José Luis Sampedro: el arte de vivir
En noviembre de 2011, el escritor, humanista y economista José Luis Sampedro dialogó en la Fundación Juan March con su mujer, la escritora Olga Lucas, sobre algunos de los aspectos más desconocidos de su vida.
El compromiso por los derechos sociales, la lucha por el progreso y la libertad de pensamiento conforman el legado de José Luis Sampedro, uno de los humanistas españoles de referencia. Autor de obras vitales como La sonrisa etrusca (1985), El rio que nos lleva (1961) o Octubre, octubre (1981), Sampedro puso su trayectoria al servicio de la dignidad humana y de la conservación del entorno natural. En esta conversación que mantuvo con su esposa en 2011 compartió episodios menos conocidos de su vida, dando un punto de vista imprescindible sobre la sociedad, la economía o la educación.
1. Ciudades para viajar en el tiempo
Soy un emigrante que no puede volver a su país de origen. Pertenezco a un país que desapareció: la España de 1935. Mi formación fue muy especial, viví los trece primeros años de mi infancia en un mundo internacional. Viví en En los años veinte,Tánger era un lugar que se caracterizaba por la confluencia: árabes, judíos, católicos, protestantes, ortodoxos, griegos… un verdadero ejemplo de convivencia.
Cuando tenía ocho años nos trasladamos con mi familia a un pequeño pueblo de la provincia de Soria que parecía estancado en el tiempo como si perteneciera a la Edad Media. Allí me sentí solo y desamparado, así que me refugié en los folletines del siglo XIX y las novelas por entregas. Así fue como escribí mi primer poema. Estaba inspirado en unos ladrones a quienes los habían llevado presos. El verso terminaba diciendo: “Vino la guardia civil y se llevó los cuatro a un huerto con perejil”. Como no encontraba una consonante para civil, me invité lo del perejil.
Posteriormente, en mi adolescencia, nos mudamos a Aranjuez, un verdadero paraíso del siglo XVIII con el que me siento vinculado y agradecido, que para mí fue un refugio revelador.
2. Entre el anarquismo y el nacionalismo
A los dieciséis años aprobé la oposición para ingresar en la Escuela de Aduanas y en 1935 me trasladaron a mi primer destino, Santander. Mi vida se interrumpió bruscamente a causa de la guerra. Hasta ese momento, nunca había tenido contacto con la política, pero la guerra llegó y fui movilizado con otros chicos a cubrir un batallón de anarquistas. Por ese entonces yo era un chico bueno, iba a misa y de anarquista no tenía nada, pero los anarquistas del batallón 109 de la brigada 14 del Ejercito Norte me conquistaron. Eran unas personas asombrosas, de una entereza, seguridad, firmeza de juicio y claridad de ideas admirables. Para un chico que a los nueve años tenía la idea de ser jesuita, de clase media y que nunca había hecho política, esa experiencia fue transformadora, y a los diecinueve años quise ser anarquista. Finalmente me quedé en el medio, pero fue una experiencia muy importante para mi formación, me hizo ver el mundo de otra manera.
Estuve en el bando anarquista y el nacionalista, porque cuando inició la guerra, me encontraba en Santander y me movilizaron al Ejército Republicano. En agosto de 1937 los militares tomaron Santander, me apresaron y al día siguiente me movilizaron al Ejército Nacional. De modo que estuve en los dos sitios, pero nunca fui voluntario. Al finalizar la guerra, adopté una ideología de derechas, porque había oído hablar de los crímenes en la zona republicana.
3. Hacer menos pobres a los más pobres
En 1936 quería matricularme en la Universidad de Oviedo o en la de Valladolid para cursar la carrera de Filosofía y Letras, pero esos proyectos se truncaron a causa de la guerra. Cuando el conflicto terminó, mi padre enfermó y murió rápidamente, lo que hizo que tuviera que hacerme cargo de mi familia y sostener económicamente a mi madre y a mis hermanos. Por esta razón pedí el traslado de Santander a Madrid, en busca de mejores oportunidades.
