Eduardo Umaña hace lo correcto y monta esa bomba hasta el infierno

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
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5 min readMay 1, 2016
La visual de Slim Pickens montando la bomba ya es parte de la cultura pop.

Slim Pickens hizo lo correcto cuando cabalgó en esa bomba hasta llevarla al infierno.

El clímax de la clásica película de humor negro de Stanley Kubrick, Dr. Strangelove or: How I Learned To Stop Worrying And Love The Bomb, es uno de lo más espectaculares por lo satírico y trágico que es en igual medida.

El Comandante Kong interpretado Slim Pickens, el vaquero de rodeo convertido en actor, lleva a cabo con extrema convicción y determinación su “noble” misión cuando literalmente monta una bomba atómica para poder destruir una base rusa pero inadvertidamente ocasiona con sus acciones el fin del mundo. La película termina con el bello montaje de un holocausto nuclear compuesto de escenas de diversas explosiones nucleares contra la canción “We’ll meet again” de Vera Lynn.

“Mein Führer, I can walk!”

La mortal misión de Kong fue ordenada sin justificación por un paranoico general que perdió la cordura ante la amenaza de la Guerra Fría contra la Unión Soviética y decide él solo detener la amenaza aniquilando a Rusia. El aún más paranoico y complicado plan de seguridad y vigilancia norteamericana no permite que el grupo de burócratas encantadoramente incompetentes que conforman la seguridad de Estado pueda revertir las mortales órdenes.

Lo más desastroso de todo este revoltijo es que los rusos habían implementado un mecanismo de defensa disuasivo denominado “Doomsday Device” –o el aparato de la perdición– que se activaría cuando cualquier ubicación importante en Rusia sea atacada o cuando se trate de desactivar el aparato. Como recalca el mismo Dr. Strangelove, el fallo del gobierno ruso fue crear una arma de disuasión pero no comunicar al mundo que la tenían, derrotando el propósito mismo de una arma disuasiva.

Podría decirse que el mundo acaba producto de un triste mal entendido. La raza humana llega a su fin por un “teléfono descompuesto” que se sale de control y porque un bruto y salvaje vaquero siguió ordenes sin cuestionarlas.

Así es, seguir órdenes sin criterio puede desatar el final de los días, niños y niñas. Sin embargo lo hacemos a diario de la forma más despreocupada.

Un defecto que tengo es que pienso demasiado las cosas, sin embargo, hay muchas personas que las piensan muy poco. Mientras más camino por la vida, más encuentro personas que no piensan críticamente, viven sin cuestionar, sin analizar. He encontrado a aquellos que consumen reggaetón. He encontrado a aquellos que toman decisiones egoísta e impulsivamente. He encontrado a aquellos que ocupan crocs. He encontrado a aquellos que hacen como les dicen sin dudar. He encontrado a aquellos que pagan todos los años por ver la nueva película de Michael Bay. He encontrado a aquellos que nunca se preguntan porqué. He encontrado a aquellos que creen todo lo que encuentran en Facebook.

Una de las mejores y más grandes oportunidades que tenemos en nuestras sociedades modernas para “hacer sin pensar” es cuando nos enfrentamos con la decisión de qué hacer con nuestras vidas después de terminar el colegio. “Elegimos” ir a la universidad para poder sacar una carrera. Una vez la tenemos parece que por inercia conseguimos un trabajo, compramos una casa y nos casamos. Pareciera que una vez decidimos ir a la universidad el resto de decisiones que vienen ya están dictadas por la sociedad y no por nosotros mismos realmente.

Puesto de manera melodramática: ir a la universidad es como la versión humana de lemmings saltando colectivamente por acantilados para cometer suicidios masivos.

Quién podría culparnos, es “una de las decisiones más importante que tomarás” porque es esencial para ser alguien la vida. Aunque muchas veces lo que haces en la universidad no determina tu nivel de éxito en la vida, la presión que se existe para tomar esta decisión a los 17 años, cuando sabes nada, es una gran estupidez. Ni ser un sobre-pensador como yo te garantiza tomar esta decisión de mejor manera.

Elegí estudiar ingeniería por las razones equivocadas y sin toda la perspectiva necesaria. Tenía dudas cuando tomé la decisión, durante mi tiempo en la universidad y, en algún nivel, esas dudas aún están en mi cabeza.

Creo que en parte no supe elegir mejor mi carrera porque no hacía nada en el colegio. Nunca me involucré ni participé en actividades extra-curriculares ni deportivas y eso no me dejó tener una mente más abierta. Nunca supe lo mucho que me gustaba escribir hasta que estaba viejo, por ejemplo.

Al salir de la universidad no cometí el mismo error. No me adelanté a hacer grandes compras ni compromisos. Comencé a trabajar para mí. Para poder viajar y experimentar las cosas que no pude en el colegio ni en la universidad. Me tomé mi tiempo para estudiar una maestría y lo hice cuando realmente sentí que tenía que hacerlo y terminé estudiando algo que no estaba directamente relacionado con ingeniería.

Estudié un MBA y hacerlo me permitió abrirme a nuevas ideas, opiniones y posibilidades. Pude contemplar nuevos caminos para llevar mi vida. Inclusive me di cuenta que no era muy tarde para comenzar a perseguir mi pasión por escribir. Nada está escrito en piedra. Elegir carrera, no es necesariamente la decisión más importante que tomarás porque puedes cambiarla o corregirla en el camino. Así que puedes ir a la universidad justo después de salir del colegio o tomarte un sabático y muy probablemente terminarás en el mismo lugar. Aunque quizás llegues allí más feliz.

Puedes tomar esta decisión abordándola como quieras mientras lo hagas con criterio. Si tomas una decisión de manera consciente puedes estar tranquilo con cualquier decisión que tomes sin importar la repercusiones porque podrás defenderla. Yo no me arrepiento de haber estudiado ingeniería porque no sería quién soy si no lo hubiera hecho y porque además tengo claro que sí me dejó muchas buenas lecciones y memorias.

Tanto escribir sobre decisiones, errores y qué no me lleva a pensar en un consejo para grandes y chicos que quiero compartir. Tu historia no está escrita, ve y experimenta con tus decisiones, ve y prueba más actividades nuevas. Prueba de todo, no sabes qué te podrá gustar. Hacer esto te ayudará a descubrir qué te gusta y qué no, además de ayudarte a crear más criterio más rápido.

Después de todo, ¿si todos están saltando de un puente, lo harías tú también?

Hace mucho tiempo leí este post de Oscar O. Arevalo y sin duda quedó en mi cabeza en algún lado porque inadvertidamente hice eco a su post en mi blog cuando recientes eventos en mi vida me motivaron a escribir sobre “el dilema del puente”. Me identifico mucho con esta idea y siempre hemos hablado sobre esto. Les comparto su entrada a continuación:

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