En torno a la escultura (I)

El lenguaje y la comunicación en la escultura

Con motivo de nuestra exposición “Escala: Escultura (1945–2000), ofrecemos una selección de ensayos en torno a la escultura rescatados de nuestro archivo patrimonial. Comenzamos la serie con este texto del escultor Pablo Serrano.

Fundación Juan March
Doble Clic en la March

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Por Pablo Serrano

Pablo Serrano, junto a su retrato de Juan March Ordinas. (Archivo Fundación Juan March)

El punto de partida de toda reflexión sobre la comunicación está en la idea de que ésta es parte esencial del hombre mismo. Es el lenguaje de nuestro tiempo y de todos los tiempos en el hombre. Sin comunicación, el hombre no es hombre, ni siquiera ser viviente. Porque vivir es vivir con otros, es convivir. No es una pura existencia sino una co-existencia. Este co-exsistere se realiza por medio de la comunicación que acerca y aleja, que ata y desata. Frente al yo pone al tú, y éstos hacen surgir una nueva figura: el nosotros. Así la obra que este hombre consciente realiza en vida va hacia este anhelo: comunicarse.

Todos los medios son válidos para lograr estos fines: comunicarse y entenderse. Y entre tales medios se cuenta también la escultura. Una escultura es vehículo de ideas y transmisora de lenguaje. No olvidemos las antiguas maneras comunicativas de aquellas formas escultóricas figurativas, pero contribuyamos con nuestra invención al lenguaje de nuestra época.

“Una escultura es vehículo de ideas y transmisora de lenguaje”

Esta es la perspectiva elegida para el presente ensayo sobre arte. Perspectiva que, por otra parte, ha nacido y se desarrolla en la vivencia artística personal. Permítaseme, pues, aducir aquí y allá el testimonio de mi experiencia personal en el dominio de la comunicación artística.

En Barcelona, el año 1970, presenté en una exposición un objeto de forma geométrica. Tres orificios de una parte y de otra servían para verse dos personas, hablarse y darse las manos. Al contacto de las manos, una luz potente y blanca iluminaba el espacio interior de esa escultura-objeto. Y también los rostros y las manos. La comunicación se había realizado y los iluminados rostros sonreían ante el asombro o la extrañeza de aquella luz potente y blanca.

“Bóveda para el hombre”, de Pablo Serrano. (Fundación Juan March)

Esta escultura objeto, compuesta por rectas y curvas, formando un poliedro regular, contenía en su interior un cilindro vacío y blanco. Una célula eléctrica iluminaba el espacio blanco. Esta escultura era además intención, servía de vehículo para transmitir un lenguaje.

Si un objeto, una escultura, nos invita a ser leída, observada, nos atrae hacia su misterio, o nos desconcierta su extrañeza por falta de una experiencia anterior, no nos sonriamos fácilmente. Observémosla primero, hagamos algo para comunicarnos con ella, que generosamente nos compensará poniéndonos en contacto con una nueva forma de entendernos. Aceptemos con liberalidad los nuevos modos o maneras de nuestro lenguaje.

La comunicación exige, como la luz, dos polos. Claro que la buena voluntad es la primera condición para poder entender. Donde existe sólo lo negativo no es posible la luz.

Una escultura no es un objeto utilitario. Por lo mismo, cuando alguien pregunta para qué sirve, debemos en primer lugar desprendernos del concepto corriente de utilidad funcional para referirnos a otro significado de orden superior.

Escultura es creación del espíritu y solamente en este lenguaje del espíritu nos habla para revelarnos su espíritu. Entonces se convierte en útil espiritualmente. Por escultura y su ejercicio, superada la artesanía u oficio, entiendo profesión, vocación con la que uno se abraza en vida. Y por ética -ética como conducta humana- entiendo la obligación del individuo de adherirse con su profesión y vocación a la época y sociedad en que vive, aportando todo lo que uno pueda con su hacer. En mi caso, y como diría Unamuno al hablar sobre su autorretrato, refiriéndose al compromiso moral de “ estar y ser” con lo cual uno participa de los problemas de los hombres con quienes convive.

“Por escultura y su ejercicio, superada la artesanía u oficio, entiendo profesión, vocación con la que uno se abraza en vida“.

