Aténganse a la ciencia, aconseja experto

Robert Bartholomew, sociólogo médico del Botany Downs Secondary College, en Nueva Zelanda, afirma que la historia de The New York Times no tiene rigor científico alguno.

Dominio Cuba
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4 min readSep 5, 2018

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Por Robert Bartholomew/

Está circulando una nueva explicación sobre la misteriosa enfermedad responsable de enfermar desde finales del 2016 a 25 miembros del personal de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba: la radiación de microondas.

El 1 de septiembre del 2018, el diario New York Times publicó el titular: “Armas de microondas son las principales sospechosas de la enfermedad de los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos”.

El Doctor Douglas Smith, uno de los autores del reciente estudio sobre 21 de los miembros afectados, le dijo al diario que las microondas podrían ser las culpables. Sus reflexiones naturalmente reciben una significativa atención mediática. Smith ayudó a escribir el artículo sobre el brote de la misteriosa enfermedad en Cuba en la Revista de la Asociación de Medicina Estadounidense (JAMA, por sus siglas en inglés).

Hay solo un problema con la teoría de las microondas: hay muy poca evidencia que la soporte.

Una explicación similar fue propuesta a finales del año pasado por James Lin, un ingeniero Eléctrico e Informático de la Universidad de Chicago, quien sostuvo que el padecimiento cubano pudo haber sido causado por pulsos dirigidos de microondas.

La problemática de esta hipótesis es que requeriría un transmisor masivo y el blanco tendría que estar muy próximo a la antena. Esto no es factible, sencillamente. Quienes reportan los síntomas no estaban en la Embajada, sino en sus propias casas o en uno de dos hoteles conocidos de Cuba.

Atentar contra los funcionarios en estos lugares no es solo impráctico, sino que no tiene sentido alguno.

Curiosamente, cuando el estudio de JAMA fue publicado a comienzos de este año, la explicación de las microondas no fue siquiera puesta en consideración.

Los investigadores sostuvieron que una misteriosa fuente de energía había afectado el cerebro de sus pacientes. El estudio incluía frases como “debemos continuar reteniendo información sensitiva” y “a pesar de la naturaleza preliminar de los datos”.

Siempre que los científicos piden guardarse información y que confíen en ellos,se dispara una señal de alerta roja.

Su estudio estaba lleno de fallas y aseveraciones sin sustento en los datos. El hecho de que comenzaran el artículo apuntando que su objetivo era “describir las manifestaciones neurológicas que sucedieron a la exposición a una fuente de energía desconocida”, nos dice todo lo que necesitamos saber.

Esta declaración demuestra una falta de rigor científico desde el comienzo. Cuando se apartan las dudosas aseveraciones sobre los cambios en la materia blanca del cerebro (que son comunes en muchos padecimientos, desde la depresión hasta el envejecimiento normal) y los síntomas de conmoción cerebral (sobre los cuales no hay evidencia clara), nos quedamos con un brote clásico de enfermedad psicogénica masiva (conocida también como histeria colectiva).

Propagación hacia China

A comienzos de este año hubo reportes de “ataques acústicos” similares a los de Cuba en China. El giro chino hace la posibilidad de este tipo de ataques aún menos probable.

La manera en que el Departamento de Estado respondió a estas nuevas alegaciones de ataques fue sensacionalista e innecesariamente alarmista. Emitió una alerta basada en síntomas vagos (mareo y dolor de cabeza) por parte de solo dos diplomáticos en Guangzhou.

Además del ambiguo dolor de estómago, estos dos síntomas están entre los padecimientos médicos más comunes en el mundo.

El mal manejo de este caso por parte del Departamento de Estado es una receta para que lo que llamo “El susto de los ataques acústicos” (o si prefieren “El pánico a las microondas”) se esparza aún más.

Los Estados Unidos tienen más de 300 embajadas físicas, consulados y misiones diplomáticas alrededor del mundo, con miles de empleados, desde Afganistán a Zimbabwe. Todos ellos están ahora en la búsqueda de vagas señales de enfermedad relacionadas con el sonido.

Este es un escenario clásico de histeria colectiva. El terreno ha sido preparado para futuros “ataques” por la vía de la sugestión masiva. Como resultado, esta saga parece destinada a continuar sin un fin a la vista.

Esta es la conclusión: está bien especular pero muéstrenme algo de evidencia. Hasta el momento no hay nada de eso, así que me quedo como Occam Razor: “la explicación más simple es la más probable”.

En este caso, la explicación más plausible, que se sostiene en la ciencia convencional, es la enfermedad psicogénica masiva. No hace mucho, la prestigiosa publicación de ciencia Nature publicó un artículo de Sharon Weinberger sobre el progreso en el desarrollo de las armas de microondas.

Titulado “Armas de microondas: energía desperdiciada”, concluye que “a pesar de 50 años de investigaciones sobre microondas de alta potencia, el Ejército de los Estados Unidos todavía no cuenta con un arma funcional”. Golpe duro.

Un consejo: Aténgase a la ciencia convencional antes de especular en lo exótico, explicaciones disparatadas y lo desconocido.

Referencias

Bartholomew, Robert E., and Perez, Dionisio F. Zaldivar (2018). “Chasing Ghosts in Cuba: Is Mass Psychogenic Illness Masquerading as an Acoustical Attack?” The International Journal of Social Psychiatry 64(5):413–416.

Bartholomew, Robert E. (2018). “Neurological Symptoms in US Government Personnel in Cuba.” Letter. Journal of the American Medical Association 320(6): 602 (August 14). 320(6): 602 (August 14).

Bartholomew, Robert E., and Perez, Dionisio F. Zaldivar (2018). “Sonic Attack Claims Stir Controversy in the United States.” Op Ed. Swiss Medical Weekly, February 23: 1–2.

(Publicado originalmente en Psychology Today)

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