Ambiente sano para una vida digna

Mosaico
Editorial
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3 min readMay 5, 2016

Por Rab. Sergio Bergman

El desafío que tenemos es doble: no hundirnos en el pasivo ni quejarnos de lo que hemos decidido, sino bendecir y agradecer la oportunidad única que tenemos de transformar, de acercarnos a todos aquellos que ya se acostumbraron a no esperar nada, o a recibir muy poco, o en última instancia a que los atiendan cada dos años para prometerles lo que no se cumple. Por eso, nuestra diferencia está justamente no en prometer sino en comprometer, no estar lejos sino cerca y hacer las grandes transformaciones en avances concretos de cada día. Esto de alguna manera es un cambio cultural al que venimos a abonar, a comprometer y a trabajar.

Muchos temas requieren solvencia y conocimiento técnico, de ahí que es muy importante que valoricemos lo técnico y lo profesional en nuestra gestión. Pero el desafío es antes que técnico, ético. Porque es indigno que nuestra gente viva como vive. Y si nosotros tenemos claridad de que estamos con una deuda ética antes que técnica, no vamos a tener ninguna duda de que lo que el Presidente anuncia, que es que unir a los argentinos, erradicar la pobreza y combatir el narcotráfico son prioridades que mucho tienen que ver con esta idea de que primero está la gente; y que primero está de alguna manera la deuda, que antes que económica y social es ética. Un país bendito como el nuestro no puede tener a la gente postergada como la tenemos.

Nosotros, desde el Ministerio, estamos para gestionar, controlar y auditar, no como nos parece sino como dice la ley, que toda práctica productiva prospere y se desarrolle y se expanda, nunca en detrimento de la dignidad de las personas ni de la malversación del don único que tenemos que es esta tierra bendita con todos sus recursos. Pero la Constitución dice que así como nosotros tenemos este derecho para gozar de él, tenemos que asegurar que las generaciones futuras también tengan el mismo derecho; porque ya sabemos que nuestros hijos y nietos, si seguimos así, no van a gozar de los derechos que nosotros tuvimos y esto de alguna manera es una medida de responsabilidad, además de formal y legal, espiritual de la trascendencia del mundo que le dejamos a ellos.

El planeta está enfermo, lo hemos enfermado, la naturaleza nos devuelve multiplicado la negligencia con la que hemos actuado; por eso, volvamos a la máxima de que la naturaleza es sabia. En el 2018 todas nuestras actividades van a estar reguladas por compromisos ciertos, que van a ser medidos, que van a ser indicadores. Ya no hablamos de valores en términos de ideales sino valores concretos que vamos a medir en cómo nuestras actividades impactan, para lo cual tenemos que tener indicadores; además de la sensatez y la responsabilidad de que todo aquello que daña el ambiente nos daña a nosotros y habla de la calidad de la vida.

Es momento de juntarnos y darnos fuerza para lo que hay que llevar adelante. Y también que no seamos los mismos y que seamos diversos sin que estemos dispersos, que no pensemos igual sin cancelar nuestras diferencias, pero que seamos hermanos para unir a la Argentina en la fraternidad que permita, en definitiva, hacerla progresar para que todos en la libertad que nos da la ley, podamos hacer prosperar lo que está pendiente: la equidad y la justicia social para todos los hombres y mujeres de este bendito suelo, que tienen que hacer aquí, en esta tierra, algo de nuestro cielo.

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El espíritu de este espacio es plural, rico en las diferencias que se integran en un mosaico multicolor. Lugar de encuentro hacia la libertad creativa.