Entiendo por vocación el don que Dios nos concedió, sana satisfacción de hacer aquello que a uno le gusta hacer; verdadero derecho humano, patrimonio de todos, para disfrutar del cual fueron necesarias muchas amarguras, sacrificios, desilusiones y fracasos de tantos seres humanos que no pudieron desarrollar su vocación.

Un derecho humano que a todos debería darse para obtener con alegría los medios económicos de subsistir. Y por ética entiendo un “deber ser” en el acto humano de acuerdo con la vocación individual y con la correlación social.

Vamos ahora a considerar algunos aspectos del arte actual. Dos caminos bastante definidos existen actualmente en las artes en general. Podríamos denominarlos, aunque la definición no sea muy correcta y en muchos casos se interfiera, humanismo y abstracción geométrica. Un camino se dirige hacia un humanismo expresionista, y el otro hacia la aceptación de la máquina y sus posibilidades en la creación de objetos bellos que rechacen el dramatismo del ser humano.

En el primero, muchos de nuestros artistas insisten y ahondan, con ese sentido ético que acabo de indicar, en el drama de toda la humanidad. Los expresionistas, los nuevos realistas, los que critican la situación social, los creadores de la nueva figuración, los que con sus temas personales hacen de sus obras mensaje, teniendo en consideración, por una parte, los valores plásticos de la escultura y, por otra, los medios válidos de comunicación.

“Guitarra Número 5", escultura de Pablo Serrano. (Vía Wikicommons)

Permítaseme ahora, a título explicativo, referirme a mi labor desde el año 1957 hasta la fecha como ejemplo de preocupación personal dentro de la corriente humanística. La ética de mi vocación me ha llevado por caminos que, equivocados o no, se guían siempre por ese vigor profesional y personal.

1957–1964. Los títulos de las obras realizadas en estas fechas son bastante demostrativos: Quema del objeto, Bóvedas para el hombre, Hombre bóveda, Bóveda lumínica. Esta época mía es quizá la más racionalista, al buscar la manera de introducir la luz y tamizarla con diferenciados valores en el volumen. Una sucesión de esferas cortadas, seccionadas por diferentes partes, a diferentes distancias de radios del hueco de la esfera, permitían pasar la luz y graduarla.

Otro momento del desarrollo consecuente de mi obra es el titulado “Hombre con puerta”. Cuando los caminos de la abstracción, en este caso el atractivo y obsesionante problema de introducir la luz en la materia opaca, podrían haberme llevado a sucesivos planteamientos de un orden geométrico, me ha interesa do referirlos al hombre. Volver al hombre. Este “Hombre con puerta” es un ejemplo, al pretender aludir a los dos espacios en él, al físico cerrado y dramático y al interior luminoso. Escribí entonces: “El volumen cerrado, opaco, tenebroso, queda abierto por medio de una puerta; penetra en su interior una cierta luz tamizada como una esperanza”.

Jesús López Pacheco describió así esta escultura:

“Ser de muñones, de entrada hueco,
paridor instantáneo de su nada por la puerta del vientre y a empellones. Cuerpo sin testa,
sin miembros y sin sangre,
duro y montañoso cuerpo en bronce puro
abierto a la esperanza y la protesta”.

La ética de mi vocación me ha llevado por caminos que, equivocados o no, se guían siempre por ese vigor profesional y personal.

Este “Hombre con puerta”, escultura aproximadamente de dos metros, fue expuesta en el Museo Guggenheim de Nueva York y es curioso destacar el hecho de la comunicación y lenguaje de la misma, pues despertó el interés de un grupo de músicos jóvenes que solicitaron que me extendiese sobre el tema. Les escribí un pequeño poema que ellos aplicaron a una canción grabada en disco Record de Columbia (DL. 5009 — DL. 75009 Decca Stereo).

Podemos demostrar con este hecho que la comunicación y el lenguaje de la escultura es posible, cuando en ella se encuentra el mensaje.

Posteriormente aparecen los títulos de “ Unidades Yunta”, formas que se adaptan, hombres que conviven, que se comunican, formas que se ajustan unas a otras, núcleos que forman una unidad de contacto luminoso, núcleos de formas unidas por estos espacios interiores luminosos que se aprietan, que pueden integrarse en comunidades o individualizarse.

Pero hagamos un paréntesis volviendo al año 1962, en que presenté en la Bienal de Venecia 36 obras con el título “Bóvedas para el hombre”.