En Madrid, tuve la oportunidad de hacer mi trabajo de Aduanas en el Ministerio de Hacienda por las mañanas y asistir a las clases oficiales de Ciencias Económicas por las tardes. Lo que me motivó a estudiar Economía es que consideraba que era una carrera muy útil para un funcionario de Hacienda. Una vez que comencé la carrera me di cuenta de que me gustaba mucho más la parte sociológica de la Economía que el arte de ganar dinero, por lo cual me concentré en estudiar Teoría Estructural de Economía, Desarrollo y otros temas que ya no tenían que ver con Hacienda. En mi opinión existen dos clases de economistas: los que se dedican a hacer más ricos a los ricos y los que nos dedicamos a hacer menos pobres a los pobres. Yo formo parte del segundo grupo y creo que gran parte de lo que nos esta pasando se debe al predominio de los primeros.
4. Un encuentro insólito
En los años cincuenta se creó por primera vez en España el Ministerio de Comercio, presidido por Don Manuel Arburúa, el director general del Banco Exterior, institución a la que yo pertenecía como jefe de servicios de estudios. Allí realicé algunos servicios que le habían sido muy útiles al banco y el señor Arburúa me pidió que lo ayudara en el Ministerio. La oferta no me convenció, pues era reacio al régimen, por lo que lo convencí de que iría a trabajar todos los días al Ministerio, siempre y cuando mi sueldo lo pagara el banco.
Como el Ministerio de Comercio no tenía edificio, ofrecieron unos pisos en la calle Serrano y al ministro le asignaron el mejor despacho, con un magnifico cuarto de baño que se convertiría en mi oficina, pues no había mucho espacio disponible y el ministro quería tenerme cerca para resolver dudas o pedirme alguna tarea específica. Un día estaba trabajando en la mesita del cuarto de baño cuando el portero especial del ministro cedió el paso a un señor mayor, discreto, delgado y sonriente. En el momento en que entró al baño quedó estupefacto, y más todavía cuando vio que había un muchacho trabajando allí. El portero cerró la puerta y nos quedamos los dos solos. El señor me saludó y me dijo: “Perdone la molestia, me han traído aquí. Yo soy Don Juan March”. Me presenté y tuve que explicar que su presencia en el cuarto de baño era para darle preferencia y que no tuviera que esperar al ministro con los otros visitantes. El señor comprendió y sonrió. Ese fue mi primer encuentro con la casa March.
5. El fin de la universidad de siempre
En los años sesenta, José Vidal-Beneyto decidió crear una institución cultural y docente que preparase a los alumnos para que recibieran una formación distinta a la oficial, que se impartía en las universidades y los institutos y que se caracterizaba por tener una orientación falangista, fascista y religiosa. De esta manera formó el Centro de Enseñanza e Investigación, Sociedad Anónima (CEISA), un centro que llegó a tener cien alumnos. Yo fui director y catedrático de Sociología Económica en ese centro, que tuvo un éxito extraordinario, pues los alumnos podían estudiar lo que querían, y cuando pedían cursar una asignatura determinada, Vidal convencía a maestros ilustres de medicina o física para que dictaran las clases. Sin embargo, el éxito del centro alarmó al Gobierno y las autoridades docentes hasta tal punto que se terminó cerrando después de tres años.
A pesar de todo, fue una experiencia estupenda, pues los chicos y chicas asistían con interés a clase y tenían autonomía para pedir las asignaturas que les interesaban. En la actualidad, se privilegia la enseñanza privada y se degrada la enseñanza pública, dándole la oportunidad de elegir solamente a aquellos padres que tienen el dinero suficiente para pagar una educación privada. En mi opinión, el Plan Bolonia es el fin de la “universidad de siempre”, una institución concebida para saber, conocer, comprender, integrarse mejor en el universo que nos rodea y formar parte de él. Hoy la universidad está concebida para hacer, tener eficacia, ofrecer productividad, competitividad e innovación. Es una institución cuyo objetivo se centra en ganar dinero y formar buenos técnicos y productores, al servicio de los directores de negocios y de los asuntos del poder.
Las universidades deberían ser creadas para pensar por cuenta propia, que es indispensable para ser autentico. Se habla mucho de la libertad de expresión, pero, ¿qué expresamos?, ¿expresamos nuestros propios pensamientos?, ¿expresamos el resultado de nuestras meditaciones, convicciones y reacciones ante lo que nos rodea? En realidad, expresamos lo que dicen los periódicos, la televisión, lo que bombardean e inoculan los medios de comunicación, que están creados para persuadir, no para informar. No es preciso pensar por cuenta propia y tener libertad de pensamiento.
