Yacanto de Calamuchita, Córdoba — Foto: Gustavo Adrián Salvini

La paradoja de lo urgente y lo importante

No tener tiempo está de moda.

Gustavo Adrián Salvini
Echoes (of me)
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4 min readJan 24, 2017

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Sobrecargar agendas no es sinónimo de progreso, salvo que seas un vendedor de agendas que inviten a la sobrecarga. Ummm… no había pensado en ese negocio…

Pensando especialmente en los cuentapropistas y emprendedores, en estos tiempos que corren, hay una idea que está resonando en mi cabeza.

¿El trabajo que nosotros mismos creamos para vivir mejor no nos deja tiempo para formarnos en las habilidades y conocimientos que necesitaríamos para hacerlo mejorar y crecer?

Supongo que queremos crear nuestros propios trabajos para estar mejor que en una relación de dependencia, pero terminamos creando círculos viciosos de diferentes colores y tamaños.

Si queremos crear nuestros propios trabajos y luego hacerlos mejorar es, en teoría, porque alguna vez tuvimos en mente sostener en torno a esa actividad una forma de vida más cercana a nuestro ideal. O por cuestiones vocacionales, si no encontramos nuestro lugar en un empleo tradicional, y sentimos que lo nuestro “es otra cosa”. En definitiva, para estar mejor que trabajando para otro.

Y cuando logramos crear nuestros propios trabajos, luego empiezan a generar dinero, dinero que nos sirve para comprar cosas y para pagar servicios que necesitamos para seguir trabajando; dinero que invertimos para hacer crecer ese trabajo soñado que creamos y así poder atender a más clientes, agrandando la estructura, quitando barreras para que nuestro ritmo de trabajo aumente, y así sucesivamente…

¿Dije estructura? Eso no me suena mucho a libertad. Me suena más a un empleo tradicional. Pausa para reflexionar.

“Quiero un loop protagónico”, diría Gustavo Cerati. Y sin dudas se hace protagónico el loop. Ese círculo vicioso que creamos se apodera de nuestra idea original basada en la libertad, y desdibuja las etapas que le siguen cuando crecemos laboralmente.

Ese loop, como un vórtice, nos mantiene a un costado del plan original, a un costado de la libertad creativa, pero sobre todo de la libertad evolutiva, esa que nos permite tener a nosotros mismos las riendas firmemente, orientando nuestro trabajo hacia donde queremos que crezca, hacia objetivos que imaginamos al comienzo, y quizás con algunas correcciones.

Entonces, no tener tiempo es sinónimo de “falta de control”. Si no tenemos tiempo, no lo tenemos tampoco para controlar hacia dónde estamos yendo. No tener tiempo es en términos prácticos, como no tener manos para llevar las riendas del destino. El tiempo es el recurso más básico, todo lo demás depende de él.

El tiempo es el sustrato indispensable para todo lo que hay y para todo lo que podría haber si lo usáramos a favor.

Pero el tiempo es un viento que sopla siempre en una misma dirección, y esos vórtices nos dejan clavados, alejándonos de la libertad creativa y evolutiva.

¿Por qué la falta de tiempo es algo tan actual?

Aparentemente vivimos con una lista interminable de obligaciones auto-impuestas que engendran nuevas obligaciones en un sinfín que posiblemente no tenga ningún sentido.

La pausa

¿Cuándo paramos para armarnos y seguir? No parar es como intentar subir a una montaña sin intervalos de descanso y de regeneración. ¿Cuándo nos regeneramos? ¿Cuándo recalculamos como los GPS, una vez fijados los objetivos?

Sin pausa, si hay desvío, no volvemos al carril, y seguimos alejándonos de lo que nos trajo a esta aventura.

¿Cuándo aprendemos y asimilamos las técnicas, las artes y habilidades que vamos a necesitar más adelante? ¿Cuándo es el momento de revisar los mapas de la subida a la montaña? ¿Estaremos yendo por el camino justo? ¿Tendremos las habilidades suficientes para afrontar lo que nos espera en el camino?

Hacer propios nuevos “skills” no es solamente leer libros, papers o artículos, ni asistir a cursos. Es algo más profundo que requiere de eso que hoy en día casi no tenemos (tiempo) para la práctica y la asimilación.

Lo urgente se metió en lo cotidiano, cuando debería ser algo excepcional.

Entonces: ¿Cuándo es el tiempo de aprender y de asimilar, y cuándo el tiempo de producir con todo eso? ¿Cómo administrar lo urgente vs. lo importante, para tener tiempo de producir lo que nos va a generar el sustento económico, y cuando parar la máquina para regenerarnos o crecer en conocimientos y habilidades que nos permitan escalar en nuestro trabajo?

Pero entonces, ¿dónde ubicar los márgenes de tolerancia entre dedicar tiempo a producir directamente y dedicar tiempo a aprender para producir con mayor calidad o innovación en el futuro?

La respuesta exacta de cada uno dependerá de su contexto, de su situación económica y de su posibilidad para asumir riesgos, pero creo que hay que prestar atención a esta situación ya que en mi opinión, la urgencia y la ansiedad son las marcas de estos tiempos.

Estamos ansiosos y buscamos resultados veloces para procesos que, así, generan resultados pobres, de escasa calidad o escaso contenido, como una superficie dorada que brilla y atrae, pero delgada como un globo, que ante cualquier situación punzante se pincha.

Me gustaría conocer sus reflexiones y opiniones.

¡Gracias por su lectura!

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Gustavo Adrián Salvini
Echoes (of me)

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