Maestro de nada: El Arte de Aprender

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
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7 min readAug 10, 2016
Realmente me convertí en el “aprendiz” de The Art of the Deal, gracias Donald pero estás despedido.

Por los últimos dos años tuve una tórrida relación con una dama.

Recientemente esta relación llegó a su fin pero como con todas las relaciones, ésta me dejo muchas lecciones. Ahora soy un hombre mejor por ella.

Esta dama se llamaba Maestría en Administración de Empresas. Sí, el MBA –o Master Of Business Administration– que le llaman.

Muchos piensan que estudiar una maestría es la clave del éxito. Llevan esta idea al extremo pensando que por el simple hecho de tener el título automáticamente sus problemas se solucionarán.

Pocos piensan que estudiar una maestra está sobrevaluado. Racionalizando que la experiencia y el conocimiento que se obtiene haciendo y trabajando es mucho más valioso porque te acerca más a la realidad de los negocios.

Quién sabe quién tiene la razón.

Estoy seguro que tomé la decisión de estudiar esta maestría porque el mundo laboral tiene administración de finanzas por todos lados y ni el sistema de educación mi colegio ni el pensum de mi carrera universitaria incluía ninguna clase de finanzas o economía. Al final del día, me falló el sentido común por no haber aprendido sobre negocios por mi cuenta. Vivir debería enseñarnos de negocios: administrar tu vida es justo como administrar una empresa.

De cualquier forma, lo más importante es vivir en el presente con vista fija al futuro.

Así que comencé a estudiar mi maestría esperando cerrar brechas de conocimiento y aprender algo nuevo cada día.

Supongo que no hay nada como la actitud correcta para aprovechar cualquier curva que el mundo tire a tu vida porque terminé aprendiendo muchas habilidades que no estaban en el pensum.

Al terminar mis estudios de maestría me di cuenta que fue una relación que no estaba destinada a durar, una relación que tuvo bajos y altos, y que al final salí de ella como un mejor hombre.

Insisto en llamar a mi tiempo estudiando mi maestría como una “relación” porque, sí, las cosas que aprendí las puedo aplicar tanto a las relaciones amorosas como a la vida en general.

I. Piensa en grande: el poder de la humildad

Ninguna relación puede funcionar con mucho orgullo de por medio.

En más de algún momento vas a encontrarte en medio de una pelea estúpida con tu novia y probablemente un poco de humildad para aceptar errores –reales o imaginarios– o dejar pasar una ofensa sea la diferencia entre dormir tranquilo o no dormir en absoluto.

El orgullo también puede privarnos de una de las mayores ventajas de estar en una relación: pedir ayuda. Así es, contar con la ayuda de otros, aprender y apoyarse de ellos es una de las cosas más bellas de una relación. Cualquier tipo de relación.

En las relaciones que tenemos en nuestras vidas laborales este principio no sólo es aplicable, sino que esencial.

Es vital aprender a aceptar que no importa qué tan inteligente seamos, siempre habrá gente con habilidades que sobrepasen la nuestra y pedirles ayuda para mejorar, será necesario. Estos individuos pueden estar a tu nivel o puede que sean subalternos. Nunca sabes.

Sin importar si eres el jefe o el dueño de tu compañía, nunca dejes de reconocer tus errores y limitantes para aprender de ellos. Nunca dejes de pedir disculpas y reconocer un buen trabajo. Nunca dejes de aprender de todas las personas a tu alrededor, ni siquiera de esas que “están debajo de ti”. Sobretodo de ellas.

II. Maximiza tus opciones: la ventaja de tener mente abierta

El mundo de un soltero siempre ha sido uno complicado para mi.

Cuando eres soltero tienes muchas opciones de parejas a elegir. Demasiadas opciones. Esto puede ser abrumador.

Es habitual que una persona en esta situación peque por ser idealista. Esperando a la mujer perfecta o esperando al príncipe azul. Ninguno existe. En la relaciones no existe el complemento perfecto, si no que el complemento real. Éste no tiene una definición formal ni fórmula para conseguirlo. Debes buscar y probar para encontrar.

Que las relaciones sean así es un reflejo de que la vida es así.

El mundo está lleno de conocimiento. Si bien nunca dejaremos de absorberlo todo, al menos podemos intentar encontrar el mayor número de cosas que nos apasionen y hacerlas, para así vivir lo más plenamente posible. Esto podemos lograrlo nunca dejando morir al joven de 17 años en nosotros que está dispuesto a probar de todo.

Ya con casi 30 años descubrí que escribir era una pasión para mi, y lo descubrí mientras estudiaba la maestría. Durante este tiempo descubrí que disfruto mucho estudiando sobre economía, finanzas y hasta mercadeo. Mejor aún, descubrí que soy bueno para algunas de estas cosas cuando antes nunca me imaginé ni siquiera que fuera interesantes o disfrutables para mi.

III. Deja que se corra la voz: el arte de escuchar

El cliché de estar en una relación y tener que [soportar] escuchar hablar y hablar a tu pareja es cierto por una razón.

Después de pasar mucho tiempo con una persona sus historias pueden cansar. Puede ser porque habla demasiado, porque sólo cuenta las mismas historias o porque simplemente deberías evaluar qué estás haciendo en esa relación.

Escuchar puede ser difícil aunque estés en una buena relación y existe una buena razón para ello. La comunicación es la base de una buena relación. Los fundamentos de cualquier edificación son importantes y no siempre son fáciles de cimentar. Requiere trabajo.

