La vocación del profesor

Que si los profesores tienen muchas vacaciones, que si su trabajo es fácil, que si viven muy bien… Todo mentira, tan solo falsos mitos que se esconden tras la enorme responsabilidad social que acarrea la profesión.

Hace unos días me topé en Twitter con esta fotografía publicada por @EducWeb (Maestros Innovadores) que a mi me hizo reflexionar, y que hoy quiero compartir con vosotros.

En la imagen vemos a una abuelita preguntándole a su nieta por su tutora, a lo que la pequeña no duda en contestar: “Genial, cuando abre la puerta para entrar a clase, primero entra un corazón y luego un libro”. Esta viñeta es todo un ejemplo a seguir para quienes se dedican al mundo de la enseñanza.

Y es que los profesores no lo tienen nada fácil y su profesión requiere altas dosis de vocación si se quiere hacer bien, ya que innovar no es fácil, adaptarse a las nuevas técnicas educativas, no es fácil, transmitir conocimientos, alimentar su curiosidad, motivar a los alumnos, darles cariño, apoyarles y fomentar su autoestima no es fácil, ayudarles a superar sus miedos y a enfrentarse a sus problemas no es fácil, escucharles y acompañarles en su desarrollo personal no es fácil.

Educarles, darle alas a su creatividad, inculcarles valores, darles las herramientas para que se creen sus propias opiniones, animarles, prepararles para la vida e impulsar su carrera profesional tampoco es fácil. Y si no es fácil, ni lo puede hacer cualquiera, ni cualquiera lo puede hacer igual de bien.

Sin embargo, ¿Por qué está tan mal valorada la profesión? Porque muchas personas sin vocación deciden, equivocadamente, meterse en la docencia. Es entonces cuando los falsos profesionales de la enseñanza hacen las cosas muy mal, convirtiendo a los alumnos en las primeras víctimas de su irresponsabilidad, consecuencia directa de su falta de vocación.