Grupo de millennials que, sin duda alguna, están haciendo planes para “conquistar el mundo”. Foto por rawpixel.com vía Pexels.

5 ideas sobre emprendimiento con las que los millennials están destruyendo al mundo

Muchas veces la generación que tuvo lo mejor del mundo análogo y tiene lo mejor del digital toma buenas ideas y las trastorna de maneras egocéntricas.

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
Published in
7 min readMay 9, 2019

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Me encanta ser millennial.

Como parte de la población que estaba por llegar o llegó a la adultez alrededor de los 2000s, los millennials tuvimos acceso a todo.

De niños crecimos con tecnología análoga y adoptamos la tecnología digital cuando éramos jóvenes, por lo que no nos cuesta usar las tecnologías emergentes y apreciamos –o deberíamos apreciar– su importancia porque conocimos la ineficiencia análoga.

En pocas palabras, pudimos tener nuestro pastel y comérnoslo.

Para mí, un buen millennial, tiene lo mejor de ambos mundos y es por eso que, gracias a esta generación de punta de flecha, ha habido un enorme crecimiento en eficiencia, innovación y productividad en la sociedad.

Sin embargo no todo es color de rosa y, como generación, estamos llena de problemas.

Estaba reflexionando en mi vida personal, en los retos profesionales y personales que tengo frente a mí, y no pude evitar sentirme abrumado:

¡¿Cómo puedo tener acceso a toda la información del mundo y todas las herramientas de trabajo más eficientes, pero al mismo tiempo sentirme tan desubicado y tan perdido?!

La respuesta es sencilla: no puedes criar a una generación con acceso a tantos privilegios sin que se malcríe un poco… o demasiado.

No podemos generalizar. Existe de todo tipo de empresarios y profesionales en esta valiente generación, los hay buenos como los hay malos, pero la triste realidad es que sí existen razones por las cuales nuestra generación tiene tan mala reputación.

Sumergido en mi reflexión me di cuenta que muchas de las trabas mentales que no me dejan ver con claridad el rumbo que debe llevar mi vida, son las mismas que acongojan a muchos de mis compañeros de esta generación.

A continuación, 5 aforismos que muchos millennials ocupamos como bandera para vivir nuestras vidas y que, paradójicamente, también se encargan de fastidiárnosla.

No estoy exento de estos males, el punto de escribirlos es porque no podemos mejorar si no enfrentamos nuestras faltas.

aforismo

m. Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en una ciencia o arte.

1. En búsqueda de la felicidad

Los millennials entraron al mundo laboral en el momento en el que la competitividad estaba comenzando a alcanzar niveles estúpidamente altos. Esto hubiera sido una tragedia sino fuera por el hecho de ese mismo mundo estaba lleno de herramientas, tecnologías y facilidades que ninguna otra generación había tenido antes.

Por eso, fuimos la primera generación que pudo cuestionar libremente si formar una familia inmediatamente después de asegurar tu primer trabajo al salir de la universidad era la mejor opción y, al hacerlo, nos dimos cuenta que nuestros padres no fueron felices porque tomaron decisiones arrebatadas formando familias siendo demasiado jóvenes.

Pero nosotros no cometeríamos ése error.

Nos tomamos nuestro dulce tiempo para madurar, enfocarnos en nuestro trabajo, disfrutar de los placeres de la vida adulta y hasta tomar de excusa estudiar una maestría para volver a disfrutar la vida de universitario pero con más dinero.

El problema es que, si la dejamos, la búsqueda de la felicidad puede dejar de ser sana motivación para convertirse en miedo paralizador.

Nos obsesionamos por ser completamente felices y disfrutar la vida al máximo y, en el proceso, comenzamos a desperdiciar el presente.

Nunca vamos a lograr ser completamente felices, la vida tiene altos y bajos, y si nos obstinamos por alcanzar esa felicidad inexistente, definitivamente no vamos a disfrutar la vida al máximo.

2. Para ser alguien debes ser emprendedor

Algo delicado de buscar felicidad como la que, aparentemente nuestros padres no tuvieron, es que es una tarea tan ambiciosa que fácilmente puede terminar por ponernos en el centro del universo. No es raro terminar dándonos demasiada importancia. De repente el mundo gira a nuestro alrededor y finalmente creemos que la vida nos debe algo.

Cuando no es así.

Es bien fácil trastornar el hecho de que tenemos todas las herramientas y oportunidades para trabajar independientemente o poner nuestra propia empresa, que perdemos el verdadero significado de la palabra emprender.

Somos una generación con tanto conocimiento y habilidades, que terminamos considerándonos sumamente especiales, al punto de que nos cuesta concebir el hecho de que alguien nos diga qué hacer. A esto podemos sumarle la idea de que no queremos ~vender~ regalar nuestros mejores años de vida a una “buena compañía” como los hicieron nuestros padres.

Emprender no tiene nada de malo pero, como otras expresiones (ab)usadas por millennials, el principio está bien, pero la ejecución está llena de problemas.

Estamos tan enfocados por desarrollar nuestro potencial y porque el mundo reconozca nuestro valor que no podemos tolerar la vida laboral si no somos el que da las órdenes.

Debemos calmarnos un poco porque no es necesario emprender para innovar, ni ser gerente general para hacer una diferencia en nuestro rubro. Además, es iluso creer que todos tenemos una innovación como el nuevo iPhone o el próximo Facebook dentro de nosotros.