Siempre he aprendido de las personas a mi alrededor porque trato de escuchar.

Estudiar una maestría y tener que convivir con profesionales de áreas completamente ajenas a la mía fue la mayor prueba de paciencia y al mismo tiempo una gran oportunidad de aprendizaje. La clave fue escuchar todo lo que tenían que decir.

Escuchar puede ser difícil cuando tienes muchas ideas, sobretodo cuando crees en ellas con convicción, pero escuchar es necesario para entablar una relación de confianza con cualquier persona en cualquier parte. Desde tu novia hasta tu jefe.

¿De qué sirve hablar con otra personas y no escucharlas?

IV. Entrega los bienes: la pericia de saber vender

Cuando conquistas a alguien es básicamente conseguir que una mujer o un hombre acepte lo que estás ofreciendo.

Estas “negociaciones del amor” tienen un claro parecido con saber vender: a través de una agresiva campaña de mercadeo vendes la idea de que eres un buen prospecto de pareja. Como toda campaña de mercadeo, la verdad suele ser gris. Esto no siempre tiene que ser malo.

A veces para triunfar es necesario resaltar tus fortalezas y no dejar que tus debilidades sean demasiado evidentes.

Esto es completamente análogo a ir a una entrevista de trabajo o presentar resultados para tus jefes o simplemente exponer y presentar un trabajo. Tienes que convencer a la gente que tu trabajo es excelente. Esto será mucho más fácil en la medida que, ya sabes, tu trabajo sí sea bueno.

Muchas ideas geniales que podrían cambiar el mundo mueren desahuciadas todo porque alguien no logró venderlas bien.

Saber vender es importante. Quizás es una de las habilidades más importantes que hay en la vida. Aún así, muchos vivimos sin saber hacerlo y sin hacer un esfuerzo por tratar de cambiarlo. Hay muchos otros que ni siquiera conocen de esta necesidad.

V. Pelea para defenderte: la estrategia de la asertividad

Supongamos que tienes una relación perfecta en las manos. Bueno, casi perfecta porque hay una pequeña cosa que te molesta. Tratas de expresar tu molestia a tu pareja y de repente el infierno se desata en la tierra y es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial.

Espero no ser el único que ha estado en este predicamento.

No todo lo que hacemos es oro puro. Algunas cosas se pueden cambiar para mejorar pero a veces no podemos mejorar si no nos dicen que estamos haciendo algo mal. Sin embargo, a nadie le gusta que le digan que está fallando en algo, aún si necesitamos escucharlo cada vez. La solución para estos problemas es usar la asertividad.

Asertividad es el arte de ser directo pero tener tacto al decir las cosas.

Ser asertivo con tus comentarios es lograr reconocer el valor del recipiente del mensaje y lograr plantearle áreas de mejora, de forma directa, clara y concisa pero logrando que no se ponga a la defensiva o se ofenda [mucho] en el proceso.

En la universidad era el clásico amigo que era un holgazán y que necesitabas pedirle que trabaje. En la oficina puede ser un compañero con un comportamiento inaceptable que molesta a otros; o si eres jefe y necesitas despedir a alguien. En la vida cuando es el momento de terminar una relación y debes hacerlo con sinceridad pero tratando de lastimar lo menos posible a la otra persona.

No podemos escapar de estas confrontaciones. Lo que si podemos hacer es enfrentarlas con honestidad y respeto.

Y es aquí cuando haber aplicado el principio de que “la comunicación es la base de una buena relación” puede ser extremadamente útil.

VI. Diviértete: la belleza de tomar algunos riesgos

Un tema recurrente en mis escritos es mi lucha incansable contra pensar demasiado las cosas.

Muchas veces pienso demasiado y no actúo. Muchas de esas veces pensar es un mecanismo de defensa porque tengo miedo de hacer algo cuyo resultado no conozco con certeza. Conozco la lógica que advierte que “la única certeza es la que tienes al no actuar” y aún así prefiero refugiarme en no actuar.

He perdido muchas oportunidades en la vida, en el trabajo y en el amor por hacer listas de pros y contras en lugar de tomar riesgos.

Soy una persona analítica, siempre lo he sido. Estudiando maestría validé la importancia de esta aptitud porque esto me permitió aprender muchos temas de economía, finanzas y presupuestos rápido. Lamentablemente también aprendí que apoyarse únicamente de un análisis y sobre-análisis puede ser sumamente contraproducente.

Haciendo trabajos en grupo o presentando exámenes traté de buscar la alternativa más “segura” y de paso me compliqué la vida mía y la de mis compañeros. Estaba convencido que el proceso lento de ser súper analítico era un sinónimo de seguridad y éxito, y, aunque si puede llevar a un proceso efectivo, probablemente no será uno eficiente.

En cada uno y todos los aspectos de la vida hay que pensar lo que hacemos pero no hay que dejar que pensar domine sobre actuar porque esto lleva a no vivir plenamente por estar analizando.

Un poco de riesgo es bueno. Es imposible tener la certeza de lo que pasará si actúas, pero si has pensado un poco las cosas antes de actuar, podrás enfrentar cualquier resultado que venga en tu camino.

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Análisis, resultados y comentarios de este experimento llamado vida, bienvenido al blog de Eduardo J. Umaña.

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Soy ingeniero pero puedo escribir.