“De una humanidad cansada y envejecida puede surgir una nueva fuerza creadora y conquistadora”

En este mismo año realice en un Hotel del Sur de España, y en el lugar donde ahora se encuentran al parecer unas anclas colgadas, una obra interesante que fue destruida por el dueño del hotel. Su título era “Viaje a la Luna en el fondo del mar”. Tenía un tamaño de diez metros y su construcción se efectuó con hierro de chatarra, hierro usado. Su originalidad en aquellos momentos era digna de tenerse en cuenta porque en España aún no se habían practicado “collages”, integraciones de objetos reconocibles. En mi escultura se integraban máquinas de coser, de escribir, utensilios del uso diario.

Escribí entonces: “De una humanidad cansada y envejecida puede surgir una nueva fuerza creadora y conquistadora”. Hacía pocos días se había lanzado la primera nace espacial.

En su espiral ascendente, la geometría de esta escultura iba ordenando el espacio, contrapesando el orden geométrico la dramaticidad del hierro usado. Se me había concedido entera libertad para realizarla. Siento el daño que se me ha causado al destruirla el dueño del hotel, pues no poseo ahora información fotográfica completa que pueda servirme para la historia de mi evolución.

Supongo al lector enterado de la demanda judicial que duró dos años y que finalizó en el Tribunal Supremo, el cual manifestó no estar reconocido en la legislación española el derecho moral del autor de impedir la destrucción de una obra suya. Con haber absuelto a quien mandó destruir esta escultura (el cual se defendió diciendo que la tenía desmontada), no evitó este fallo el perjuicio del autor pues tampoco se demostró que un día pudiera volverse a montar.

Disculpe el lector esta anécdota. Pero ¿no habría sido un buen momento para sentar jurisprudencia sobre el respeto que se debe a la obra de arte y a la creación intelectual? Es ésta una anécdota que confirma una vez más que la comunicación visual en nuestros días es difícil y lenta.

Cuando en el año 1957 creamos con otro artista plástico el grupo “El Paso”, nuestro mayor empeño era romper con unas maneras que tenían parada la evolución del arte en España. Por otra parte, intentábamos demostrar en el exterior que también aquí había un arte vivo, que por diversas circunstancias no era tenido en cuenta ni exhibido.

Cuando con nuestra fuerza agrupada pudimos mostrarlo al exterior, se comprendió su valor y su capacidad expresiva.

Entonces fue tomado también en consideración dentro de España. Enterados de nuestros organismos oficiales, hicieron posible la exhibición de este arte en los pabellones nacionales con los éxitos ya conocidos.

Ejemplar de la colección de monografías sobre artistas españoles que participaron en la Feria Mundial de Nueva York. (Biblioteca de Fernando Zóbel / Fundación Juan March)

Otra corriente en las artes plásticas de nuestros días es la que, en parte hija del dadaísmo nacida en Europa, se desarrolla en Estados Unidos y en Inglaterra, extendiéndose por todas partes: el arte “pop”, el “obp” y lo cinético.

La aplicación del diseño a la industria, si bien puede remontarse a la edad de los primeros utensilios del hombre, en la historia de la evolución industrial y en nuestros días ha sido considerada como una mayor y posible aportación del arte al consumo popular.

En el diseño de la máquina, del automóvil, de la silla, del molinillo de café, de los objetos utilitarios del hogar, el arte presta su colaboración a la industria y al diseñado sensible a la línea y al color. Naturalmente, esta estética del diseño sirve a otros problemas que cumplen otros objetivos humanos: hacer agradable el hogar y la vida diaria. Es un arte menor y fácilmente cambiante según la moda y el consumo. Por lo que sus creaciones aparecen y desaparecen rápida y constantemente.

Otros movimientos, importantes algunos, nacen y dejan huella desvaneciéndose casi en el acto. No son otra cosa que la realidad de un momento histórico o que estamos viviendo de transición y ambigüedad. “Happenings”, gestos sin palabras, teatro “dei novisimi” en Italia, etc., son reflejo del ansia de la comunicación.

