Mosaico
Editorial
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2 min readApr 1, 2016

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Cuidar entre todos la Casa común que tenemos

Por Rab. Sergio Bergman

Foto grupal de los Ministros de Ambiente de la región

Participar en Colombia de este Foro de Ministros de Ambiente de Latinoamérica y el Caribe es realmente un compromiso renovado por el planeta porque el futuro se hace en el presente, si tomamos las decisiones por aquel futuro. Y las conversaciones que se están dando tienen que ver con hacer futuro en el presente.

A nuestro país le costó casi su historia la decisión de política de Estado que haya un ministerio, que empezó llamándose de Medio ambiente. “Peleamos” para que nos devuelvan la mitad que nos faltaba y el ministerio ahora se llama de Ambiente. Algo que parece retórico y menor y es conceptualmente muy importante, porque ya no tenemos la concepción de que el ambiente es el medio, sino que forma parte integral de nuestra existencia indivisible.

En este marco, todas las autoridades que asistimos tenemos que tomar una decisión existencial: o nos quedamos como mediadores de conflictos de intereses, donde al meternos en esa trampa nunca vamos a salir bien, porque no es la función ejecutiva de nuestras carteras mediar, eso lo hace en un conflicto la justicia cuando se respeta la ley. Nuestra función es liderar. Para salir de mediar conflictos de intereses, tenemos que velar por el bien común. Nuestro trabajo no son los intereses, es el bien común.

Y para esto tenemos referencias muy claras: primero, el orgullo de ser latinoamericanos y caribeños, volver a recuperar a nuestras civilizaciones precolombinas, retomar a nuestros pueblos originarios desde la visión de la Pachamama hasta cada una de las identidades que en la unidad de Latinoamérica no cancela la diferencia, sino que la diferencia se celebra y enriquece.

Por todo esto, y para cumplir con el Acuerdo de París (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) es que no tenemos que tener una idea, sino que tenemos que realizar Indicadores Nacionales de Contribución para este objetivo, donde todos nosotros no tenemos más tiempo. El reloj de arena empezó a correr y nuestro trabajo ya no es una buena voluntad sino la responsabilidad de la idoneidad de hacer posible la convergencia donde ningún interés, de ningún sector ni de ningún Estado, va a estar por encima del bien común, que es de todos. Somos no solamente hijos de un mismo Padre que está en el Cielo, sino hermanos en esta Tierra, donde hacer algo del Cielo entre nosotros no es ni más ni menos que cuidar la Casa común que tenemos como bendición.

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El espíritu de este espacio es plural, rico en las diferencias que se integran en un mosaico multicolor. Lugar de encuentro hacia la libertad creativa.