Bailamos, la historia del chico solitario

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
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4 min readAug 4, 2016
Mia quería bailar por la victoria. Vince aceptó bailar con ella. Por Time Art.

Quince años y lleno de expectativas. Quince años y lleno de inseguridades.

Sentado viendo a la gente bailar y a las chicas pasar.

Viendo la vida pasar.

Era un adolescente con grandes deseos. Deseos estar con una chica. Quería bailar con una chica. Aún si no tenía idea de cómo bailar.

Muy tímido para preguntar, muy reservado para funcionar en situaciones sociales.

Veo a una mujer mayor. Tiene al menos 17 años. En aquellas épocas para mi era toda una mujer y me cautivó. No tenía ni una oportunidad con ella.

Ella se acercó y me agarró. No tenía posibilidades con ella. ¿Qué está pasando?

Me presentó a su hermana menor, más apropiada para mi edad. Nos obligó a bailar. No tenía posibilidades con ella.

Suena la maldita canción.

Bailé con esta bella chica. Ella no se estaba divirtiendo. No sé qué estoy haciendo. Estaba intimidado por ella. No puedo bailar. Estoy nervioso.

Sentía que hacía el ridículo. Con seguridad hacía el ridículo porque ni yo creía en lo que estaba haciendo. Me pusieron en esta situación y fui reaccionario.

Debió ser un momento glorioso, una victoria, pero no dejé de pensar que su hermana nos puso a bailar y que probablemente ella no quería estar allí conmigo. Fue una tortura para mi como tiene que haberlo sido para ella.

Antes de que terminara la canción encontró a la amiga del grupo con la que nadie nunca quiere bailar y me obligó a bailar con ella, sentí su rechazo. Ahora soy yo el que no quería estar allí. Súbitamente me pega la ironía de roles revertidos.

Le pago sin misericordia a mi nueva acompañante y la rechazo como me han rechazado. Escapé como siempre lo hago.

Termina de sonar la canción. La llaman Procura.

Nunca olvidaré esta canción. La detesto.

Existen ciertos sonidos o aromas que te transportan a una época en el tiempo de tu vida. En mi caso hay canciones que por alguna razón marcan ciertas experiencias vividas, volviéndose el soundtrack para un episodio feliz o, en algunos casos, para una situación nefasta. Procura de Chichi Peralta es una de estas canciones que siempre relaciono con una noche de tristeza.

Lo peor es que “Procura” siempre parece aparecer cuando estoy en un momento bajo. A lo largo de los años me ha perseguido a fiestas y discotecas. noches en las que pregunto con gran retórica y con un poco de metafísica, qué estoy haciendo aquí. Momentos en los que mis inseguridades no me han dejado bailar ni así acercarme a alguien que me gusta. Momentos inclusive, en los que no he podido diferenciar que bailar puede ser un momento de diversión entre amigos y amigas.

Perdí tanto tiempo, tantas oportunidades. Tanta vida.

Una noche joda, hace no mucho tiempo, un amigo que me notó presa de mi propia inseguridad, me animó a bailar con una chica. Cuando no mostré señales de atreverme a hacerlo, se disgustó y me obligó a sacar a una chica a bailar. Quizás se comportó así de intransigente por ver que no salía de mi apatía o quizás estaba iracundo por la ingesta alcohólica. No lo sé. Usualmente no hago esto y como es usual estaba paralizado, pero no tenía opción, tenía que actuar. Al final, su insistencia me dio el empujón que necesitaba para hacerlo y lo hice.

Era una noche de todos para todos. Las chicas estaban en el mismo grupo de personas que nosotros, no había absolutamente nada qué temer. Nos habíamos conocido esa noche y hasta ya habíamos hablado un poco. Realmente no había nada qué perder, no era el fin del mundo. No podría ser el fin del mundo a menos que yo lo dejara ser con mi incesante e inútil pensar y dudar.

La pista de baile, como la vida, nunca será una zona segura.

La vida está llena de riesgos. Hay acciones imprudentes y hay acciones riesgosas. La imprudencia es peligrosa y estúpida, y debe evitarse. Los riesgos son buenos, tomar riesgos es necesario para avanzar en la vida. Creí que había aprendido la diferencia. Pero como siempre, sabía nada.

Quince años más viejo y todavía lleno expectativas. Quince años más viejo y todavía lleno de inseguridades.

Sentado viendo a la gente bailar y a las chicas pasar.

Viendo la vida pasar.

Estoy sentado frente al DJ. Siento la música en mi cuerpo, literalmente mi cuerpo vibra por la música.

La madrugada casi acaba, la luz del sol amenaza con asomarse. Estoy cansado y derrotado. Pero esta vez no es por no tomar oportunidades.

Estoy buscando recuperar el aire porque he bailado casi toda la noche con unas chicas que están locas. Son amigas de una amiga.

Quizás nunca las vuelva a ver, pero me gusta. He disfrutado de la noche y del baile.

Un poco más de pensar y menos actuar me habría privado de pasar una loca noche de diversión con estas locas chicas.

La vida no va a esperar. La vida necesita que la tomes por el brazo, le digas al oído con delicadeza pero con confianza, “bailemos”.

En la vida no existe mayor sensualidad que actuar con seguridad y tomar las riendas del baile, aún si el resultado no siempre sea el que esperas. Realmente, ¿cómo podrías saber el resultado antes de actuar?

Todo mono merece un premio por sus monadas, si te gustaron mis monadas, premia mi post con un 💚 y para que vean que no le guardo rencor a Chichí –o por si nunca la han escuchado– aquí está la repulsiva canción de la que tanto he escrito:

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