En 1962 fui invitado a Londres para asistir y colaborar en la organización de un congreso para la “Quema del objeto”. Entre 1957y 1959 había yo realizado la experiencia de quemar objetos en España, Alemania e Italia. Refiriéndome a la posibilidad de obtener un espacio ideal que llamé “Presencia de una ausencia”, decía entonces: Dado un objeto de forma geométrica, un cubo, por ejemplo, extendamos sus características al exterior, en torno y fuera del objeto, haciendo aparecer un segundo objeto; quemado el primero, el resultado era un espacio ideal constituido por la presencia de su ausencia.

Juan Carlos de Borbón y Pablo Serrano. Entrega de la Medalla de Plata del Círculo de Bellas Artes de Madrid. (Archivo Fundación Juan March)

(Me encontré luego con la misma preocupación humana en la historia del hombre, con que éste había ya configurado un espacio similar al cavar en la piedra las tumbas ibéricas: al ser destruido el cuerpo humano, quedaba presente su huella, huella que había sido presentida antes en su espacio ideal.)

Pero no quise adherirme al congreso de Londres porque la intención del mismo era totalmente nihilista, por así decirlo: quemar todo, protesta absoluta y negativa. Les contesté que yo no podría dar mi asentimiento a ese propósito.

Pues creo que para la humanidad hay alguna esperanza, mientras no tomemos colectivamente la resolución del suicidio y mientras quede vida en el mundo. La evolución cultural del hombre seguirá apoyándose en la experiencia anterior.

Rodríguez Aguilera dice: “La escultura, como todo arte, es en primer término expresión. Expresión de ideas, de conceptos, de sentimientos. Expresión a través de esa materia y de esa forma de lenguaje, para darnos un objeto nuevo y diferente. A la naturaleza real se la transforma, se le imprime un carácter y se le da una imagen propia. Objetivado e individualizado, este objeto ocupa un lugar en la naturaleza, cumpliendo su destino natural de ser contemplado.

Efectivamente hay, pues, en la obra una expresión y una comunicación. Una vez nacido el objeto, se convierte también en objeto de consumo al servicio de la necesidad espiritual humana. Necesidad humana superior, aunque no inmediata ni, en cierto modo, indispensable.

Históricamente la escultura ha servido en los parques públicos para representar personajes insignes o servir de adornos en fachadas de edificios. Su proyección social en este sentido es constante.

“La escultura no ha de consistir en crear desde fuera sino en inventar desde dentro”

Por lo que a realización de la escultura se refiere, tradicionalmente se habla de sustracción y adición. Eliminación de materias o bloques sólidos de las partes necesarias, hasta dejar la forma con los límites deseados. A esos modos tradicionales hay que agregar una incomparable diversidad con que hoy se realiza la escultura, tanto en lo que a fusión de materiales se refiere, como en lo relativo a la coordinación de materiales opuestos o contradictorios.

Por otra parte, hay en general una intención de utilizar los espacios vacíos en función, digamos, de restar a la misma un peso material específico, consiguiendo con esta intención la expresión diversa del lleno. Otra preocupación es la valoración atmosférica y del aire como elemento integrante de la escultura.

En el concepto de lo que la escultura ha de ser han influido todas las especulaciones intelectuales y las realizaciones derivadas de la evolución y desarrollo de nuestro tiempo. La escultura no ha de consistir en crear desde fuera sino en inventar desde dentro. Tanto la pintura como el arte de la escultura actual han de ser más un objeto pensando que un objeto visto”.

Efectivamente, en pocas palabras nos habla Cesáreo de lo que fue la escultura y de lo que es o debe ser.

Continúa Cesáreo Rodríguez Aguilera: “La función de la escultura ha sido bien distinta a través de los tiempos y los pueblos. Si de una manera muy esquemática quisiéramos resumir los grandes momentos de la creación artística escultórica, a la prehistórica habrá que asignarle un valor mágico y sobrenatural; a la pagana, una divinización del hombre y de las formas naturales; a la cristiana, un simbolismo encaminado hacia un mundo sobrenatural; a la moderna, un retorno a la naturaleza con un sentido de nueva figuración”.

Una de las características de los artistas de nuestros días es el estilo, su estilo personal. Estilo. La definición del diccionario es la justa: “Manera peculiar que cada cual tiene de escribir, hablar, pintar, hacer escultura, etc., esto es, de expresar sus ideas o sus sentimientos”. A este respecto, artistas plásticos de nuestra época, en su temperamento y su intimidad, se caracterizan por dos actitudes.

