Mi disertación en la COP22

Mosaico
Editorial
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6 min readNov 16, 2016

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Segmento de Alto Nivel (jefes de delegaciones)

A partir del cambio de gobierno en la República Argentina el último diciembre de 2015, el presidente Mauricio Macri dio la instrucción de suscribir el Acuerdo de París y la creación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que tengo el honor de presidir. La Argentina tomó la decisión de ser protagonista en las discusiones ambientales al más alto nivel global, entendiendo que en esta, nuestra Casa común, estamos todos incluidos y nuestras acciones tienen impacto sobre ella. La naturaleza nos devuelve, multiplicada, la negligencia con la que la hemos profanado.

Quiero compartir con ustedes, una dimensión universal y conceptual y luego una técnica y particular de la Argentina.

Cinco son los argumentos que hacen de esta agenda una agenda global que nos compromete. El cambio climático es cambio cultural. Su majestad Mohamed VI nos invitó a Fez y tuvimos una Cumbre de las Conciencias sobre cambio climático. Quedó claramente establecido que el desafío no es técnico sino ético; que si bien somos cada vez más sofisticados y más inteligentes, cada vez somos menos sabios. Que lo que debemos hacer es considerar, desde la ciencia, a la Tierra como un planeta que gira alrededor del sol, pero desde la conciencia no hablar de un planeta sino de una Casa común y que no giramos alrededor de un sol sino el desafío ético de la dignidad y la sustentabilidad humana. Así, ciencia y conciencia se articulan. Por eso traemos, con la declaración de Fez, referentes filosóficos, intelectuales y religiosos, en lo universal que hace a lo espiritual por ser humano, la sugerencia de que por cada COP también la acompañe una Conferencia de las Conciencias, que monitoree el seguimiento de valores y la visión compartida de que la tecnología debe estar subordinada a los valores y la visión éticas del ser humano.

Segundo: cambio climático son derechos humanos. Derechos humanos y deberes humanos. Esta sustentabilidad humana está en riesgo.

Tercero: el cambio climático es el síntoma, no la enfermedad. No se trata solo de medir la temperatura que aumenta irreversiblemente, sino las causas que lo han generado. Debemos asumir que llegó el tiempo de dejar de hacer lo que hacemos para comenzar a hacer lo que debemos. No somos sustentables, pero no por una tragedia de la naturaleza sino por la negligencia de nuestras acciones. Ser sustentables es un desafío de todos pero lo asumimos de a uno. Por eso, debemos tomar la decisión si somos parte del problema o parte de la solución. El indicador científico es el clima, pero el indicador ético es la pobreza y la falta de dignidad.

Cuarto: el cambio climático establece un nuevo vínculo entre la política y la economía. La economía habitualmente somete y aliena a la política, en el consumo desmedido, en el descarte, la exclusión, en la indignidad y en la pobreza. Proponemos revertir esta ecuación y que la política conduzca a la economía, con un consumo que sea responsable, con una ecología que sea humanista, integral e inclusiva. Que podamos nosotros afirmar que una economía que es ética establece reglas claras y fijas premios y castigos. Nada puede ser ya rentable si no es sustentable.

Por último, desde la dimensión universal, cambio climático habla de liderazgo. Así como necesitamos más árboles, proteger nuestros glaciares, nuestros bosques, revertir el desastre que hicimos, nada de eso va a suceder sin un liderazgo.

En la Argentina, durante este primer año de gestión, el gobierno tomó la decisión de darle un enfoque estratégico, generando voluntades y consensos a través de la creación del Gabinete Nacional de Cambio Climático que lo conforman 12 ministerios donde se discuten hoy la adaptación y la mitigación, revisando nuestro índice de contribución, que la Argentina presenta en esta COP. Somos el primer país que revisa su contribución y la viene a presentar. Lo hicimos en un proceso abierto y participativo junto a nuestras provincias, por ser un país federal, con la sociedad civil y con el sector privado. Fue un trabajo intenso pero muy importante para poder compartirlo con otros países como experiencia y que pueda, a partir del 2016, dar las bases del diálogo abierto que nos permita llegar al 2018 con el objetivo cumplido.

