Honduras: Natalia, caminando de nuevo hacia una vida mejor

CICR
Día Internacional de la Mujer 2016
4 min readMar 6, 2016
Natalia sufrió un accidente en el tren durante su trayecto migratorio por México. Tras la amputación de su pierna derecha, fue trasladada a un albergue y comenzó su proceso de recuperación. © Larry Towell / Magnum para CICR

Fueron muchos los obstáculos que tuvo que superar Natalia en su ruta de Honduras hacia los Estados Unidos. Herida, separada de su hija, su historia es semejante a la de tantos migrantes que atraviesan el continente en pos de un desenlace feliz.

Después de caminar herida durante varios días y bajo un sol abrasador, sus fuerzas se habían agotado. “Cuando me quise subir al tren, fue que me agarró”, recuerda Natalia, un ama de casa hondureña que nos pide llamarla con este nombre que tanto le gusta.

Tras el asesinato de su esposo, Natalia se convirtió en el único sustento para su familia. A pesar de sus esfuerzos, el salario que ganaba realizando labores domésticas no le alcanzaba para sacar adelante a sus cinco hijos. “Es muy dura la situación en Honduras”, señala.

La impotencia de no poder solventar los gastos de su casa llevó Natalia a considerar la opción de migrar hacia Estados Unidos. Allá podría encontrarse con su hermana y buscar un empleo. Después de pensarlo y consultarlo con su hija mayor, decidieron viajar las dos juntas. De esta forma, ambas podrían trabajar y enviar dinero para ayudar a los más pequeños.

Después de recibir su prótesis y muletas, Natalia fue referida a un centro de rehabilitación física en México. Al igual que otros migrantes amputados centroamericanos, ha comenzado a recibir terapias que le permiten recuperar poco a poco la movilidad. © Larry Towell / Magnum para CICR

“Tomé la decisión de irme. Fue muy duro dejar a mis hijos solos.”

Para evitar que alguien tratara de disuadirlas, Natalia no quiso informar a su familia de su partida. Pensó que sería mejor esperar hasta que estuvieran en la frontera entre México y Estados Unidos. “Le pedí a mi hija que no se lo dijera a nadie porque nos podían impedir el viaje”.

Natalia y su hija salieron de Honduras con un grupo de migrantes, pero quien los venía guiando los abandonó al llegar a Guatemala. En Tenosique, México, tuvieron que pedir dinero para comer y alquilar un cuarto para pasar los siguientes días, hasta que llegara el tren. “No había pasado desde tres días. Ese día llegó como a las dos de la tarde, se paró y todos los migrantes se montaron. Yo venía arriba, en el último vagón”.

Una vez a bordo, todo parecía ir bien. Sin embargo, apenas media hora después de haber iniciado su marcha, el tren se detuvo y todos los migrantes empezaron a saltar del tren. “Me tiré de tres escalones y fue ahí que golpeé mis dos pies. ¡Salí corriendo! No se cómo logré esconderme en un monte para que no me agarraran. Todo el mundo estaba escondido”, agrega.

Natalia está nuevamente de pie y con la mirada puesta en el futuro. La prótesis le ha devuelto la confianza en sí misma y la oportunidad de reintegrarse a la actividad laboral © Larry Towell / Magnum para CICR

A pesar de las heridas en sus pies, Natalia siguió caminando durante horas. “Me iba cayendo y levantado; el dolor me estaba doblegando”. Además, había que soportar la humedad y las altas temperaturas de la región, que en esa época del año pueden superar los 40° centígrados. Siguieron caminando junto con otros migrantes a lo largo de las vías hasta que se hizo de noche. Sin haber dormido, al día siguiente reiniciaron el viaje, pero el dolor y el cansancio ya eran insoportables.

Finalmente, ese día volvió a pasar el tren. “Tenía miedo de subirme”, confiesa Natalia. Fue un momento de caos y angustia. Los migrantes empezaron a correr y ella se separó de su hija. “En ningún momento se paró el tren, pero todos se subieron”. Natalia no lo logró, cayó al intentarlo.

“Me quedé en el suelo. Llegó una señora y me dijo que el tren se había llevado mi pie. Ni cuenta me había dado.”

El sufrimiento provocado por el accidente se hizo mayor por la incertidumbre de no saber dónde se encontraba su hija. Al no darse cuenta de lo sucedido, esta siguió su trayecto a bordo del tren.

Después de unas semanas, el CICR y Cruz Roja Mexicana logró reunirlas. Para Natalia, tener a su hija al lado ha sido muy importante para su recuperación y rehabilitación. Ahora asiste a terapia física dos veces por semana y ya ha comenzado a caminar con su prótesis.

“La prótesis es algo bien importante para nosotros”, comenta entusiasmada. Y aunque al principio le resultó un poco difícil adaptarse, dice que ahora ya la siente parte de su cuerpo y le ha devuelto la motivación para seguir adelante. “Ahora ya me siento realizada. Tengo mi prótesis y le estoy echando ganas”. De inmediato su mirada se ilumina al decir que le gusta la cocina y que quiere instalar un negocio de comida hondureña en algún lugar de México. “Ya con la prótesis voy a regresar a mi trabajo”, finaliza.

Natalia ha recuperado el ánimo y las ganas de vivir. A pesar de las pérdidas que ha sufrido, está lista para volver a comenzar; sus hijos la necesitan y esa es su principal motivación. © Larry Towell / Magnum para CICR

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Día Internacional de la Mujer 2016

El Comité Internacional de la Cruz Roja brinda protección y asistencia humanitaria a las víctimas de los conflictos armados y otras situaciones de violencia.