Unos persiguen un tema insistiendo con verdadera honradez en el modo y manera, hasta el punto de que el profano califica su producción de monótona sin detenerse a observar la riqueza de variaciones del lenguaje en una misma narración. Otros, temperamentales e inquietos, son cambiantes en apariencia; la variación no implica cambio fundamental en la idea que persiguen, sino que les sirve para enriquecerla más. Quizá por algo biológico me encuentro entre los últimos. Un día escribí: “Es verdad, soy temperamental y cambiante e inquieto. Por un lado, me atrae razonar, plantearme problemas plásticos, por otro lado, la vida, el Hombre, su misterio, conocer qué somos, porqué somos. Si me desvió y no continúo mis planteamientos abstractos, matemáticos o geométricos, si los tomo o los dejo, hay una razón: EL HOMBRE, me inquieta no conocerle. Me complace verle, observarle, ambivalente, contradictorio, ambiguo, y me revelo conmigo mismo. El pesimismo empuja mi curiosidad, mi deseo de conocimiento y la realidad se da contra mi cabeza una y otra vez, contra la dureza del muro. Mi optimismo, obscuro e incierto, es la estrella inalcanzable a millones de millones de distancia”.

Exposición en una galería madrileña del escultor Pablo Serrano, en un reportaje de 1975. (Hemeroteca de la Filmoteca Española).

Ansiedad de comunicación sería el resumen de enorme ansiedad de lenguaje que nos rodea, de esta inquietud constante en el hombre y de esta libre expresión que encuentra también su cauce dentro de la llamada sociedad de consumo.

Alguien dijo: estamos incomunicados, estamos siempre divididos; nuestra mente está dividida de nuestro cuerpo, el trabajo de nuestro amor, nuestra pasión de nuestro intelecto, el estado de la masa, la iglesia del espíritu, nada se realiza en unión y estamos siempre y totalmente en un estado de guerra. En suma, cada cosa está en guerra con la otra. Nuestra misión ahora es la de unificar todas estas cosas y aquí está la verdadera misión del arte. “Con libertad, ni ofendo ni temo”, lema patrio del escudo uruguayo.

Para el escultor contemporáneo, una escultura es interesante, primero y principalmente por sí misma y, en otra escala, por lo que lleva asociado. Las dos cualidades implican el lenguaje de la comunicación y el lenguaje que pretende la unificación del mundo por las vías del espíritu.

El hecho de que nuestra época tenga mucho de caótica e inestable — una edad de transición — no es motivo alguno para tener la impresión de que su arte haya de ser igualmente inestable y caótico, como con tanta frecuencia se oye decir a los que no comprenden las expresiones de los artistas contemporáneos. En realidad, más cabe presumir que lo contrario sea el resultado. Porque los logros en las artes, lo mismo que en muchos otros campos de la psicología humana, so más a menudo producto de la revuelta o de la protesta contra las condiciones existentes, que de un conformismo acomodad y confortable.

El pesimismo de la clase media sobre el futuro del mundo y, por lo tanto, del hombre proviene de una confusión entre la civilización y la seguridad. Los logros del arte como medio comunicativo pueden hasta cierto punto, ser atribuidos a la fuerza de una reacción ante unas condiciones existentes.

El carácter que el arte de un período adopta es también casi siempre el producto de una revuelta, una oscilación del péndulo en dirección contraria.

En realidad, oso que se llama “inestabilidad” tiene mucho de buena salud, ya que es la señal de un arte vivo. Un aire que penetrar por la ventana abierta, agradable y fresco, para renovar la atmósfera viciada de un lenguaje con poca salud. El crear exige también riesgos.

Mozart decía: “Si tienes que pensar en la manera como tienes que escribir, nunc escribirás nada que merezca la pena”.

El problema del arte sigue siendo el mismo, razón, temperamento, sensibilidad, no felizmente, no tranquilamente, no en equilibrio, sino en tensión. Solamente manteniendo una tensión entra las dos cargas de razón y emoción, Quijote y Sancho dejaremos abierto el camino a un mundo vivible y aprehensible.

Quisiera referirme también a un sano sentido del deporte en el arte. Habrá que olvidar las caras largas que nos hacia poner el arte clásico; nuestro nuevo enfoque nos da un sentido sano de deporte en el más alto y sano significado de la palabra y un sentido político en el más alto y sano significado de la política.

