La disciplina en la infancia del siglo XXI

Verónica de Miguel
El arte de enseñar
3 min readAug 7, 2017

¿Qué límites debemos ponerles a nuestros niños? ¿Qué valores debemos inculcarles? ¿Qué normas de comportamiento y de convivencia debemos enseñarles? ¿Cómo aplicar las nuevas técnicas y recursos en la educación?

Estas son algunas de las preguntas que se están haciendo en este momento padres y educadores de todo el mundo, siempre con la intención de ofrecer la mejor educación a los más pequeños.

La protección paterna es algo natural como la vida misma, está en nuestro código genético y es necesaria para la creación de figuras de apego, tan importantes en el crecimiento y desarrollo de los pequeños.

Sin embargo, Esta protección llevada al extremo, está acarreando muchos problemas en la sociedad actual. Lejos de ayudarles, estaremos generando déficits irreparables en nuestros hijos como consecuencia de esta sobreprotección desmedida, que está ocupando un papel protagonista en la sociedad actual.

La estricta disciplica que caracterizaba las aulas del pasado, lideradas por una figura de autoridad a la que alumnos y padres debían respeto, ha dado paso al verdadero caos en el que están inmersas las aulas de hoy en día.

Hemos pasado de todo a nada, nadie guarda las formas, no se respeta a nada ni a nadie. ¿Qué ha sido de los clásicos valores como el respeto a los mayores y a los demás compañeros? ¿Dónde quedaron las palabras “gracias” y “por favor”?.

La sobreprotección de los hijos/as está generando un desastre que no parece tener fácil solución. El resultado de esta tendencia son niños mimados, maleducados y carentes de valores, que darán paso a una sociedad adulta de cuestionable calidad humana.

Familias y profesores deben trabajar en la misma dirección para educar adultos autosuficientes y capaces de enfrentar una sociedad cambiante llena de baches y dificultades.

Los padres y los maestros deben formar fuertes alianzas de colaboración mutua para moldear la conducta de los niños desde la infancia, pues ambas son figuras necesarias y complementarias en el desarrollo de los niños.

Como padres, debemos fiarnos de la profesionalidad de los maestros y depositar en ellos la responsabilidad de ayudarnos en la educación de nuestros hijos mientras están en el colegio. Pero nunca delegar completamente en ellos o pensar que la escuela es la única responsable de la educación de los pequeños.

Los docentes, por su parte, deberán complementar la tarea de las familias y no limitarse a impartir contenidos, dejando la transmisión de valores únicamente en manos de las familias. El profesor no debe olvidar que el niño pasa más horas en la escuela que en casa.

Las actuaciones de padres y maestros deben complementarse y la relación de unos y otros debe caracterizarse por una continua comunicación y confianza. Los niños nunca deben percibir desacuerdo o desunión entre sus padres y sus profesores.

Escuchemos a nuestros hijos/as pero no creamos todo lo que nos cuentan. Todos hemos sido niños. Pongamos en juicio de valor todo, seamos críticos con ellos. Que los niños no sientan que siempre estaremos ahí para defenderles, pase lo que pase. Sobre todo, que no sientan que les defenderemos hagan lo que hagan, incluso cuando su comportamiento no sea el correcto.

Que no sientan que estamos dispuestos a remover cielo y tierra por ellos, incluso a enfrentarnos a sus profesores. Esto es una barbaridad. ¿A dónde vamos a llegar? ¿Qué les estamos enseñando si los adultos nos comportamos así?

Los nuevos tiempos han hecho que ganemos en novedosas estrategias y técnicas educativas, que se hacían inimaginables hace unos años pero han hecho que se pierda en valores y educación, tan bien considerada antes y tan poco valorada ahora.

De nuevo, recomiendo que se aplique el sentido común para tomar lo bueno de cada época y así avanzar satisfactoriamente hacia la educación del futuro, sin volvernos locos, sin perder el norte.

Versión en inglés.

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Verónica de Miguel
El arte de enseñar

Maestra de vocación y Comunicadora, especializada en Account Management, PR y eventos.