Qué tan bueno soy

Primer examen de consciencia

Eduardo Escobar
Eduardo Escobar

--

Hay verdades que son difíciles de ver y aceptar. Nuestra condición moral es una de ellas. Entonces, ¿por qué examinar nuestra consciencia?

Hay diagnósticos médicos que son difíciles de aceptar, pero si son verdaderos, y oportunos, constituyen el primer paso hacia la sanidad. De la misma manera, diagnosticar nuestro estado espiritual constituye el primer paso hacia la sanidad eterna.

¿Comparado con quién?

Cuando tratamos de responder a la pregunta en cuestión, es normal compararnos con aquellos que conocemos: amigos, familiares, y compañeros. Regularmente acudimos a aquellos que tienen un historial “peor” que el nuestro. Esto nos hace sentir mejor.

Nadie mediría su vida con la madre Teresa de Calcuta. Eso nos haría ver mal. Pero si me comparo con mi vecina chismosa, hermano malagradecido, o compañero fraudulento, me parece que no estoy tan mal.

El problema es que esa nos es la forma de medir la bondad. Yo no soy millonario realmente por ganar una partida de Monopoly. El dinero de juguete no es recibido en el supermercado. Esto es lo mismo que decir que soy bueno porque me comparo convenientemente con otras personas.

Yo no hago mi propia regla para medir mi bondad. Esta regla la ha dado Dios: la ley. Entonces trataremos de contestar diez preguntas básicas que la ley nos hace.

Examen de la ley

  1. ¿Alguna vez has codiciado lo que alguien más disfruta? (Éxodo 20:17)
  2. ¿Alguna vez has mentido sobre o a alguien? (Éxodo 20:16)
  3. ¿Alguna vez has tomado algo que no es tuyo? (Éxodo 20:15)
  4. ¿Alguna vez has experimentado pensamientos de lujuria? (Éxodo 20:14)
  5. ¿Alguna vez has insultado a alguien? (Éxodo 20:13)
  6. ¿Alguna vez has hecho, dicho o pensado algo de lo cual tus padres sentirían vergüenza? (Éxodo 20:12)
  7. ¿Alguna vez has desconfiado, sospechado o actuado con incredulidad hacia Dios? (Éxodo 20:8)
  8. ¿Alguna vez has tomado a Dios con ligereza? (Éxodo 20:7)
  9. ¿Alguna vez te has postrado a objetos como si fueran Dios o actuado de manera supersticiosa sobre Él? (Éxodo 20:4)
  10. ¿Alguna vez has considerado a alguien o algo como más valioso que Dios? (Éxodo 20:3)

Resultado

Si respondiste correctamente y con total honestidad te habrás dado cuenta que eres codicioso, mentiroso, ladrón, adultero, asesino, deshonroso, incrédulo, blasfemo, idolatra e infiel a Dios. Al menos esas fueron mis respuestas personales y coinciden con el diagnostico de Dios sobre el corazón de todo ser humano:

Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!»

Romanos 3:10–12

Este resultado nos es muy agradable de aceptar. Lo más probable es que nos sintamos incómodos e inconformes. Pero este resultado es certero. Incluso el mismo hecho que nos incomode la acusación viene de sentirnos expuestos.

Esta evaluación es sólo una muestra anticipada del verdadero examen que todos experimentaremos. Un día te pararás delante de Dios como Juez (Hebreos 9:27), y realizarás este examen que tendrá consecuencias eternas. ¿qué harás?

Hoy tratamos de justificarnos. Buscamos encontrar explicaciones lógicas a nuestro comportamiento. Excusamos nuestra forma de vida echándole la culpa a otras personas. Intentamos compensar nuestras faltas con actos caritativos. Pero la pregunta es ¿será suficiente?

El Dios que justifica

¿Podemos justificarnos a nosotros mismos? La respuesta es no. Esto es imposible (Romanos 3:20). Pero lo que para nosotros es imposible, para Dios es posible (Mateo 19:26).

Cercano está el que me justifica; ¿quién entonces contenderá conmigo? ¡Comparezcamos juntos! ¿Quién es mi acusador? ¡Que se me enfrente!

Isaías 50:8

La verdad es algo que no se puede ocultar. Todos somos más pecadores de lo que nos gustaría aceptar. No tiene caso negar la realidad de nuestra triste y desesperante situación. Tampoco tiene mucho sentido tratar de justificarnos a nosotros mismos. No solucionaremos nada. Ningún esfuerzo humano tendrá éxito en lo imposible. Pero Dios ha provisto una solución: Jesús.

Jesús puede justificar tu existencia. Él es el verdadero santo que aprueba satisfactoriamente el examen de la ley. Ante la evaluación que tú y yo reprobamos, él aprueba perfectamente. Sin embargo, Él sufrió la desaprobación delante de Dios Padre. Por esto murió en la cruz. Él tomó nuestra calificación como pecadores, para intercambiar con nosotros su aprobación.

El aprobado muere como reprobado, para que nosotros, los reprobados, vivamos como aprobados delante de Dios. Lo único que necesitas hacer es confiar en Él.

Cuando nos preguntamos “qué tan bueno soy”, debo de responder con honestidad aunque sea duro. Pero inmediatamente debemos cuestionarnos “qué tan bueno es Dios”, y entonces ver la bondad eterna de Dios que salva pecadores.

--

--