Construyendo futuro en tiempos de economías en baja
Este año escucho menos que nunca en Argentina frases como: “Dale, hagámoslo que con este proyecto la vamos a romper!” o “Pongámosle todas las pilas que con estas ideas no nos para nadie”. Otros años fueron mucho más fáciles en este sentido. Percibía un fluir que este año no noto para nada. El entusiasmo era más contagioso y se iniciaban proyectos de manera “serial”. Pero este año lo veo trabado.
Sé muy bien que es un año difícil para muchos, de contracción económica para unos cuantos, de pasar necesidades para muchísima gente y de frenar proyectos para un montón de amigos, conocidos, desconocidos y para quien escribe. Y si ya de por si emprender nunca fue fácil, a la complejidad propia se le están sumando este año varios condimentos pesaditos que no se la hacen fácil a nadie, y en particular impactan mucho sobre el “emprendedor”, el que desde su visión y sus propios recursos (escasos) intenta crear valor, crear fuentes de trabajo, crear riqueza y bienestar.
Emprender (es decir: estudiar, investigar, experimentar, relacionarse, armar, desarmar, probar y equivocarse, volver a probar y a veces acertar, comprar, vender, andar y desandar, para poder crear valor) a simple vista no parece ser lo más conveniente en tiempos de economías en baja, pero mi voz interior me dice “que lo tengo que seguir intentando, porque se puede” y que si no escucho esa frase proveniendo de boca de otras personas con la habitualidad de otras épocas, quizás sea yo quien la tenga que enarbolar y decirla, al menos para contagiar un poco de positivismo, para incitar a ponerse en movimiento, manos a la obra, derechito a la acción, antes que caer en la desazón, frustración, amargura e indecisión, o quedar gris, en pausa y sin aportar nada a la “construcción de futuro”.
Por eso, a pesar de las dificultades, siempre me gustó formar equipos guiado por pasiones, compartiendo la pasión por crear y generar valor en los ámbitos de mis capacidades y las del grupo, iniciando o continuando proyectos que combinen intereses y disciplinas variadas, buscando lograr un impacto positivo en propios y ajenos. Y si es verdad que uno solamente aprovecha una fracción de la capacidad del cerebro, creo que tengo a favor ese margen de cerebro en desuso… y que es cuestión de insistir, de usarlo más a fondo, para que primero con ingenio, segundo con “ambición” (de un futuro mejor), tercero con insistencia (testarudez + constancia) y con mucho esfuerzo (disfrutable, por cierto) se tiene que poder.
Algunas veces los contextos y los momentos vistos desde un determinado ángulo no parecen los mejores para emprender. Pero algunas veces esos mismos contextos vistos desde otro lado se llaman “oportunidad”.
Bueno, me voy a seguir remando.
Abrazos.
