Mosaico
Editorial
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3 min readJul 26, 2016

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Argentina y la agenda global de Cambio Climático

Por Rab. Sergio Bergman

Nuestra Argentina tiene que volver rápidamente a un trabajo que la
ponga en la dirección de mitigación del cambio climático, ya que tiene que ver con el encuadre global de la agenda y es algo muy importante porque pone al país entre las primeras naciones, habiendo estado tan atrasados en la retaguardia, asociados con los peores, como Arabia Saudita o Venezuela.
Más allá de haber abandonado esos grupos, ahora estamos en una posición razonable y queremos ir por una posición de liderazgo. En esta agenda, no queremos llegar siempre tarde y mal.

Queremos liderar e innovar para plantear que las prácticas que tenemos sobre estos desafíos que se nos vienen no nos van a encontrar ni haciendo la plancha ni dormidos. Al contrario, teniendo discusiones y deliberaciones que pasan por lo que los argentinos ya demostramos en lo privado y tenemos que transferir a lo público: iniciativa, proactividad, capacidad productiva,
innovación, conocimiento, ciencia y tecnología. Fundamentalmente, en un
dilema que parece solamente técnico pero que primero es ético.

La primera sustentabilidad que tenemos que asegurar es la humana. Por
eso, nuestra política en términos de ambiente y desarrollo sustentable
empieza por la dignidad de las personas. Tenemos en nuestras manos lo
más valioso de lo digno de un ser humano que es el pan, su alimento. Y
si no somos capaces de mover esta agenda en un país bendito como el
nuestro, que puede producir la cantidad de alimentos que produce, no lo
podemos decir afuera hasta que cancelemos la deuda social interna; que
es la indignidad de que tengamos todavía millones de nuestros hermanos
sin pan y sin techo, sin salud, sin educación. Acabo de anunciar no mi
dogma ideológico sino lo que establece la Constitución, que son los
Derechos Humanos.

Por lo tanto, la agenda de Ambiente y Desarrollo Sustentable es de
Derechos Humanos. Los argentinos tenemos que volver a recuperar esa
noble misión, en los últimos años profanada y degradada, en la
malversación de una noble causa. Ahora tiene que ser reivindicada, no
solo por la memoria de los Derechos Humanos profanados en el pasado
sino los pendientes del presente, que se resuelven únicamente con
trabajo. Con agregado de valor, con la presencia del Estado, con la
sinergia colaborativa de lo privado y de lo público. Nadie tiene que tener toda la razón, sino que tenemos que razonar juntos para de alguna manera poder prosperar.

Por último, quisiera ratificar enfáticamente el Acuerdo de París y el
próximo en Marrakech. Cuando ya hay acuerdos como el de París que son
vinculantes, y el reloj de arena ya empezó a correr, en el año 2018
nos van a tomar examen. No es una aspiración y no es una declaración.
Es un compromiso que tiene impacto directo sobre nuestras actividades.
Seamos proactivos, serios, trabajamos, investigamos, pedimos que nos
midan, pedimos que nos auditen, pero también pedimos que nos escuchen.
Porque nuestras prácticas y nuestras técnicas tienen un lugar en
aquello que es de avanzada. Comprometidos, no con promesas sino con
trabajo.

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