Así, la meta que presentamos en el 2015 es en esta COP revisada. Fue un esfuerzo de poder mejorar la propuesta original. Pero antes de hablar del número queremos fortalecer el proceso: se hizo a través de medidas que fueron consideradas fomentando la transparencia y una planificación adecuada luego para la implementación. De manera, este índice revisado que ahora traemos tiene bases sólidas y permite continuar un proceso con mayor ambición para lograr los objetivos.

Nuestra meta revisada plantea que Argentina asume para el 2030 no superar las 483 millones de toneladas de dióxido de carbono en emisiones equivalentes a este valor. Esta medida nos va a implicar que a lo largo de todo el proceso la economía se focalice en los sectores de energía, de agro, de bosques, de transporte, de industria y de residuos como políticas de estado hacia un desarrollo sustentable. Además de esta contribución, durante 2017 vamos a seguir haciendo este trabajo en un enfoque que sea policéntrico, incorporando medidas que las generen no solamente el gobierno nacional, sino nuestras provincias, los municipios, el sector privado y la sociedad civil. Vamos a sostener este esfuerzo junto al resto de los países para llegar al año 2020.

Un paso importante de nuestro país, hacia ese objetivo, será la creación de un Sistema Nacional de Inventarios, que garantice la coherencia entre las emisiones notificadas y los resultados obtenidos. Lo que no se mide no se puede contabilizar, por lo tanto no se puede seguir y es solamente una aspiración. No somos aspiracionales, somos ahora prescriptivos. Estamos trabajando en este sentido.

Las medidas transformacionales que hoy asume Argentina las vamos a proponer y vamos a rendir nuestras cuentas de manera transparente, con una nueva metodología que sea no solamente participativa sino también realizable. Seguimos trabajando con un plan cada vez más ambicioso. Y eso nos va a obligar, en el seno del Gabinete Nacional de Cambio Climático, a poder plantear objetivos superadores como lo van a ser deforestación cero, la recuperación de tierras degradadas, el transporte público bajo en emisiones y un cambio muy profundo en la matriz energética. Así, con el financiamiento que también venimos a buscar para estas políticas, seguiremos aumentando nuestra ambición y nuestro desarrollo.

Por último, como he mencionado, cambio climático es liderazgo y me gustaría concluir con una referencia, una parábola del texto que todos compartimos en las tradiciones abrahámicas: la Biblia, que no habla solo de la voz de Di-s ni de lo que pasó, sino de lo que nos pasa. Debemos inspirarnos en el liderazgo de Noé. Quizás la COP tiene esa misión: escuchar la voz que nos llama. Quizás nadie creía, en tiempos bíblicos, que el diluvio iba a venir. Lo que estamos aquí, escuchamos la voz y sabemos que el diluvio viene. Ya no viene como un castigo divino del cielo; viene justamente por el accionar del hombre de manera negligente e irresponsable. Pero esta construcción que nos convoca a todos por igual requiere que la COP 22 en Marrakech proclame con convicción y con seguridad por lo menos estas dos convicciones: sabiendo que no todos van a participar de la construcción de la misma manera, que no todos van a poner el mismo entusiasmo, que nadie necesariamente va a poner los mismos recursos humanos, económicos o políticos, en términos de financiamiento, no debemos detener la construcción y es lo que vinimos a afirmar. Y aunque lo hagamos algunos, el arca tiene que tener lugar para absolutamente todos. Quizás, como en el relato bíblico, un arcoíris de todos los colores una nuevamente a la humanidad y finalmente volvamos a ver esa paloma blanca que trae la rama de olivo, proclamando la paz universal: la del hombre con el hombre, el hombre con la tierra, y el hombre con su espíritu creador, que vuelve a unir al cielo con la tierra.

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