3. Debes hacer lo que te apasiona

Hacer lo que te apasiona va de la mano con emprender. Pero hay una gran diferencia entre buscar propósito y tener pasión por lo que hacemos, y buscar que te paguen por tener un hobby o ser influencer.

Los gatekeepers ya no existen. Las oportunidades están a nuestro alcance, pero creer que lo único que vamos a hacer es literalmente lo que nos gusta es poco realista.

Siempre tendremos que hacer algo de trabajo, es simple física, y no todo el trabajo es divertido.

Por más conocimiento y habilidades que poseamos, siempre habrá una curva de aprendizaje. Aunque nos paguen por hacer las cosas que nos apasionan, siempre conllevará realizar algún trabajo que no nos guste.

Hasta los mejores diseñadores y creativos tienen que ser analíticos y hacer presupuestos, y ningún ingeniero estará completo si no tiene el hábito de leer y aprende a desarrollar habilidades de vendedor.

En la vida no podemos elegir entre lo que nos gusta y lo que no.

Muchas veces es necesario hacer cosas que nos desagradan porque saliendo de nuestra zona de confort es como crecemos y si lo hacemos de manera inteligente no tendremos que hacerlo por mucho tiempo.

4. Fingir hasta lograr triunfar

Este es de las creencias más problemáticas y dañinas que los millennials están adoptando. La cultura del “fake it ‘till you make it” predica que el hecho de que no sepamos cómo hacer algo cuando aceptamos un trabajo no quiere decir que no tengamos las suficientes habilidades para aprenderlo en el camino. El problema no es que esto sea un completa mentira, sino que sí existe algo de verdad en este aforismo.

Los millennials tenemos el conocimiento acumulado de muchas generaciones en nosotros –o al alcance de nuestros dedos– pero todavía sigue siendo imposible crear algo de nada.

Conocer nuestras habilidades y aceptar retos es bueno, pero es importante saber nuestras limitantes y aceptarlas. Nos puede ahorrar mucho dolor y problemas.

Vender un producto o servicio que no tienes pero que, con tiempo, esfuerzo y recursos puedes lograr tener listo es algo que pocos pueden hacer. Esta es la parte peligrosa de esta idea –quizás la más peligrosa– y es que esta cultura le da cabida a charlatanes que sobre-venden desde sus conocimientos hasta sus habilidades y lo que pueden entregar.

No me malinterpreten.

Hay que saber vender y presentar nuestras habilidades de manera atractiva, muchas personas no llegan lejos por no saber vender. Pero vender algo cuando no tenemos con qué respaldarlo es mentir y eso está arruinando a la sociedad de la información, el emprendedurismo y la innovación, convirtiéndola en una gran burbuja especulativa.

5. Cero paciencia

Quiero cerrar con un punto que habla por si solo. De hecho, todos y cada una de los aforismos anteriores padecen en algún nivel de falta de paciencia.

Esta cultura millennial tiene un problema grande y es que pasan con la cabeza en todos lados menos en el presente.

Esta cultura de la inmediatez está íntimamente arraigada a la filosofía del two-day delivery y a la cultura del binge porque, después de todo, cómo usamos Amazon o como consumimos Netflix es justo cómo esperamos que todo suceda a nuestro alrededor: queremos todos los capítulos ahora y los queremos consumir en una noche; “capítulos” es una metáfora para logros profesionales y experiencias de vida.

Y así va que…

Si no tenemos el trabajo de nuestros sueños al salir de la universidad, nos frustramos y nos sentimos como un fracaso.

Cuando el jefe no nos pone a cargo de un proyecto el primer día de trabajo, terminamos llenándonos de odio e ira.

Nos aventamos a emprender porque creemos que somos más inteligentes que el gerente general solo por tener algunas ideas innovadoras.

Sobre-vendemos nuestro emprendimiento porque creemos que vamos a revolucionar una industria al primer intento.

Y si nuestro emprendimiento no es inmediatamente el mejor, nos rendimos, lo cerramos y nos auto-devenimos como gurú o lifecoach de algo para poder vender porno de fracaso.

A los millennials nos falta paciencia y a veces creemos que innovar o ser eficiente es equivalente a eliminar procesos por completo. Ser eficiente quiere decir “aprovechar recursos al máximo”, no “eliminar el tiempo de espera”.

Roma no se construyó en un día y, si la construyéramos hoy, esto seguiría siendo cierto. La construiríamos más rápido, pero seguiría siendo una tarea que tomaría más de un día.

Aprender a ser paciente y no comer ansias, nos permitirá a llegar más lejos a la larga y con menos estrés.

Lo sé, muchos de estos aforismos son la base de mucho del progreso que yo mismo describí en la introducción de este artículo. Vivimos en una sociedad de alta competencia e, inevitablemente, algunos de estos aforismos ya son parte de la estructura socio-económica porque son parte de algunas historias de éxito.

Pero esto no quiere decir que hay que tomarlos como fórmulas para el éxito y adoptarlos sin cuestionarlos. Es peligroso creer que por poner en práctica lo que otros hicieron ganaremos sin problemas.

Parte esencial de innovar es tener criterio.

No pierdas tu vida y tu felicidad por seguir el camino de otros. Compararte con otros nunca te traerá felicidad y tampoco lo hará hacer lo que todos hacen.

Cada año que cumples después de los 30 no tiene que ser tan difícil. Lee sobre mi cumpleaños minimalista aquí:

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