está como bien visto, se puede hablar de su carrera… Pero de las personas que se quedaron en España no se habla, porque se asocia directamente a que son franquistas. Y yo creo, y esta es una defensa que hago siempre a ultranza, que desgraciadamente en España nos tuvimos quedar muchísima gente, independientemente de que estuviera Franco o no y de que nos gustara o no. Entonces me parece muy interesante recuperar la figura de las muchas mujeres que se quedaron, que hicieron carrera aquí y que tuvieron que continuar su vida a pesar de que estuviera ese desgraciado.

Una viñeta de Doña Concha / Carla Berrocal, RESERVOIR BOOKS

P. Al final siempre hay un Pepito Grillo de justicia social en tus elecciones, ¿no?
R.
Yo creo que sí. Lo intento. También es verdad que creo que a Concha Piquer se le ha identificado mucho con la derecha, y en realidad fue una mujer bastante apolítica, que pasaba bastante. Para lo que era la época, no era nada de derechas, no le gustaba cantar para Franco, siempre mandaba un cheque a todas las cosas donde la convocaban… Se escaqueaba mogollón. No era una tía nada afiliada, como lo fue por ejemplo Lola Flores, que fue bastante más adepta al régimen que Concha Piquer.

P. En 2019 escribiste en tu blog: “Creo en la posibilidad real de un cambio de pensamiento a través del arte”. ¿Lo sigues creyendo?
R.
¡Guau! Muy buena pregunta. Sí, sigo creyendo en ello. Y creo que una de las opciones que tenemos los dibujantes y artistas es a través de la cultura popular. Puede ser una buena fuente de cambio y de generación de ideas. Hace poco estuve entrevistando a Felipe Hernández Cava, un guionista de cómics, y en los años 80 tenía una propuesta que me pareció una forma de llevar realmente la cultura a la gente, que era ir a las manifestaciones de los barrios por el derecho a una vivienda digna o lo que fuera, y a la vez que se iba manifestando o convocando a la gente, iban haciendo murales en directo para apoyar un poco la causa, y hacían viñetas en murales, pegaban cosas… Había un concepto del arte más involucrado con el tema social.

P. ¿Y puedes dar algún ejemplo reciente en el que hayas logrado cambiar perspectivas?
R. Ha habido muchas iniciativas, dependiendo del contexto y de la época. Por ejemplo, en la pandemia yo creo que la gente valoró mucho más la cultura, adquirió otra connotación, la gente se dio cuenta de lo importante que es cuando no puedes hacer otra cosa, de cómo la ficción te salva de ciertas cosas. Luego olvidamos las cosas con facilidad, pero creo que ese fue un buen ejemplo de cómo la cultura puede haber cambiado perspectivas. También hay un ilustrador, Ramón Esono, que estaba en la cárcel de Guinea Ecuatorial acusado con un falso delito por hacer unas caricaturas burlándose del presidente y hubo una campaña internacional a través de la ilustración y el cómic para defenderle que surtió bastante efecto. Y con la campaña del aborto de Gallardón también hicimos mucha movilización a través de ilustraciones… Creo que es importante tener esa perspectiva social. Si el arte está en los museos hay que ir a buscarlo. El arte tiene que estar en todas partes.

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