La ley

Reflexión

Eduardo Escobar
Eduardo Escobar

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Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión. Deuteronomio 30:16 NVI

El problema fundamental del ser humano es un desorden en sus prioridades afectivas. Amamos demasiado cosas que no merecen tanto amor. Amamos poco aquello que realmente es digno de nuestra adoración. En otras palabras somos idólatras.

Mi problema más esencial es que no amo a Dios como debería de hacerlo. Hay tantas cosas más que ocupan su lugar. Personas, objetos o circunstancias que deseo y atesoro más que al Creador. Esto es un problema por dos razones.

La primera razón es que nada en esta vida saciará mi sed de Dios. Siempre me encontraré frustrado y decepcionado. Iré tras promesas huecas de plenitud y satisfacción, una ilusión tras otras. Acabaré sin vida.

La segunda razón es que esto es la ofensa cósmica. Tratar a Dios como insuficiente y pretender cambiarlo por algo más, sólo traerá su justicia sobre mí. Como idólatra merezco ser eternamente alejado de su bondad.

La gracia de Dios se ha manifestado en mi vida a través de Jesús. Sin merecerlo, Él cargó con las consecuencias de mi falta de amor a Dios. Por amor a su Padre, y a mí, Cristo intercambió papeles conmigo. Ahora yo puedo comenzar a disfrutar de amar verdaderamente a Dios, porque Él me amó primero.

Señor, permíteme amarte cada día más. Que mi corazón encuentre su plenitud y satisfacción en tu gloria. Amén.

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