Algunas cosas que he aprendido trabajando para mi mismo

Xuan Prada
7 min readOct 24, 2013

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Hace un tiempo decidí que ya era hora de dejar de trabajar para clientes y empezar a trabajar para mi, o al menos, intentarlo.

Mi último trabajo como freelance me llevo a liderar el equipo de texturizado de Trixter Munich para Iron Man 3.
La experiencia fue muy buena, los resultados de nuestro trabajo espectaculares, y como no podía ser de otra forma, todos los implicados en el proyecto acabamos contentos.

En ese momento, cuando aún era feliz haciendo lo que hacía , decidí dejarlo. Para irme con buen sabor de boca, con la sensación de haber realizado un buen trabajo, de haber contentado a las personas que me habían contratado.

No quería dejarlo porque ya no disfrutaba de lo que hacía, o porque algo me había salido mal. Ese era el momento oportuno.
Mi intención era (y aun lo es) dejar de trabajar para clientes y empezar a trabajar para mi. Eso se traduce en productos y servicios ideados, diseñados y ejecutados por mi y/o un equipo de mi confianza.
Productos que en primera instancia me satisfagan a mi, y en segunda, a un potencial numero de profesionales con los que comparto industria, problemas, inquietudes, necesidades, etc.

Obviamente la decisión no es fácil.Trabajar para clientes es un modelo más o meno seguro, que te proporciona un flujo continuo de proyectos en los que desarrollar tu actividad profesional, que a su vez te lleva a otros proyectos y como no podría ser de otra forma, termina en ingresos y solvencia económica.

La transición de clientes a productos no es fácil. Intimida, impone, porque significa perder a tus clientes, dejar pasar proyectos (algunos interesantes) y no ingresar capital.
Tengo que decir que yo no me “juego la vida” en el alambre, yo -por suerte- camino sobre una red de seguridad. Aun mantengo mi trabajo “normal” como artista de efectos visuales en Londres.
Como no podría ser de otra manera, basado en proyectos, lo que significa que este mes tengo red de seguridad, pero quizá el mes que viene no.

En fin, sea como fuere, tome la decisión de dejar de trabajar para clientes y empezar a trabajar para mi mismo. En mis propios productos y servicios, en mis ideas.

Apenas ha pasado año y poco desde que empecé con esta nueva aventura, y me gustaría contar a grandes rasgos algunas de las cosas que he aprendido hasta la fecha. Espero que sean muchos más durante el año que viene.

Quejarse ya no sirve

Cuando uno trabaja para otros, especialmente cuando formas parte de una gran compañía, con muchos recursos, quejarse es muy fácil.
Hay personas a las que les pagan muy bien por aguantar tus quejas, así que el empleado normal tiende a quejarse, es un acto reflejo y natural. Fácil, accesible y cómodo.

Cuando uno se queja, alguien recoge la patata caliente, la pasa a las manos adecuadas y otros buscan una solución factible. En algunos casos llega antes de que la patata explote, en otros no.

Cuando uno trabaja para si mismo, junto a unos pocos profesionales elegidos (y no impuestos) tratando de crear unos productos específicos, quejarse no sirve de absolutamente nada.
Una queja aislada (o dos, o tres, o cincuenta) no te lleva a ningún sitio.

Toda queja o problema tiene mandatoriamente que venir acompañada de al menos una propuesta que alivie dicha queja o problema.
Una solución, o al menos una iniciativa para solucionar el problema denunciado. De este modo, las quejas, los problemas, pasan a ser algo positivo.
Se convierten en un punto de partida para trabajar, para mejorar, para crear algo que tiene una función objetiva. Ayudará al equipo, a la empresa y al producto.

Quejarse e identificar problemas, acompañados de posibles soluciones, es un habito realmente sano para cualquier equipo, empresa u organización.

Crear “cosas” que necesites

Cuando uno decide dejar clientes para centrarse en productos/servicios, la mejor forma de empezar (o al menos la que mejor se adapta a mi) es intentar crear soluciones para mis propias necesidades.
Yo conozco mis propias necesidades y requerimientos mucho mejor de lo que puedo conocer las necesidades ajenas.
Encontrar el camino para resolver mis propias necesidades, debería al menos en principio, ser mas fácil.

Al cabo de cierto tiempo, te darás cuenta de que tus necesidades y problemas no son únicos. Al igual que tu, muchos profesionales similares a ti pueden tener las mismas inquietudes, necesidades y problemas, y estén esperando una solución en forma de producto o servicio.
Quizá tu propuesta cubra tus necesidades y las de los demás.

Auto financiación

Procura auto financiarte siempre que puedas.
Encontrar financiación externa para tus proyectos, es relativamente fácil. Pero quien ponga dinero en tus ideas, te exigirá unas fechas de entrega, unos beneficios de vuelta, etc. Si no quieres, si no necesitas esa presión añadida, intenta auto financiarte.

