Juego de roles

El poder económico no quiere perder su posición de privilegio.

Juanjo Rodríguez
Negocios, Marketing…
3 min readApr 13, 2014

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La economía no está aislada del resto del universo. No es una ciencia ajena a las disputas que surgen del conflicto de intereses entre el poder económico y el político (entendido, este último, por el gobierno que administra el Estado). Algunas veces, tales poderes coinciden en los distintos lineamientos que hacen a un proceso económico y en otras ocasiones suelen estar enfrentados.
Por lo tanto, vale decir que puede existir una coincidencia ideológica tanto como puede haber una diferencia importante. Dicho de otro modo, un poder puede ser funcional al otro.

Por ejemplo, en la reciente década de los ’90, el poder político brindó las condiciones necesarias para que el poder económico obrara a su antojo, destruyendo la vapuleada industria, regalando un bien estratégico como el petróleo y dejando a mucha gente en la calle. El “mercado” mandaba, con una gran ayuda del aparato estatal. La ideología neoliberal triunfó.
Por otro lado, cuando la situación es al revés y es el poder político el que necesita al poder económico de su lado y se subordine a un proyecto determinado, como puede ser una recuperación de la industria, creación de fuentes de empleo y políticas que se traduzcan en una distribución de lo que el país produce en favor del trabajador, con reconocimiento de los sindicatos y la consecuente negociación de paritarias, surgen los problemas.

El poder económico prefiere someter al conjunto de la sociedad a través del Estado (sometido al poder económico) a que el sometido (trabajador) recurra al Estado para que le brinde mejoras y éste le responda (Estado emancipado). Un Estado con cierta autonomía respecto del poder económico representa una amenaza para este último.
Por lo tanto, no es solamente económico el interés del poder económico, sino político (de hecho, sus márgenes de ganancias siguen siendo muy altos). Esta situación es la que debemos sortear.

El Estado tiene dentro de sus posibilidades limitar las ganancias de distintos sectores y asignar recursos en función de sus objetivos económicos. Pero no puede hacerlo por sí solo (claro, al igual que el “mercado” cuando necesita del Estado). En el conflicto del campo del 2008, el gobierno trató de trasladar parte de las extraordinarias ganancias del sector agroexportador a la industria, a través de las retenciones. ¿Cuál fue la reacción del sector agrario? ¿Aceptó la decisión tomada desde el Estado?

En un reciente artículo de Aldo Ferrer se responsabiliza al Estado de lo que sucede en la economía, es decir, que si la especulación empresaria le gana la pulseada a la inversión tendiente a profundizar la industrialización, es porque el Estado genera las condiciones necesarias para que así suceda. ¿Es capaz el poder económico de aceptar las condiciones que el poder político disponga? ¿Es el poder económico lo suficientemente dócil?
Al conflicto con el sector agroexportador podemos agregarle cuando distintas cámaras empresarias rechazaron la estatización de las AFJP. También cuando se realizaron las estatizaciones de YPF y Aerolíneas Argentinas el poder económico apuntó al Estado como ineficiente para llevar a cabo el rol de empresario. ¿Acaso les molesta que no puedan seguir amasando grandes fortunas?

El poder económico no quiere perder su posición de privilegio, no quiere ganar menos de lo que actualmente gana por más que el poder político lo nutra de buenas intenciones. Existe una ventaja fundamental: la temporalidad. ¿Cómo es esto? El poder económico perdura mucho más tiempo que el poder político, es decir, los grandes terratenientes tienen más tiempo en el poder económico que el poder político que quiera instrumentar determinadas políticas que discuta su lugar de privilegio. Entonces, ¿que nos hace pensar que el poder económico aceptará las reglas del juego tan fácilmente?

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