Restinga: solidaridad emprendedora en tiempos de COVID-19

Estamos viviendo tiempos extraños. Como individuos y como empresas los desafíos a los que nos estamos enfrentando no tienen precedentes, pero sin lugar a dudas van a marcarlo para las generaciones siguientes. ¿Qué podemos hacer como emprendedores para ayudar en un momento como este? ¿Cómo podemos ponernos al servicio de la humanidad para colaborar, empezar a percibirnos como un todo y salir adelante juntos?

Restinga es una destilería de gin con base en Coronel Vidal y creemos que son un gran ejemplo de la solidaridad emprendedora y el tipo de energía resiliente que puede sacarnos adelante: dejaron de lado la producción comercial de gin para destinar la infraestructura de su fábrica a la producción de alcohol para donar. Hablamos con Matías Iriarte, uno de sus fundadores, para que nos cuente un poco más sobre esta excelente iniciativa.

¿Cómo y cuándo surgió la idea de destilar alcohol para donar?

Cuando empezó a propagarse el virus en distintos países, ya las grandes destilerías no entregaban más alcohol y en las farmacias empezaba a subir el precio y a escasear el producto. Varias personas me empezaron a decir que por qué no fabricábamos alcohol en gel para vender, ya que cada día iba a ser más necesario. Honestamente a raíz de eso nos juntamos con mis socios y preferimos empezar a fabricar alcohol para donarlo, ya que lo que nosotros comercializamos son bebidas espirituosas (mayoritariamente gin) y no nos pareció ético aprovechar una situación tan difícil para sacar un provecho económico de un producto que no es el que generalmente comercializamos.

¿Cómo se adaptaron tan rápidamente a la nueva producción?

Al ser una destilería artesanal y producir nuestro propio alcohol, nosotros partimos desde el cereal que cocinamos, fermentamos y luego destilamos; es decir que hacemos el 100% del proceso productivo. Cuando compramos nuestro alambique de destilación, diseñamos un equipo buscando que sea versátil y que pueda llegar a adaptarse para hacer diferentes bebidas espirituosas. Por eso lo diseñamos en 4 partes que pueden utilizarse independientes o todas juntas: el caldero con la cabeza de cebolla, la columna de rectificación, la cesta de botánicos (para infusionar el gin) y el condensador. Eso nos permitió, usando la columna, partir de un alcohol de baja graduación alcohólica y llegar a una graduación de 70 u 80 grados, que es lo que hace falta para sanitizar.

¿Qué impacto tiene esta decisión a nivel negocio para ustedes?

Para nosotros es muy importante el hecho de poner por delante el aspecto humano sobre lo económico. Desde que arrancamos con la destilería siempre la idea fue que sea sustentable, tener nuestros propios botánicos naturales para infusionar el gin y un espíritu solidario y responsable con el planeta. Obviamente que esta situación tiene un impacto económico muy grande, ya que hace semanas que no producimos para la venta y seguramente faltará mucho para que lo hagamos; pero estamos haciendo lo que sentimos y nos hace sentir bien.

¿Algún mensaje para otras empresas que tengan ganas de ayudar desde sus lugares en esta situación y no sepan cómo?

Cuenten lo que hacen, hoy las redes sociales nos permiten llegar mucho más fácil a la gente que necesita algo. Nosotros lo primero que hicimos fue ponernos a disposición de los municipios de General Pueyrredon (Mar del Plata) y Mar Chiquita, y en seguida surgieron las necesidades.

¿Cómo podrían colaborar con ustedes otros emprendedores?

Desde que esto se viralizó hay muchísimas personas que nos escriben para darnos una mano. La verdad es que cada uno desde su lugar nos puede escribir si piensa que su emprendimiento puede ayudar de alguna manera.

¡Gracias Mati y Restinga! Son un ejemplo y un orgullo emprendedor.

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