Escribir, escribir, escribir

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
Published in
4 min readMar 16, 2015
Imagen obtenida en flickr.com

Muchos me dijeron que debía probarlo y lo hice. Al principio me gustó pero no lo suficiente para volverlo algo regular en mi vida. Supongo que es de esas cosas que tienes que probar varias veces para descubrir que sí te gusta. Hace más o menos tres semanas volví a probarlo, determinado a encontrarle gusto. Comencé haciéndolo de varias formas, una manera nueva cada día. Quedé enganchado y de repente lo estaba haciendo a diario.

Mi familia, todos mis amigos y compañeros notaron lo que estaba haciendo. Algunos dijeron que no era necesario ser tan obsesivo, que podía relajarme y hacerlo de vez en cuando nada más; otros sin embargo me aplaudían por mi versatilidad, creatividad y forma. He dejado de ver Netflix por las noches para poder dedicarle más tiempo. A veces estoy haciéndolo hasta altas horas de la madrugada.

Francamente no puedo parar…

…Estoy hablando de escribir. Escuché sus mentes sucias hasta aquí.

Hace unas semanas les compartí porqué comencé a escribir y supongo que este es una especie de update sobre “mi tiempo escribiendo”. Reflexionando sobre los resultados de este experimento, hasta el día de hoy, no puedo hablar mucho de los dos primeros incisos, es decir: 1. “Escribir te ayuda a ser más conciso para plantear tus ideas”, porque quizás el lector puede opinar mejor y con más imparcialidad que yo y 2. “Buscar sobre qué escribir me puede ayudar a encontrar otras cosas que me gusten”, porque no las he encontrado más allá de corroborar que sí disfruto de escribir.

Sin embargo lo que sí puedo hablar es sobre el inciso 3. “Escribir me ayudará a compartir y ser menos reservado” y 4. “Escribir es terapéutico”.

Verán, cuando comencé a escribir nunca me imaginé que iba descubrir el poder que existe en la catarsis de escribir una carta con las palabras que nunca le dije a una ex y finalmente decirle, que los dos fallamos y que realmente no guardo rencor. Por muchos años pasé recuperándome de la ruptura de esa relación y me tardé tanto en decidir qué tenía que decirle a la mujer que cuando estaba listo, era muy tarde y tuve que hacer las paces con no hablar. Creí que estaba tranquilo porque vivía tranquilo. Cuando me saqué del pecho esos sentimientos sentí una tranquilidad superior que no sabía que necesitaba sentir.

Aprendí a nunca subestimar el poder del cierre escribiendo esa carta de desamor.

Saben, cuando asumí el reto de escribir todos los días de cuaresma (entre semana, hay que descansar los fines de semana), nunca me imaginé que iba a confesar que fui victima del bullying en el colegio, que me sentía inferior por ser gordo o que encontré las fuerzas para abrazar mi originalidad gracias a la música y que trato de vivir sin comprometer mis ideales, entre otras. Mucho menos planeé escribir una crónica de cómo un tío que murió muy pronto hizo una marca tan profunda en mi vida y nunca pude decírselo.

Aprendí sobre el miedo de escribir y publicar opiniones cuando realmente son importantes, personales y verdaderas.

Estas historias aunque contadas de manera cándida y adaptadas al formato de ensayo de opinión, presentan sinceramente quién soy y qué pienso. Es curioso como al inicio pensé que únicamente iba estar escribiendo reseñas sobre series de televisión y películas, hablando sin parar de canciones raras que amo, tratando de crear piezas de comedia como las que abundan en internet, publicando mis novelas cortas de erotismo y así.

Creo que lo que trato de decir es que es cierto, las personas más calladas SÍ tienen las mentes más ruidosas, y que aún si tengo muchas opiniones, historias e ideas y aún si mi narcisismo de acaparar conversaciones hablando sin cesar permea al escribir entradas de casi mil palabras diarias para pregonar mis opiniones sobre temas mundanos, la verdad es que escribir es un ejercicio increíble para reflexionar, meditar y compartir quiénes somos y posiblemente, y con suerte, dejar una huella ideológica en algún lado, en alguna mente.

Lo que he descubierto es el poder de las palabras. El poder de crear escribiendo y publicar. Escribir y publicar en redes sociales e internet posiblemente sean los jeroglíficos de esta era. Hay que tratarlo con más respeto… Y sí, la ironía de que yo, escritor de “verborreas egocéntricas” también escribió esa idea, no me evade.

Cuando leo mis feeds de Facebook, Twitter y otras redes sociales, notó un poco de la personalidad y opinión de cada uno de mis amigos, conocidos y gente que “sigo”. Veo ideas que inspiran. Veo opiniones valiosas. Veo sentido del humor fantástico. Veo gustos musicales diversos que enriquecen. Veo perspectivas. Veo ganas de mejorar sus vidas y la sociedad.

Pero veo todo esto en forma de mini posts, tuits o imágenes compartidas. No digo que eso sea malo, digo que he disfrutado tanto escribiendo y siento que me ha servido personalmente tanto que siento que cada uno de ustedes que está leyendo esto debería sentarse de vez en cuando y tomarse su tiempo de desarrollar su mini post de Facebook o su idea plasmada en un tuit y convertirla en una entrada de blog. Un ensayo que muestre al mundo que en cada uno de ustedes hay opiniones grandes e importantes y deseos de dejar una marca.

Yo sé que disfrutaría leyendo sus historias y opiniones tanto como disfruto compartiendo las mías. Cuando menos y en el peor de los casos quizás se acuesten una noche a las 2:30AM podiendo decir “escribir me quitó las ganas de fumar”.

--

--