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Editorial
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3 min readApr 16, 2015

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Día de Conmemoración del Holocausto
Iom HaShoá VeHaGvurá
Por Rab. Sergio Bergman

El nombre que habitualmente se le concede a esta fecha es el de Iom HaShoá, traducido como “Día de Conmemoración del Holocausto”. Esta traducción omite la segunda parte del nombre: la Gvurá, el heroísmo.
En esta fecha se recuerda el genocidio y también el heroísmo de todos los que, a pesar de las condiciones más adversas, lucharon, en pequeñas o grandes gestas, por dignificar la vida.

En el lenguaje corriente, se asocia al holocausto con genocidio, matanza. Pero es fundamental remarcar que el término Shoá no significa sacrificio u holocausto, sino que, a partir de su aparición en el libro de Isaías, capítulo 47, entendemos la Shoá como un viento devastador, que arrasa con todo lo que encuentra a su paso.
El término hebreo de holocausto sería Olá, sacrificios en el fuego que el pueblo de Israel realizaba durante la época en el que el Templo de Jerusalem existía.

Nuestros hermanos no fueron sacrificados, no fueron llevados, como muchos autores citan, como “corderos al matadero”. De acuerdo con el significado de la palabra Shoá, fueron arrasados, arrancados de raíz por un viento de muerte y destrucción.

Los recordamos como víctimas de una humanidad que, a la luz de los hechos, fue protagonista, cómplice, testigo o indiferente. Los recordamos, y denunciamos a una humanidad que permitió que esto sucediera. Aquellas personas que fueron víctimas nos permiten santificar el nombre de Di-s a través de la memoria y denuncia, para que esto no vuelva a pasar.
Santificar el nombre de Di-s no es hablar del muerto sino de los motivos por los cuales estos muertos pasaron a ser mártires. Porque, en un proceso de degradación de lo humano, ellos santificaron lo humano: escribían poesías, celebraban casamientos en los ghetos, arriesgaban sus vidas por solidaridad con su prójimo…
Nosotros transformamos a las víctimas en mártires, porque tenemos una misión: resignificar su muerte, llenarla de sentido.
Todos nos debemos a esa memoria, como miembros de este pueblo, seamos o no familiares de los que murieron.
Todos tenemos la obligación de cumplir este precepto que se nos agrega: no olvidar.
Nosotros tenemos nuestros mártires, pero no son los únicos: 60.000.000 de personas murieron. Quizás la diferencia es que muchos murieron en la batalla, defendiendo sus países. Ellos, las víctimas de las guerras, son héroes. Distinta es la situación del mártir: el conflicto “lo arrasa” sin posibilidad de previsión o anticipación, como a los 6.000.000 de judíos, por el sólo hecho de ser judíos.

Nuestro lugar
Nosotros no somos víctimas de la Shoá.
Víctimas son los que cayeron.
Nosotros debemos ser testigos.
Aunque hayamos perdido a nuestros seres más cercanos, tenemos que dar nuestro testimonio con el obrar de todos los días.
Transformarse en víctimas es “guardarse pasivamente” en un refugio.
Ser testigo es salir a denunciar y declarar que somos activos, es estar dispuestos a presentarse y dar testimonio.
Tampoco somos potenciales víctimas de un futuro exterminio. No somos víctimas de la historia. La humanidad toda corre peligro de volver a hacerlo. No sólo con el pueblo judío. Ni con Argelia, ni con Bosnia, ni con tantos “vientos devastadores” ni “la humanidad” ni nosotros reaccionamos.

Nuestra misión es la de retomar el proyecto creativo de aquellos a los que se les truncó la vida, para reafirmar su continuidad.
Tratamos de denunciar lo que la humanidad hizo posible.

El recuerdo no es el acto comunitario, sino la vida de todos los días.
Un acto por año es recordar a las víctimas.
El trabajo cotidiano durante todo el año es transformarlos en mártires.

Acerca de la Gvurá- el heroísmo
Entendemos por heroísmo todo acto que dignifique una vida denigrada.
Héroe, en este sentido, fue todo aquel que intentó vivir como un ser humano aún siendo tratado como un animal.
Gvurá son las grandes gestas y las pequeñas. El levantamiento en diferentes ghetos y los que arriesgaron sus vidas por conseguir un poco de agua para sus familias o los que no aceptaron presentarse en el Judenratt, para no salvarse con la condición de entregar a sus hermanos.
Todos los que murieron son considerados por nosotros como mártires; aquellos que hicieron cosas para defender la vida, son héroes.
El héroe no es sólo el que porta armas, un acto de heroísmo no es matar, sí defenderse y más aún actitudes que podemos tomar como modelos de exaltación de los valores de la vida.

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