Perdido en la calle de los demonios

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
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4 min readMar 5, 2015
Tributo a The Misfits, circa octubre 2005

Desde que tomé mi guitarra y por primera vez pude tocar algo de música me quedó claro que tenía el privilegio y la responsabilidad de transmitir la flama de motivación que había me había inspirado a tocar. Compartir el fuerte sentimiento de identificación que obtuve descubriendo tantas canciones que eran tan importantes para mi vida que sentí habían escrito para mi.

En mi segundo año de la universidad estaba listo para embarcarme en la aventura de tocar en una banda de rock. La suerte tuvo tal plan que en la reunión de despedida de un compañero del colegio que se iba a estudiar al extranjero me encontré con su hermano, al que llamaré por su nombre escénico de Rodmeister, y al hermano de otro compañero, al que llamaré DareDave, que era también su nombre escénico.

Después de unos minutos de hablar nos dimos cuenta que disfrutábamos de tocar rock y de escuchar punk-rock, particularmente la banda llamada The Misfits.

No pasó mucho tiempo para que surgiera la idea de unirnos a tocar. Pero el surgimiento de dicha idea fue caprichoso y no fue por convicción propia. Rodmeister y DareDave eran amigos de un tal Bradley, quien era el virtuoso guitarrista de una banda tributo a Rage Against the Machine que eventualmente se convertiría en el guitarrista de una conocida banda nacional que tiene una fascinación con el color rojo, pero eso no está ni aquí ni allá, el punto es que ellos necesitaban una banda que básicamente les abriera ante de sus toques.

Nosotros seríamos esa banda.

Nuestra banda nació por pura suerte y necesidad pero nuestra convicción provenía de la necesidad de compartir nuestro punk-rock con El Salvador. Los tres teníamos gustos varios pero sí estábamos en la misma página sobre The Misfits, así que acordamos ser una banda de horror-punk de tributo a Misfits que son, cuestionablemente, los máximos exponentes de ese subgénero de punk-rock.

Nos pusimos a trabajar y comenzamos a tachar los clichés de la lista “Mi primera banda de punk-rock”: ensayábamos en donde pudiéramos, desde garajes hasta hacinados en el cuarto de alguno de los miembros; el puesto del baterista cambiaba cada semana; fumábamos un poco para manejar el estrés nuestro rigurosa rutina; bebíamos un poco de cerveza para celebrar los hitos y logros de nuestra pequeña pero prometedora empresa; y hasta le pusimos un nombre sumamente juvenil y mundano a nuestra banda.

El cliché que no íbamos a tachar era el de llevar una vida de drogas y alcohol. Tocar borrachos es algo que nunca hicimos y la razón era clara: queríamos tocar bien para que todos apreciaran el punk que nos había juntado a tocar.

En poco tiempo comenzamos a tener toques con frecuencia. Las personas parecían disfrutar nuestra música aunque no fuéramos su banda favorita. Crecimos suficiente que queríamos retarnos y entrar en la escena punk salvadoreña. Pero para ello no podíamos llegar con las manos vacías y comenzamos a componer nuestras propias canciones originales.

La vida nos pidió ser una banda cuando no estábamos preparados y no teníamos planes de hacerlo. La vida también nos pidió componer música cuando ninguno de nosotros sabía exactamente cómo carajos hacerlo. La vida parecía ser la mujer más exigente del planeta porque después nos pidió grabar nuestras canciones cuando apenas y habíamos logrado crear música en primer lugar.

Nunca estás preparado para lo que la vida te va a pedir pero si realmente estás determinado a lograr algo encuentras el camino porque SIEMPRE existe una manera de solucionar las cosas.

Sin embargo, nunca dije que esta era una historia inspiradora. Entrar a la escena punk era una batalla que nunca ganaríamos.

Los punks de El Salvador creen en la camaradería… la camaradería de sólo apoyar a las bandas de sus amigos. Los punks de El Salvador creen en la originalidad de ser diferente… ser diferente dedicando todos horas y grandes esfuerzos a construir disfraces de callejeros y criticar a los que no lo hacen. Los punks de El Salvador creen en la anarquía como justicia… la anarquía de vivir entre drogas y alcohol sin consecuencias. Los punks de El Salvador no creen en el sistema… el sistema de tener metas en la vida.

Siempre que tocamos para la escena nos sentimos como huéspedes en nuestra propia casa. Nosotros tomábamos enserio el rock que tocábamos, era más que una simple excusa para pasar el tiempo. Eventualmente nos rendimos y nos retiramos tachando el último cliché de la lista: una banda de punk-rock no dura más de 3 intermitentes años tocando.

¡Ah, sí! Nunca mencioné el nombre de la banda. Nos llamábamos Demon Street. El nombre evocaba el horror y mitología de las películas que influenciaron a The Misfits. Pero también significaba algo muy importante: todos tenemos dudas, sentimientos encontrados y miedos en nuestra cabeza, demonios con los que luchamos cada día en nuestro caminar y el nombre era una conmemoración de esos momentos en los que estás perdido en esa oscura y tenebrosa calle a punto de encontrar la salida y la celebración de ese sentimiento de encontrar la salida.

Nosotros nos rendimos justo antes de encontrar la salida y hay días en los que genuinamente deseo con todas mis fuerzas no haber tirado la proverbial toalla…

El otro detalle que omití por olvidadizo fue mi nombre escénico. Esta también se puede conocer como la historia de porqué algunas personas, hasta el día de hoy, todavía me llaman Mr. E.

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