Mosaico
Editorial
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3 min readApr 22, 2016

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DÍA DE LA TIERRA

Por Rab. Sergio Bergman

En este día tan especial, quiero volver al origen de mi vocación, que tiene que ver con la encíclica papal, que, particularmente, no puedo dejar de reconocer y agradecer. Cuando me tocó la responsabilidad de este cargo por encargo por un plazo determinado como servidor público, que para mí es una extensión de mi vocación rabínica que no dejó de ser; cambió mi rol y mi función pero no mi esencia, y si bien no me puedo dedicar a ser pastor en mi comunidad de base, sí entiendo que es mi vocación de servicio para la sociedad argentina siguiendo esta cosmovisión de valores que, por lo menos en mi caso particular, sin que se lo tome como tema ni dogmático ni confesional, sigo la línea de mi rabino de referencia, que sigue siendo Bergoglio.

En este caso, lo que él plantea y prescribe con Laudato Si es una visión de valores trascendentes que pone en agenda lo que que nadie quería poner, porque no habla de lo aspiracional normativo de los valores, sino que encara con coraje los conflictos de intereses que tenemos que asumir, no para ver quién tiene razón, sino para razonar juntos que no se trata de un debate técnico sino de una posición ética.

Por eso pedimos ser inspirados y elevarnos en esta visión trascendente comenzando, no por nosotros sino, fundamentalmente, por los que fueron descartados, olvidados y degradados como lo hicimos con el ambiente. El que degrada el ambiente degrada lo humano, y quien degrada lo humano, degrada lo divino. Por lo tanto, es un acto no solamente de conciencia sino uno de profunda reflexión e inspiración, para que todos nosotros como uno, no solamente seamos habitantes de esta casa en bendición sino constructores en este presente de un futuro mejor.

Para eso tenemos que volver a nuestra Madre tierra y volver a reconocer a nuestros pueblos originarios, tan sabios en su origen y en esta tierra a la que nosotros llegamos en bendición, como descendientes de los barcos y de nuestros abuelos inmigrantes, que tenían tan claro esto que nosotros volvemos a descubrir en occidente y ellos siempre preservaron su arraigo a la Pachamama y a los valores de nuestros pueblos originarios. Tenemos una deuda además de vital y existencial, espiritual, cognitiva, intelectual. Pensábamos nosotros que Occidente estaba por encima de la media de los pueblos originarios y ahora pegamos la vuelta y nos damos cuenta de que nuestros pueblos originarios que destruimos y arrasamos tenían esta sabiduría ya ancestral y milenaria.

Si volvemos a esa madre que es tierra, también con San Francisco, reconocer al hermano Sol y la hermana Luna y amigarnos con aquello que nos da la vida y aportar también desde las otras tradiciones, las abrahámicas, ya compartimos la Casa de Abraham y ahora trabajamos por la Casa de todos. Eso nos hermana como familia que somos, y nos pacifica.

Volvamos a esa profundidad y pensemos mejor antes de hacer. Que todo lo que nosotros hagamos sea para volver a nuestro Creador, que no es otra cosa que volver al prójimo, que no siempre es el próximo pero que siempre es un hermano.

La ilustración es Bandera de la Tierra propuesta por John McConnell, activista del pacifismo norteamericano

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El espíritu de este espacio es plural, rico en las diferencias que se integran en un mosaico multicolor. Lugar de encuentro hacia la libertad creativa.