El problema de ignorar la coma ( , )

Ácrata y Banquero
Échele cabeza
5 min readMay 7, 2016

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Julio Cortázar escribía: ‘La coma, esa puerta giratoria del pensamiento.’
De donde quizá se pueda extender el siguiente ejemplo:
Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a
cuatro patas en su búsqueda
.” Usualmente un hombre con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene. De forma análoga, una mujer con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.

Es muy probable que usted apenas haya escuchado mencionar a Cortázar. Con mucha seguridad usted que desprecia y desacredita la ortografía ya estará bastante agotado para llegar a esta línea. Casi que con toda seguridad usted que carece de la paciencia y concentración para enfocarse ya habrá cerrado este incómodo texto y estará en Facebook o viendo un video de Youtube. Yo no lo juzgo. C’est la vie.

Pero si tengo algo que decirle.

El problema de la mala ortografía no es por sí mismo un problema. Total, sin ella la vida puede continuar ¿verdad?. No es que la economía se vaya a derrumbar tampoco; porque el mundo no depende de esto. Por fortuna porque la ortografía está en una terrible recesión y no tiene cara de querer mejorar. Pero pasa que la ortografía es una muestra del lenguaje. Y peor aún, ese lenguaje que usamos -en últimas, con el que pensamos- no es nuestro. Es de otros, es raro darse cuenta que la voz en off, la voz mental, tiene un idioma que ciertamente no inventamos. Que nos llegó de arriba. Es raro que algo tan personal sea en alguna medida, también un poco de otras personas. Total mis pensamientos son míos, sí. Pero los articulo con el idioma de mis papás y el suyo también. Si es que está leyendo esto. Un infiltrado justo en la mitad del cerebro. ¡Ah, las ironías de la vida!.

¿Bueno, para qué toda esta vuelta? se estará preguntando. La respuesta es que desde el lenguaje le voy a demostrar por dos ejes su equivocación categórica al asesinar la ortografía .

El primero tiene que ver con la alteridad, la otredad; con el otro. Cuando una persona cierra y limita sus capacidades lingüísticas, esto es, ignora su ortografía y desnutre su vocabulario, se le complica la creación de estructuras mentales más complejas. Como un bebé. El bebé no es que no piense. Lo que pasa es que no tiene el vocabulario ni la gesticulación para expresarlo.

En la novela 1984 de George Orwell -que sé que no lo ha leído, porque usted no lee- se plasma precisamente esta situación. El Gran Hermano, que es el que ostenta el poder controla absolutamente todo. Incluso los diccionarios. Controlando los diccionarios logra dos cosas.
La primera saber quienes están consiguiendo educación no oficial, subversiva, revolucionaria, por usar palabras que no existen en el diccionario.
La segunda, controlar el pensamiento. Este último punto es el más relevante. Aquel que no controla su lenguaje, que no lo nutre y vigila, está obligado a pensar lo que otros quieran que piense. Esto es sencillo. Si yo le digo que yo soy profunda y violentamente ácrata usted no entendería que soy ni porqué me contradigo. Pero si lo busca en el diccionario, entenderá claramente que es lo que estoy diciendo. Acracia no es una palabra que estaría en el diccionario del Gran Hermano. Ni en su vocabulario, pero bueno, c’est la vie. El punto al que voy es que si usted no nutre su lenguaje no puede expresarse de una forma más compleja y específica — quizá usted también sea un ácrata, pero hasta hoy se entera, porque no sabía que había una palabra para eso. Por lo tanto sus pensamientos y sus conversaciones girarán entorno a conceptos básicos y por hacerla corta, primarios. Como cuando va a la ferretería a pedir el coso del cosito.

El segundo eje es la postura personal; cuando una persona deja de lado algo tan elemental y central como la rectitud del lenguaje ¿no está pretendiendo tapar el sol con un dedo?. Lo que resulta peor, ¿no es arrogancia no querer mejorar aún teniendo la gran cantidad de recursos con los que afortunadamente se cuentan por estos días?

Le conté todo esto a un amigo y él, que es profesor me decía que este rasgo arrogante es algo común en estos días. Él, responsable de una cátedra en una prestigiosa universidad me contaba que se esforzaba mucho para que sus estudiantes fueran conscientes de sus esquemas mentales. Al punto que hacía los siguientes paralelos con unos casos típicos de su día a día:

El empresario que paga a 20 empleados de forma mensual y que cree que eso lo hace responsable — como si no fuera su obligación con la ley y estuviera haciéndoles un favor. Se cree lo suficientemente responsable como para estar eximido de cumplir sus obligaciones, como presentarse a trabajar en un estado decente, después de una noche de excesos. ¿Qué pensarán los accionistas de ese tipo de actuar? ¿Le subirían el salario, le darán un bono? ¿O comprenderían que ese tipo de equilibrio es necesario para alcanzar las metas? Lo curioso, decía, es que las metas en el primer período se le atrasaron considerablemente, pero como es de esperar, los eventos sociales no se congestionaron ni un día, porque parece que el equilibrio sólo empuja de un lado de la balanza.

O con el emprendedor que vive en la casa de sus padres y por tener alguna facturación se considera tan exitoso como para hacer un salto de categoría a un auto de alta gama y no le parece que lo correcto sería empezar a hacerse cargo de su propios gastos, entre esos la comida, el combustible y el alquiler.

Sucintamente, como decía en un comienzo, el problema de la mala ortografía no es saber que vaca se escribe con ‘v’ el problema está en la forma de pensar. El que no analiza su lenguaje, no analiza sus pensamientos; y es allí donde radican sus limitaciones. Pero pasa que es de valientes abrir un diccionario y/o preguntarse honestamente si se está actuando de la mejor manera de acuerdo a sus propias capacidades. Esa la única forma de poder corroborar si tanta comodidad no es fruto de la mediocridad.

Anexo: Unos días después de haber publicado este texto me encontré con esta frase de la genial Carolina Sanín en una columna muy interesante que se puede encontrar aquí.

“(…)porque la pobreza lingüística refleja falta de curiosidad, y el desinterés por conocer lo único que nos une, que es nuestro común idioma, denota desprecio por el bien común.”

Hay que cuidar las raíces.

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