6. Europa está muerta
En los años cincuenta tuve la suerte de ver el nacimiento del proyecto europeo con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, la firma del Acuerdo de Roma en 1957 y la reunión que se llevó a cabo en Paris, que más tarde daría paso a la formación de la Unión Europea. Muchas personas en España veíamos con gran entusiasmo ese acontecimiento, porque pensábamos que si nos hacíamos europeos eliminaríamos a Franco pacíficamente. Pero solo eran ilusiones.
La Europa de la actualidad está muerta, y a pesar de que está reunida, no cumple con sus labores. No ha hecho frente a los problemas de Palestina ni a los cambios que se están presentando. Llevan cincuenta años tratando de ponerse de acuerdo y no lo hacen. Esto responde a que el sistema capitalista se está agotando, pues los problemas que había a principios del siglo XVI no son los mismos hoy en día y las soluciones que entonces funcionaban ya no son vigentes. El capitalismo ha perdido fuego e importancia y estamos viviendo otra era.
7. Las claves de la vida
La sabiduría es el arte de vivir. Por eso, lo importante es vivir al máximo. Cada cultura, cada civilización ha tenido un referente. Para los griegos, el hombre era el principio de todas las cosas; en la Edad Media, Dios era el referente supremo; y en este mundo, el referente supremo es el dinero. En mi caso, el referente supremo es la vida. La vida es lo esencial. Se acaba mi vida y se acaba el universo entero. Nuestra felicidad consiste en llevar adelante esa vida al máximo que podamos, pero para poder hacerlo necesitamos la libertad para pensar por nuestra cuenta y que esa vida sea la nuestra y no la que nos mandan tener. Es decir, tener libertad de pensamiento.
La libertad la podemos relacionar con una cometa. Las cometas vuelan porque están atadas por una cuerda que se resiste al viento, y al tirar de ella logra elevarse al cielo. Entonces ¿Qué es esa cuerda? Los principios de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Libertad: que los otros sean tan libres como yo mismo. Fraternidad: ser verdaderamente conscientes que los seres humanos somos una especie biológica y por más diferencias que podamos tener con otros, somos prácticamente iguales. Sin embargo, no tenemos conciencia de humanidad ni de civilización. Seguimos matándonos los unos a los otros. No sabemos vivir en armonía con la naturaleza ni en paz con el planeta. La libertad y la fraternidad deben ser para todos, no para unos pocos.
Se habla mucho que no hay alternativas para el desarrollo, pero no nos damos cuenta de que el desarrollo interior es tal vez el más importante. Todos nos deberíamos concentrar en llegar lo más al fondo de nosotros mismos. El poeta San Juan de la Cruz decía: “entremos mas adentro de la espesura”. Yo he procurado entrar más adentro de la espesura y toda mi vida la he entendido como aprendiz. En mi primera novela, La estatua de Adolfo Espejo(1939) el argumento esencial que direcciona la vida del personaje es el de hacerse a sí mismo, y es algo que he intentado ser toda mi vida: ser aprendiz de mí mismo.
Para saber más …
- Sobre la trayectoria vital e intelectual de José Luis Sampedro, el vídeo completo de la entrevista.
- Sobre los desafíos de la globalización económica del siglo XXI, esta conferencia que dio José Luis Sampedro en 1976.
- Sobre la literatura de José Luis Sampedro, esta reseña de su libro La sonrisa etrusca escrita por Carlos Maso para El Buscalibros.
- Sobre el instituto CEISA como ejemplo de resistencia intelectual frente a la hostilidad del franquismo, este artículo de José Vidal -Beneyto para el diario Le Monde.
- Sobre las reflexiones y el pensamiento de José Luis Sampedro, esta recopilación de setenta de sus mejores frases escrita por Xavier Molina para el portal Psicología y mente.
- Sobre la opinión de José Luis Sampedro acerca de la educación y la democracia en España, esta entrevista de Álvaro Corazón Rural para la revista Jot Down.
- Sobre la relación de José Luis Sampedro con su esposa Olga Lucas, esta entrevista para el diario El Periódico en la que relata la edición del libro póstumo de su esposo Tiempo de Espera y los proyectos que dejó inconclusos después de su muerte.