El enigma del conformismo mexicano

Análisis sobre el reporte “¿Qué tal la vida? 2013” de la OCDE

Ethos Laboratorio
4 min readNov 27, 2013

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Por: Ana Lucía Dávila (@AnaDavilac89)

Internacionalmente reconocidos por nuestra alegría, amabilidad y caluroso corazón, México se jacta de ser un país único por el optimismo de su gente. Y esto no lo dice solo la voz popular, también lo dicen el Better Life Index 2013 y el reporte How’s Life 2013 de la OCDE que muestran a México como uno de los países más felices y con mayor satisfacción de vida entre los miembros del mismo grupo.

Sin embargo, tras revisar los reportes, cabe preguntarse si nuestra felicidad y satisfacción son genuinas, o si son el producto de vivir frente al espejismo de progreso en México.

Hoy en día, los motivos para estar felices y satisfechos en México son mínimos; quizá lo han sido desde hace años o desde hace sexenios. Más allá de los fracasos del TRI y los misterios que la justicia sigue sin poder resolver, en México no estamos avanzando económica, política ni socialmente, al menos no como se esperaría de una potencia emergente como lo es nuestro Tigre Azteca. Sin embargo, estamos conformes.

Hace algunos meses, la OCDE presentó el Better Life Index 2013. El índice mide el bienestar de los países del grupo calficándolos con puntajes del 0 al 10 en 11 dimensiones generales como: Empleo, Educación, Participación Ciudadana, Salud, Seguridad, entre otras.

De estas 11 dimensiones, reprobamos 10.

En salud nos sacamos un 4.7, y no es de sorprenderse cuando 3 de cada 10 mexicanos padecen de obesidad y tenemos la menor esperanza de vida del grupo. En el balance entre vida personal y trabajo, obtuvimos 2.8 puntos, indicando que la calidad de las condiciones laborales son, en su mayoría, malas y dejan poco espacio a la vida personal y familiar. Un reporte anterior de la OCDE demostró que México es el país donde más horas se trabajan cada año, 2,250, mientras que el promedio de la OCDE es 1,776. Sin embargo, este esfuerzo no nos ha hecho ni más ricos ni más competitivos.

En educación no logramos obtener ni un punto completo en la escala de 10. A pesar de que somos el país de la OCDE con el mayor gasto en educación, somos el último lugar en años de estudios completados y tenemos pésimos resultados en la prueba PISA. ¿Y en seguridad? Sacamos cero. La tasa de homicidios se ha triplicado en los últimos 6 años, lo cual deja poco espacio para dudas y explicaciones.

¿Y cuál fue la categoría en la que aprobamos con un convincente 8.5? Satisfacción de vida. A pesar de la tempestad, México resultó ser uno de los países más felices y satisfechos con sus vidas ocupando el lugar 10 del ranking de 36 países desarrollados.

El optimismo mexicano, al igual que la falta de progreso en los últimos años ha sido una constante. El estudio How’s Life 2013 de la OCDE publicado este mes indica que, en el periodo 2007 — 2012, México ha ocupado los lugares más bajos en el ranking en 8 de 11 categorías. A pesar de que la crisis de 2008 no tuvo impacto significativo en las tasas de empleo ni condiciones del mercado laboral, estos tampoco han mejorado y México se ha colocado como uno de los países con mayor desigualdad de ingresos. Nuestra brecha de género fue de las que más se redujo en el mismo periodo, sin embargo, los problemas que persisten en este tema son preocupantes. La violencia intrafamiliar, la baja remuneración económica y las escasas posibilidades de obtener un cargo público continúan aquejando a las mexicanas, a pesar de que en 2012, el número de mujeres que obtuvieron un título profesional superó al de los hombres.

En el mismo periodo México incrementó su satisfacción de vida, pasando de 55% en 2007 a 70% en 2012. ¿Resignados o acomplejados? Los mexicanos no solo estamos conformes, sino satisfechos con lo que tenemos. Mientras que nuestra capacidad de anteponerse a las adversidades es admirable, también es cierto que nuestra pérdida de capacidad de indignación es alarmante.

Como sociedad vemos el vaso medio lleno, y nos parece suficiente; llenarlo por completo requiere esfuerzos con alta probabilidad de fallar…¿y para qué? Como país, hemos sido invitado a los selectos grupos del escenario internacional por nuestro potencial, pero la verdad es que no estamos dando el ancho. Parece ser que somos ese jugador del TRI invitado a jugar en equipos europeos que a la hora de enfrentarse a países del caribe no puede anotar el gol. La apatía generalizada, la desesperanza rutinaria y la falta de asombro ante injusticias, impunidades, tranzas e ineficacia, parecen ser un mal endémico que ha estacionado al país en el conformismo. Sin una sociedad con capacidad de indignación, que se sienta merecedora de una mejor calidad de vida y que tenga las ganas de ver la realidad y exigir, muy poco cambiará.

Sin bastón, sin lentes de sol, y sin lazarillo, México se conduce con los ojos cerrados, a pesar de su capacidad de ver. Esta es la historia que nos ha marcado por décadas y parece ser que ni el prospecto del Mexican Moment podrá corregir, pues no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Ana Lucía es Asesora de la Dirección General en Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.

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Laboratorio de ideas (think tank) que transforma investigaciones en políticas públicas que atienden los retos más relevantes para México. www.ethos.org.mx