La invitación

Devocional en Juan

Eduardo Escobar
Eduardo Escobar
2 min readJun 21, 2018

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La mujer dejó su cántaro, volvió al pueblo y le decía a la gente: ―Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?

Juan 4:28–29

Inmediatamente después de conocer a Jesús, la mujer samaritana regresa con aquellas personas que la habían despreciado, y les hace una invitación: vengan y vean.

Jesús es tan grande para ella que su aceptación puede más que el rechazo de las personas. Porque Cristo la ha aceptado, ya no le atormenta que las personas desprecien su invitación.

Ella no se detiene de dar testimonio de Jesús por causa de su mala fama. No piensa que primero debe de arreglar su vida para compartir la gracia que ha recibido. Esta mujer entiende que no es una invitación a seguirla a ella, sino a ir y conocer al Mesías que la ha salvado.

Jesús es tan grande que, al conocerlo, su aceptación opaca todo rechazo, a tal grado de, inclusive, compartir una invitación de recibir agua que da vida con aquellos que no han querido compartir el agua corriente.

Alguna vez escuche a alguien decir: un cristiano evangelizando es un hambriento diciéndole a otro, dónde hay pan. Escuchemos las palabras de esta mujer, “ven y ve”, y cuando nos encontremos con Jesús corramos a otros a hacer la misma invitación.

Señor, cuánto he recibido de ti que no puedo contenerlo. Permíteme ser ese manantial que desborda del agua de vida que he recibido. Amén

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