La mente de un caníbal

Christian Druso
Drusopsicólogos
Published in
4 min readApr 29, 2021

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Fotografía de Lionello DelPiccolo

El canibalismo ha sido desde el comienzo de los tiempos un tema tabú para todos los seres humanos.

Incluso al pensar en el canibalismo, nuestra mente puede recurrir a su expresión artística, encontrándonos con el cuadro de Goya “Saturno devorando a su hijo”, obra que forma parte de la serie conocida como Pinturas Negras, una época cargada de melancolía y destrucción en la mente del pintor. Es aquí donde podemos contemplar una de las expresiones más terribles del canibalismo reflejado en unas grandes fauces, ojos extremadamente abiertos y un ser exageradamente gigante que devora la masa informe del cuerpo sanguinolento de su supuesto hijo. Y si nos vamos a la gran pantalla, es imposible no pensar en Haníbal Lecter en “El Silencio de los corderos”, personaje creado por el FBI para reclutar psicólogos forenses en aquella época.

El primer caso de canibalismo en el mundo podría atribuirse al Hommo Antecessor, hace unos 850.000 años, ya que en unas excavaciones arqueológicas en la Sierra de Atapuerca (Burgos, España), hallaron marcas de corte en los huesos de los homínidos semejantes a las encontradas en los restos de los animales que comían.

Desde entonces y hasta nuestros días, podemos encontrar numerosos casos que acaparan las portadas de la prensa escrita. Sin embargo, si queremos adentrarnos en la psique de un caníbal debemos analizar cada caso por separado, incluyendo el estudio de numerosas variables circunscritas a cada uno.

CAUSAS:

El primer factor a tener en cuenta es el tipo de canibalismo que se haya dado ya que este puede ser cultural, por supervivencia o patológico-criminal.

Puede ser cultural en algunas poblaciones en las que la antropofagia esté aceptada bien sea por connotaciones religiosas o rituales. Recordemos que antiguamente algunos pueblos de la conocida como Mesoamérica, utilizaban a los prisioneros de guerra e incluso a los esclavos como parte del banquete del que disfrutaban tanto el emperador como sus súbditos, e incluso parte de sus animales. En tiempos de guerras, algunas tribus llegaron a considerar que ingerir el cuerpo del enemigo les daba mayor energía, fuerza y bravura.

De hecho, a día de hoy podemos encontrarnos con los Hombres Leopardos (Liberia, África Occidental), los Korowai (Papúa Nueva Guinea), los Monjes Aghori (India), los Wari (Brasil) y los Amahuacas (Perú), que parece ser que todavía lo practican.

Como recurso para la supervivencia lo podemos encontrar en casos extremos como el accidente aéreo del 13 de octubre de 1972 sufrido por el equipo de rugby uruguayo Old Christians en los Andes. De los 32 supervivientes iniciales solo fueron rescatados con vida 16 tras pasar 72 días en condiciones climáticas extremas y en los que muy a su pesar, tuvieron que recurrir a la ingesta de carne de otros fallecidos. Este suceso dio la vuelta al mundo e incluso se llevó al cine en el film “Viven”.

Por último, si no se han dado los dos supuestos anteriores, nos encontraríamos ante un acto considerado como patológico y criminal debido a la desviación con respecto a las normas sociales del grupo de convivencia o sociedad. Y es aquí en donde podríamos encasillar todos aquellos casos acontecidos en Occidente, como por ejemplo el soviético Andréi Chikatilo, el alemán Armin Meiwes conocido como el caníbal de Rotemburgo, o los norteamericanos Albert Fish y Jeffrey Dahmer.

Como en cada caso intervienen protagonistas y variables diferentes, deberíamos atender a las diferentes causas. No obstante, existen ciertos patrones y características que apuntan a determinadas patologías. El primer factor importante es la presencia de rasgos elevados de psicopatía, una falta absoluta de empatía con respecto a la víctima. Si a este hecho le añadimos posibles episodios de abusos sexuales, malos tratos o situaciones traumáticas en la infancia, podemos estar ante el cóctel perfecto. Hay que tener en cuenta que en muchos de estos crímenes, también existe un componente de parafilia o excitación sexual en el acto, que está ligado al sentimiento de control y poder que tienen en ese momento sobre la víctima. Una humillación en el pasado que intenta ser compensada con una superioridad errónea en un modo de autorregulación emocional. Destacar que en estos casos suele haber una planificación de las acciones, así como una recreación y frialdad en los actos.

Por otro lado, podemos encontrarnos con cuadros psicóticos extremos en donde bien sea por una enfermedad mental o por el consumo de drogas, el sujeto puede llegar a tener alucinaciones visuales y auditivas en donde se presente a la víctima como una fuente de peligro y se le inste tanto a quitarle la vida como a ingerirlo. Aunque a nivel legal se intente recurrir a esta vía para reducir la pena, este tipo de casos ligados a la esquizofrenia suele darse en muy pocas circunstancias, siendo altamente improbable. Recordemos que deberían darse muchas circunstancias como la ausencia de toma de medicación, falta de control por organismos competentes o familiares, historial previo de alucinaciones, haber sufrido un brote extendido durante todo el tiempo que se realiza la conducta, etc.

PREVENCIÓN

Hablar de cómo solucionar este problema es prácticamente una utopía. Recordemos que son casos muy atípicos, con una incidencia casi residual y con protagonistas que en la mayoría de las ocasiones gozan de gran inteligencia o en su defecto, pasan desapercibidos en núcleos de población grandes debido a su escasa capacidad de relacionarse socialmente. No obstante, se pueden prevenir ciertos factores de riesgo como por ejemplo, detectar en los menores conductas violentas con los animales y en el que habría que hacer un seguimiento psicológico. También debería fomentarse el crecimiento en una familia sana, con ausencia de violencia o abusos en el hogar en donde el acto violento pueda verse normalizado. Reducir o eliminar el posible consumo de drogas o sustancias tóxicas como el alcohol también es otro factor clave.

Que el núcleo familiar y su entorno aporte seguridad emocional e imponga determinados límites a través de la educación y el fomento del respeto suelen ser las claves para el desarrollo de una mente sana.

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