Rodin decía: “Para que el arte de uno se mantenga joven, tienen uno que imitar a los animales jóvenes. ¿Qué es lo que hacen?: jugar”. Brancusi decía y jamás se cansó de repetir: “En el momento que deja uno d ser niño, está uno muerto. La curiosidad es la característica del niño”. Estos potenciales de juego en el hombre, tan patentes en el niño, son la cualidad que Brancusi estima vitales para el artista.

Jugar; sería difícil encontrar otra definición más exacta para lo que el artista hace con la obra.

Este es el juego en el productor; ¿qué pasa en el otro campo, en el que mira, observa o compra? El juego tiene igual importancia. Sin el espíritu de juego, sin esa buena voluntad para enfocar lo que no nos es familiar en el arte, del mismo modo que un niño enfoca o se aproxima a los fenómenos de la naturaleza que no le son familiares, no podemos esperar el disfrute de las expresiones del arte nuevo, vivo y actual. Y si no dejamos a un lado la confusión entre los “serio” y lo “solemne” que se ha ido formando durante los últimos cincuenta años, nos veremos privados de la fuente más grande revitalización para nuestras artes y nuestros medios de comunicación humana. Arte es una manera de jugar en serio.

“El siglo XIX, siempre suspicaz de algo que pudiera ser considerado como un desorden social, nos ha legado una cultura moralizante y prosaica, una severidad puritana y una ideología racionalista”

Ciertamente que este juego no los disfrutaría el espectador, que, al confundir la seriedad con la solemnidad, le exige “solemnidad” al arte. Estamos en un período de ambigüedad, que es lo que autoriza la búsqueda de la verdad con un juego en serio. El barroco, el rococó, goticismo y el sentimentalismo, todo ellos llevaron el juego dentro de sí. En el siglo XIX, la capacidad de juego se había marchitado para la mayor parte de la gente.

El arte y las letras renunciaron a su asociación, considerándola como algo “no respetable”. Se impone la triste conclusión de que el elemento juego en la cultura ha estado en decadencia, hablando en términos generales y referido al arte, desde el siglo XVIII.

El siglo XIX, siempre suspicaz de algo que pudiera ser considerado como un desorden social, nos ha legado una cultura moralizante y prosaica, una severidad puritana y una ideología racionalista.

Esto es lo que hemos heredado en el siglo XX. Por consiguiente, nos ha sido preciso aprender de nuevo la importancia del juego y del jugar, y si no recuperamos esta facultad, nuestra cultura no tardará en llegar a su caos.

Con un aire de juventud nos llegan las últimas experiencias. Nuestros artistas más íntegros juegan en la cuerda floja, a veces tensa entre las críticas sociales de una situación dada y una ética profesional metida en la entraña, con verdaderos alardes de acrobacia.

Este es el juego y está la COMUNICANDA que, en todas las partes del mundo, como una fuerza social, lanzan los artistas plásticos, con propósito de comunicarse y entenderse en un mundo donde todos estamos incomunicados.

Hagamos todo lo posible por entender a estos hombres, que son de buena voluntad. Y si ellos no tienen cabida en un mundo en descomposición, digamos con Rubén Darío: “Si la Paz no es posible, que como en Isaías las ciudades revienten, que sean de tinieblas las noches y los días. Que las almas que sienten soplos de Dios duerman sueños profundos mientras se desangra y se deshace el mundo. Y que cuando del apocalíptico enigma surja el caballo blanco, con resplandor y estigma, los únicos que se hundan en la santa verdad sean los pocos hombres de buena voluntad”.

O con nuestro Antonio Machado: “Sabe esperar, aguarda que la marea fluya así en la costa en barco sin que el partir te inquiete. Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya, porque la vida es larga y el arte es un juguete, y si la vida es corta y no llega la mar a tu galera, aguarda sin partir y espera, que el arte es largo y además no importa”. ¡Qué gran escultor de imágenes es Antonio Machado!

Para terminar el lenguaje en la escultura de nuestro tiempo participa de la cultura en nuestro tiempo. No es otra cosa que participar también en esta época que quiere su verdadero rostro sin imitaciones caducas o pasadas.

El texto “El lenguaje y la comunicación en la escultura” fue un encargo de la Fundación Juan March en 1974 para su colección de ensayos. Puede acceder al documento digitalizado aquí.

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