El vesubio

Ácrata y Banquero
Échele cabeza
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2 min readFeb 3, 2014

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Las palomas vuelan

Cuando escuchan disparos. Porque la onda expansiva de la explosión las asusta. ¿Hasta dónde tendrán que volar cuando explote el Vesubio? Ojalá se acuerden para donde volaron sus abuelos en Hiroshima o Nagasaki.

Vientos de guerra

Si usted se devuelve en el tiempo, justo antes de que mataran al archiduque Francisco Fernando el mundo civilizado se vanagloriaba por su desarrollo, estabilidad y sobre todo buenos augurios. Ese mismo mundo sabía que existían algunas personas ligeramente incomodas por el status quo. Pero como suele suceder, aquellos que pueden actuar se quedaron sentados mirándose el ombligo y no solucionaron nada. Lo dejaron en manos del destino. El destino, con su elegancia y azar le entregó dicha responsabilidad a Gavrilo Princip. Unos les echaron la culpa a otros, se molestaron, se golpearon. Después vino una guerra por territorio, unos se querían independizar a otros los independizaron, unos sacaron una buena tajada y a otro lo castigaron. Ese otro castigado se dedicó a llenarse de odio y un día dijo no más. El tipo se cansó y se desquitó con todo el que pudo. Fue un suicidio, pero se llevó a más de uno con él. Varios millones para ser más exacto.

¿Qué pasó después?

El mundo se dividió en dos partes y empezaron a jugar a las escondidas, con lo aburrido que puede resultar ese juego entre dos. Entonces metieron más gente para hacerlo divertido. Finalmente uno descubrió al otro, lo buscó entre los nuevos jugadores, en territorios recónditos. Un ganador y un perdedor. El perdedor dolido se fue a la esquina con los otros perdedores y decidieron volverse radicales.

El modelo

Si lo abstrae tenemos la misma situación una vez más. Los perdedores estuvieron ejercitandóse mientras los ganadores se dedicaron a pasarla bien y de vez en cuando a regañar a los hijos fuera de matrimonio que andan por ahí regados. Tenemos a una gente ofendida y pisoteada, que de verdad no le tiene miedo a la derrota porque ya la saborearon por mucho tiempo, no tienen nada que perder porque ya lo han perdido todo. Vienen sin miedo y armados. Mientras sus rivales son muy amables y defiende democracias aquí y allá.

Los perdedores tienen odio y sed. Si ese odio es canalizado puede hacer mucho daño. Si todo el odio en común se alinea y consiguen alguna victoria, por mínima que sea, esos perdedores lo seguirán hasta el fin.

Si no estalla hoy estalla mañana. Pero eso no se queda así.

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