No hay lugar como el hogar

No sean ridículos y maduren, los sueños no existen.

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
4 min readApr 21, 2018

--

Cuando Nintendo está más pendiente de tu cumpleaños que muchas de las personas que ves a diario.

Hoy es sábado 21 de abril de 2018.

Hace (casi) exactamente 33 años nací y para celebrar esta ocasión especial he decidido hacer un carta abierta. Me parece que llegar a los 33 años es todo un logro y sentí deseos de escribir un poco al respecto.

(Además, el almuerzo todavía no está listo.)

Mi camino hacía este cumpleaños fue uno curioso.

Traté de no pensar mucho en el número de años, pero no fue porque me sentía más viejo, mucho menos por estar en negación. Simplemente traté de no darle mucha importancia. Además, todavía me encuentro con un poco de resaca moral por todo el despotrique y melodrama que armé cuando cumplí 30…

De cualquier forma, el número 33 es sin duda grande e importante. Después de todo, tengo la edad que tenía Jesucristo cuando murió.

De cualquier forma, traté de no pensarlo mucho. Creo que los cumpleaños dejan de ser especiales cuando creces. No porque no sea un día especial –te puedes consentir bebiendo y comiendo más de la cuenta– sino porque después de los 30 es oficial que ya se acumularon demasiados cumpleaños.

Si todos los cumpleaños son especiales, ninguno es especial.

Este es el espacio de la carta en el que aprovecharé para despotricar.

¡Sorpresa! … Apuesto a que nadie vio veni resto.

Sarcasmos a parte, estos días previos a mi cumpleaños he estado pensando en algo que me molesta en sobremanera y es el término “emprendedores” y el concepto de “emprender”. No, no es porque muchas personas lo interpretan de manera libre e irremediablemente equivocada –aunque un poco es por eso–. No, realmente lo que me molesta es que estas palabras son tiradas en la conversación junto a “realizar tus sueños”.

Lo cual, me parece una mamada.

Está de moda ser emprendedor y aún más de moda pensar que “alcanzar mis sueños” es referente para medir el éxito en tu vida.

Todos están buscando realizar sus sueños más grandes, conseguir el trabajo de sus sueños y esperando que les paguen por vivir su sueño. Me suena como que los millennials se la pasan tomando demasiado café de empresa multinacional porque lo que todos ellos necesitan es dormir más y para soñar mejor.

No creo que los sueños existan… Bueno, de hecho sí existen. Pero no como los conciben estos emprendedores.

Soñar es el proceso mediante el cual, burdamente y caóticamente, el cerebro almacenar y ordena las experiencias, memorias y pensamientos que tenemos cada día a día.

Los sueños son ruido. Los sueños son bizarros. Los sueños son un concepto abstracto. Más importante, los sueños como sueños, son un concepto errado. Un sueño es algo inalcanzable, algo fuera de nuestro control.

Vivir de sueños es una enorme estupidez.

Debemos vivir nuestras vidas con agencia, con convección y, más importante, con propósito.

Debemos vivir nuestras vidas para alcanzar nuestras metas y objetivos, no nuestros sueños; porque muchas veces nuestros sueños son caprichos mal concebidos. Mientras tanto, trazarse metas y objetivos requiere un ejercicio de realizar un estrategia personal de vida. Es una manera de medir si estamos o no realizando las correctas actividades cada día que harán de nuestra vida una más plena cuando estemos al final de nuestro camino.

Este debería ser nuestro ideal.

Vivir para luchar por alcanzar otro día.

Vivir con la menor cantidad de arrepentimientos.

Vivir trabajando para mejorar como persona cada día.

Vivir disfrutando la compañía de la gente que nos hace felices.

Vivir escuchando buena múscia, múscia que nos haga bailar por las calles de nuestra vida.

Y, más importante, vivir disfrutando un buen vaso de whiskey cada vez que sea posible.

Tengo 33 años y no estoy ni por cerca de realizar los sueños que tenía cuando era joven. Esto me frustró por mucho tiempo, pero después de que cumplí 30 me percaté de que tenía una perspectiva equivocada de cómo medir el éxito de mi vida.

Una vida exitosa no sólo se mide por las batallas ganadas, sino por la calidad de cómo se libraron todas y cada una de las batallas. Las ganadas y las perdidas. Porque la vida es un proyecto en marcha y no se detiene hasta que se detiene y, como no sabemos cuándo será, hay que ocuparse viviendo, no soñando.

Cambiar esta perspectiva ha hecho de mi vida un mejor viaje.

Y aquí estoy, feliz de contar este número de años que cada año pesa un poco más. Porque creo que lo mejor está por venir. Ahora vivo para trabajar en alcanzar mis metas y objetivos.

¡Salud a todos!
XOXO

--

--