Reyes y mendigos

eduardo j. umaña
EDUARDIARIO
Published in
5 min readSep 29, 2016
Ya sabemos cómo termina esta amistosa cena de espagueti.

La idea de que como hombre debes tratar a una mujer como una princesa es mierda.

Ahí está, lo dije.

De hecho hice algo más permanente, lo escribí.

Todas las analogías que giran en torno a los conceptos de príncipes y princesas están rotundamente e irremediablemente quebradas. No estoy hablando de realeza ni sangre azul porque ese es otro problema… Estoy hablando de los cuentos de Disney y los mensajes que nos transmiten desde que somos pequeños.

Para aclarar mi punto…

Blanca nieves

… o la princesa exiliada que está obligada a hacer tareas del hogar y servirle a hombres enanos hasta que es envenenada por ser demasiado bella e inocente y sólo el beso del príncipe puede sacarla de su envenenamiento.

Cenicienta

… o la princesa condenada a vivir como criada hasta que su madrina mágica le da dinero para ir a un fiesta de clase alta donde conoce al príncipe que la saca de la pobreza.

Aurora, la bella durmiente

… o la princesa que es castigada con un coma eterno por haberse puesto a trabajar y la única manera que puede escapar de su castigo es si el príncipe la despierta para llevársela a su castillo.

Ariel, la sirenita

… o la princesa que abandonó a sus amigos y familia, dejando sus ideas y estilo propio atrás para poder estar con el príncipe; también conocida como la historia de la princesa que prefirió ser muda y estar con el príncipe en lugar de tener voz y estar soltera.

Bella

… o la princesa humilde y sencilla que se enamora de la belleza interior del multimillonario príncipe bestia.

Punto aclarado.

Siempre creí que los cuentos de príncipes y princesas de Disney eran una mala educación para las niñas porque las predispone a encasillarse en el rol de la “damisela en peligro” que necesita ser rescatada por un hombre y porque también les transmite una nociva concepción de que el amor es mágico y dura para siempre.

El concepto de princesa es uno tan arcaico que inclusive Disney comenzó a crear princesas menos convencionales y más independientes; Jazmín, Pocahontas, Mulán, Tiana, Rapunzel y Mérida difícilmente necesitan de un hombre en sus vidas para tener identidad.

Disney como compañía cambió la dirección de su “línea de princesas”, lo cual alimenta la validez de mi argumento. El impacto que estas historias pueden causar en impresionables niñas es claro, pero, ¿qué impacto causa en los niños también impresionables?

Qué bueno que preguntaron.

Por mucho tiempo tuve la idea que enseñar estos cuentos a niños podría ser bueno porque les permitiría estar en contacto con su lado más sensible y podrían aprender a tratar a las mujeres de la manera correcta, es decir, tratar a las mujeres como princesas. Esto es un grave error.

En la vida real un príncipe es un hombre apuesto y con muchos recursos –léase dinero– que luchará contra todo para estar con su princesa, es decir que aguantará toda prueba que la sociedad y la misma mujer le ponga para conquistarla y así poder ganar el derecho consentirla y eventualmente hacerla su mujer.

Tratar a alguien como princesa implica no dejar que esa persona mueva un dedo. Consentirla hasta que los caprichos rebalsen y luego aguantar dichos caprichos hasta que la hagas tu mujer.

Analizando este escenario más realista, entonces, una princesa es una bella e indefensa mujer que sola no puede rescatarse de ninguna situación, es decir, que trabajará hasta que pueda ser la esposa de alguien. Esto es un escenario altamente deprimente y quizás lo más deprimente es que para algunas personas esto sigue siendo el sueño.

Solamente la idea de ser tratada como princesa debería resultarle ofensivo a una mujer con opiniones y con conocimiento de su valor como persona. Ser una princesa, o ser la mujer de alguien, es depender de alguien para definir quién eres.

A pesar de que hoy en día se predica mucho el feminismo y el empoderamiento femenino, todavía hay muchas mujeres con pensamiento arcaico y hasta machista.

Muchas mujeres todavía esperan que un hombre haga el primer movimiento porque no sería “muy de princesa” hablarle a alguien que te gusta. Muchas mujeres esperan que el príncipe recoja la cuenta y les pague. Muchas mujeres esperan que su príncipe las acompañe a todos lados. Muchas mujeres siguen convencidas de que son malas para la matemática y que tienen derecho a pasar deprimidas porque son mujeres. Y sí, hay muchas mujeres que todavía esperan ser propiedad del “Sr. Perfección”, e inclusive están dispuestas a cambiar su nombre sin pensarlo para que quede claro que son “De” alguien.

Los hombres tenemos nuestra porción de culpa cada vez que criticamos o denigramos a alguna mujer que se sale de estas tradicionales formas de pensar, e inclusive facilitamos que estas costumbres no cambien al cumplir felizmente el rol de príncipe proveedor y el caballero consentidor de caprichos.

No estoy sugiriendo que un hombre no debe ser delicado y detallista con su pareja pero si estoy sugiriendo que ambos deberían tratarse con la misma delicadez y detalle. Al pensar en la equidad que debería existir en una pareja pude ver porqué la idea de los príncipes y princesas me parece tan mala.

No deberíamos aspirar a ser príncipes y princesas, herederos de algo que no hemos ganado, personas que no controlan su vida, pero sí deberíamos aspirar a ser los reyes y las reinas de nuestra vida.

Un rey o reina está en control de su vida y sus decisiones. Un rey trata a su reina como igual y la busca para encontrar consejo. El matrimonio entre un rey y una reina hace crecer las arcas del reino, es una suma sinérgica en la que el valor de cada uno se suma y termina multiplicándose. Un rey es tan fuerte como su reina y una reina tan fuerte como su rey.

Siempre me ha gustado como retratan la relación entre un rey y su reina.

Pueden llamarme poco convencional pero yo quisiera encontrar una mujer que sea una persona que tenga sus propias ideas y triunfos, y que ella me permita compartir los míos con ella.

Pensar que podemos ser reyes o reinas es más sano porque en el mundo real necesitamos encontrar a alguien con quién compartir nuestra vida, alguien con quien crecer y mejorar. La peor idea que se nos puede pasar por la cabeza es que necesitamos encontrar a alguien que nos defina y nos dé seguridad, alguien a quién controlar o, peor aún, alguien que nos controle.

Aceptamos el amor que creemos que merecemos. A veces creemos que merecemos poco. A veces creemos que merecemos demasiado. Y a veces creemos que necesitamos a alguien que tenga nuestros hijos, nos escuche sin debatir y nos prepare un sándwich.

Todo mono merece un premio por sus monadas, si te gustaron mis monadas, premia mi post con un 💚.

--

--