No hay descanso para el perverso

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
Published in
4 min readApr 8, 2015
Bello arte creado por Xavur publicado en devianart.

El otro día estaba en el purgatorio. Ya saben, casual un martes a las 15:45 horas, en un cuarto a puerta cerrada, sin ventanas, con luz tenue proporcionada por un candelabro victoriano, dos incomodas sillas de madera pero tres personas en el local: una prostituta europea con leve sobrepeso y un problema de acné, un político latinoamericano corrupto y su humilde narrador. A la hora del té, llega la santa muerte y me pregunta “Eduardo, ¿sabes por qué estás aquí?”

Yo cándido y carismático como siempre, le contesto “deja, te comento”.

En mis años formativos sufrí todo tipo de abusos, maltratos y pisoteos. Fui víctima de bullying en el colegio. Cuando visité a mis primos en Canadá se burlaban de mi sobrepeso creyendo que no sabía suficiente inglés para entenderles. Inclusive las primeras niñas con las que interactué no me tomaban en serio y se burlaban constantemente de mi por ser “inmaduro”… A pesar de que todos estábamos comenzando secundaria.

Si existe el karma es claro que en una vida pasada fui un español que quemó villas enteras de indios. Es claro que llegué tarde cuando San Pedro regaló las infancias felices y bien adaptadas. Probablemente haber rezado de manera mecánica los Padrenuestros y Avemarías en el colegio constituyó como tomar el nombre de Dios en vano y él supo desquitarse de maneras creativas. Si no fue ninguna de las anteriores quizás es porque simplemente detestaba comer mis vegetales.

En escritos de mi blog he elaborado en muchas de mis malas pasadas y desventuras. Las que han quedado fuera será que están por contarse y el resto de melodrama que armo por “tener mala suerte” queda como sugerencia de que me tomo las cosas muy a pecho a menudo. Lo que es cierto es que he pasado por experiencias poco agradables que me llevaron a desarrollar mecanismos de defensa para evitar derrumbarme emocionalmente ante tanta mala suerte. Me volví una persona reservada, defensiva e individualista porque me pareció que la sociedad, como la naturaleza, funcionaban con la idea de la supervivencia del más fuerte.

Creo que no elegir lo malo no te cataloga como buena persona. Muchas veces, en mis momentos más oscuros, he llegado a pensar que soy una mala persona, aún si es por pura omisión. Pienso que mi individualismo se convirtió en egoísmo. Creo que tanto reír de mis problemas para evitar llorar me volvió un cínico desconectado de sentimientos. Llego a valorar la posibilidad de que mi malhumor y temperamento es reflejo de frustraciones no resueltas de situaciones que me han pasado.

Con toda sinceridad, ¿no tengo un poco de derecho a ser un despreciable villano después de tener tantas malas experiencias? Por justicia vengativa creo que sí tengo derecho, estoy enojado con la vida y soy un pesimista. Tengo muchas historias sobre derrotas, desilusión y de recoger los pedazos de mi quebrado corazón para hacer un buen caso al respecto.

Pero, sucede algo triste. Cuando algunas personas me han hecho algún comentario sobre esta actividad de estar escribiendo, más de uno me ha reiterado que el espíritu de mi blog es realmente positivo. Es justo aquí donde realizo mi gran truco. Mi mecanismo de defensa es sólo una máscara, un escudo. Por más que quiero creer y vender la idea que soy un pesimista, no lo soy realmente. Es cuestión de perspectiva.

No me considero una persona alegre ni jovial, soy cínico y malhumorado, siempre analizo las cosas con frío pragmatismo y esto puede hacerme ver como una persona negativa. Yo mismo sé que me vendo como una persona negativa. Pero en el fondo no lo soy y he tenido que llegar a términos con esta realidad. Parte escribir y parte la vida misma me llevado a apreciar que considero todos las facetas, buenas y malas; no suelo ver únicamente el lado positivo de las cosas porque sé bien que lo bueno viene con el precio de algo malo. Mi positivo probablemente significa el negativo de alguien más. Creo que es una noción que vale la pena reconocer y sobretodo respetar.

Creo que si realmente tuviera que responder la pregunta de si soy bueno o malo, tendría que contestar con un rotundo depende. La moral puede ser un tema delicado porque es polémico y al final del día es bien subjetivo y quién puede contestarlo en un mundano blog… Quizás esta no es mala respuesta: soy un tipo malo, quebrado y defectuoso, quizás hasta algo mezquino, pero la vida al final del día no es ser bueno para obtener una estrellita, la vida es luchar contra las deficiencias que tenemos para que estas tengan un menor peso negativo en nuestras vidas.

Encontrar el balance entre lo que sí podemos controlar y lo que no podemos controlar para aprender a tener un poco de auto aceptación. Saber que mientras tengamos vida para despertar cada día tenemos la obligación de seguirnos moviendo. No rendirse porque rindiéndonos no sólo renunciamos a un posible éxito sino también a un posible fracaso pero un fracaso que nos revele qué estamos haciendo mal. Conciliar, finalmente, que bueno es justo eso, una palabra, un ideal y uno que no se puede alcanzar porque, por definición, es sólo una idea.

Quiero elegir la perspectiva romántica del sociópata funcional que sabe que su vida es un desastre pero está construyendo, reparando y remodelando cada aspecto de su miserable existencia un día, una semana, un mes, un año, una década o un blog a la vez. Definitivamente no quiero elegir ser el tipo que no medita ni cuestiona y que cree que está haciendo el bien simplemente porque no está haciendo el mal.

Estudiando un poco biología y visiones científicas en la universidad aprendí que no es el más fuerte el que sobrevive en la naturaleza, sino el mejor adaptado. Esta idea me parece reconfortante porque la misma naturaleza nos está diciendo que todo en la vida depende de la perspectiva que se tenga.

--

--

EDUARDIARIO
EDUARDIARIO

Published in EDUARDIARIO

Análisis, resultados y comentarios de este experimento llamado vida, bienvenido al blog de Eduardo J. Umaña.

eduardo j. umaña
eduardo j. umaña

Written by eduardo j. umaña

Soy ingeniero pero puedo escribir.