Esta claro que esto solo es posible en algunos casos. Si necesitas unos pocos miles de euros para empezar, quizá puedas auto financiarte, si estamos hablando de cantidades mayores, probablemente no, y necesites una inyección de capital externa.

Auto financiarte, te permite centrarte en el desarrollo de tus ideas al ritmo que consideres oportuno para convertirlas en realidad, para convertirlas en productos de calidad.
Fechas de entrega o presiones externas marcadas por inversores, pueden derivar en distracciones de lo que realmente importa; el producto.

Decisiones

Cambia tus decisiones a medida que tu compañía evoluciona.
Las decisiones importantes (o las no) nunca deben de ser fijas, deben mutar a medida que tu compañía y su entorno cambian.
Las decisiones son acertadas o equivocadas en función de unos determinados factores, como el tiempo, el numero de empleados, la localización, precios, etc.

No grabes en piedra una decisión, en seis meses podrías descartarla porque tu compañía ya no se adapta al modelo que habías dado por sentado.
Cambiar de opinión y actuar de forma diferente en función del entorno, te ayudara en el día a día.

Prototipos

Sea cual sea el producto o servicio que tu empresa ofrece, crea prototipos, versiones alpha, etc y sácalos a la calle lo antes posible.
No necesitas venderlos al público en general. Puedes distribuirlos entre compañeros de trabajo, amigos, contratar beta testers, vender copias por un precio más bajo del precio de venta final, etc.
Lo importante es que se utilicen y que obtengas un feedback rápido sobre tus productos.

Quizá emplees mucho tiempo en un producto que sale al mercado y no tiene buena acogida. Puede que no merezca la pena seguir invirtiendo tiempo y dinero en algo que tiene un feedback precario por parte del cliente potencial.

Por el contrario, puede que a la gente le guste tu producto, o una parte de él, y te ayuden positivamente con feedback e ideas para mejorarlo.
Guardar el producto en un armario o en un disco duro hasta que creas que es perfecto, solo sirve para que alguien de la competencia lo saque al mercado antes que tu, y entonces, se te quede cara de tonto.

Cuando saques una versión final de tu producto, no olvides ser agradecido y obsequiar a tus beta testers con una copia, un descuento, o cualquier cosa que se te ocurra para darles las gracias.

Calidad y personalidad

He cambiado a mis clientes por mis productos.
Ya no tengo que hacer el trabajo que no quiero. Ahora solo hago aquello que me parece interesante, aquello que me excita, ya no trabajo por trabajar.
Dentro de ese contexto, tienen mucho sentido que los productos en los que trabajo se vean impregnados de mi personalidad y la de mi equipo, es inevitable. Nuestros productos serían diferentes si los diseñaran otras personas, porque nacen del lado humano, de la parte subjetiva que nos caracteriza como personas.

Al mismo tiempo, estas características mencionadas, son sinónimo de calidad. No trabajamos en los proyectos porque nos pagan por hacerlos, trabajamos en los proyectos en los que queremos trabajar, los hacemos porque queremos hacerlos, sin prisas, con conocimiento de causa, mimando los detalles. Todo esto repercute en la calidad final de los productos.

Personas

Cada empresa, cada proyecto, cada idea es diferente. Rara vez puedes llevar a cabo algo tu solo.
Es muy importante rodearte de gente que te pueda ayudar a realizar tus ideas.

Las ideas no valen nada, cero. Lo que tiene valor es la ejecución de las mismas, la transformación de algo etéreo en algo tangible.
Solo hay un canal que permite esa transformación, las personas.

Puedes contar con profesionales que contrates, familiares que te apoyen, amigos dispuestos a echar un cable, colaboradores, entusiastas, etc.
Sea como sea, rodéate de gente buena, grandes profesionales.

Las personas hacen trabajos alucinantes, no importa de donde vengan, donde vivan, desde donde trabajan o la edad que tengan.
No tengas miedo a trabajar de forma remota, tenemos las herramientas adecuadas para hacerlo.
El país, la ciudad, la zona horaria, el idioma, no importan. No te veas restringido por cuatro paredes, una mesa y una silla. Los mejores sitios para trabajar son los coworking spaces, las cafeterías, los bares, los trenes, los aeropuertos. Lo importante es la calidad del trabajo humano.

Cada persona trabaja de forma distinta, algunos prefieres las noches, otros las mañanas. Se flexible y deja que tus colaboradores den lo mejor de si mismos cuando ellos lo crean oportuno.

Cree en las personas para mejorar tus productos. No solo los profesionales de tu sector, cada individuo es una fuente de conocimientos inmensa.

Pregunta a personas que no tenga relación alguna con tu actividad profesional, te sorprenderán.
Tus padres, la camarera que te sirve la comida, el panadero al que saludas todas las mañanas. ¿Qué opinan ellos de tus productos? Las mejores aportaciones vienen de los canales mas insospechados.

De momento voy a dejarlo aquí.
Creo que podría escribir largo y tendido sobre todo lo que estoy aprendiendo. Pronto escribiré más al respecto.

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