Los videojuegos en streaming son el futuro de la industria, para lo bueno y para lo malo

Jose García
El Blog de Jose García
9 min readMar 5, 2020

Desde hace un tiempo hasta ahora hemos visto cómo diferentes empresas se han aventurado a lanzar/mostrar sus propios servicios de streaming de videojuegos. Los mas populares, quizá, serían Nvidia GeForce Now y PS Now, si bien recientemente hemos visto al gigante Google anunciar Google Stadia, un servicio que promete bastante o que, al menos, tiene las herramientas necesarias (dinero, infraestructura y más dinero) para convertirse en una alternativa a tener en cuenta.

Las bondades de estos sistemas de gaming en streaming son varias, pero la más importante, desde mi punto de vista, es que rompen la barrera del hardware. No me voy a poner técnico, pero podemos resumir estos servicios en que los juegos se procesan «en la nube», una forma elegante de decir que las empresas tienen tropecientas CPU y GPUs conectadas a la red que procesan el juego por ti.

La forma más sencilla de entender los juegos en streaming es imaginarlos como si estuvieras jugando por Internet en el ordenador de otra persona

De esa forma, es la empresa (y no tú) la que hace el desembolso en procesadores, tarjetas gráficas e infraestructura de red. Tú, simplemente, podemos decir que estás jugando en el ordenador de otro. Das las órdenes como lo harías en un juego instalado en tu PC, estas se mandan por Internet a «la nube», allí se procesan y se te devuelve el resultado en forma de vídeo. Digamos que es como una película interactiva en tiempo real.

¿Y en qué se traduce eso? En que sobre el papel, es virtualmente posible jugar a cualquier juego, por más altos que sean sus requisitos, desde cualquier dispositivo, sea un móvil, un ordenador, una tele o un microondas con pantalla. Lo único que necesitas es una conexión a Internet medianamente decente (si bien tampoco es necesario tener fibra óptica de 1 Gbps).

Las virtudes de los videojuegos en streaming son varias y, de hecho, si miramos la industria del entretenimiento a nivel general, el streaming se ha convertido en el camino a seguir. Netflix instauró, o más bien, popularizó el cine y las series bajo demanda; Spotify hizo lo propio con la música; Storytel o Audible lo han hecho con los audiolibros; Apple lo va a hacer con los juegos móviles con Apple Arcade. El siguiente paso natural son los videojuegos de sobremesa.

“Pero es que, realmente, nunca poseerás un videojuego”

Y si bien es cierto que los juegos en streaming tienen sus ventajas, no deja de ser menos cierto que, como ocurre con Netflix, Amazon Prime Video, Spotify o Apple Music, estás pagando por acceso, pero no por posesión. En cierto modo, es como una casa de alquiler: puedes vivir en ella pero, a efectos prácticos, no es tuya. Si dejas de pagar pierdes el acceso.

Dejando de lado el tema del alquiler, que daría para escribir dos tesis y un par de libros, lo que realmente me interesa es lo siguiente: ¿de verdad importa no tener nada si, con ello, estamos consiguiendo acceder a 40 millones de canciones a las que antes no podíamos acceder? Yo digo que sí, y ojo, te lo dice alguien que paga Spotify solo para escuchar podcasts y un par de playlist de jazz cuando escribe, como la que suena ahora mismo. Literalmente, a Spotify le salgo rentable, porque apenas uso la plataforma y, sin embargo, pago mi mensualidad de forma religiosa.

Suscribirse a este tipo de servicios solo tendrá sentido si vas a usarlo lo suficiente para que la suscripción sea más rentable que comprar los juegos por separado

Estamos de acuerdo en que, si echas cuentas, hay servicios de suscripción que realmente te resultan deficitarios. En mi caso, pago 2,5 euros por Spotify (porque comparto la cuenta), lo que se traduce en 30 euros anuales. Yo no escucho 30 euros de música en un año ni de broma, pero oye, la tengo ahí disponible para cuando quiera acceder a ella. Por otro lado, a Netflix y Amazon Prime Video les saco un rendimiento que no vale lo que pago, sino mucho más.

Y es curioso. Tengo 40 millones de canciones en el móvil y, a la vez, no tengo ninguna. «Tengo, luego pago mi suscripción», como diría Descartes. Con los videojuegos me atrevo a decir que pasará exactamente lo mismo. No digo que pasará ya, quizá el sistema tarde en asentarse un par de años. De hecho, creo que la implantación del 5G supondrá un punto de inflexión, sobre todo cuando además de red tengamos un amplio abanico de dispositivos compatibles.

¿Dónde está el problema de los servicios de streaming de videojuegos? En más de una ocasión he escuchado a alguna persona decir que «no tienes videojuegos» y «que dependes de la empresa porque te puede quitar el juego y no podrás acceder a él». De hecho, creo que son los dos principales argumentos en contra de estos servicios, y ambos tienen su contraparte.

Por un lado, «no tengo videojuegos». Sí, es cierto, no tienes el disco físico, pero también es cierto que ahorras tiempo (comprarlo, instalarlo, actualizarlo…), espacio (¿cuántas cajas tienes al lado de la consola cogiendo polvo con juegos que llevas un eón sin tocar?) y, al menos sobre el papel, dado que la empresa se ahorra la caja, el disco y la distribución, debería suponer una reducción de los costes finales, lo que puede ser beneficioso de cara al coste de los servicios de streaming. Otra cosa es que luego las empresa se pasen por el forro este tema y te vendan el juego digital al mismo precio que el físico o incluso más alto, pero eso es un caso de mala praxis, no de costes.

Además, al mismo tiempo que no tienes videojuegos tienes acceso a un buen catálogo de videojuegos (o así debería ser, lo trataremos luego) que, de otra forma, quizá no podrías permitirte (o sí, no sé si serás hijo del dueño de una petrolera, yo qué sé). Si pagas estos servicios es porque vas a sacarle provecho (no como yo hago con Spotify), así que en tanto en cuanto juegues a suficientes juegos para que el coste de la suscripción sea inferior a lo que te habría costado comprarlos en físico, el servicio merecerá la pena.

Puede que no tener videojuegos propios no sea tan malo cuando puedes acceder a todos los que haya disponible en el servicio

El otro argumento es que «dependes de la empresa porque te puede quitar los juegos en cualquier momento». Pues sí, ¿pero no hace Netflix lo mismo con las series que dejan de funcionar, que dejan de interesar o que no son rentables? Seamos sinceros, las empresas no son una ONG, están aquí para ganar dinero, y el dinero no crece en los árboles. Para ganar dinero hay que resultar atractivo al usuario, entendiendo el usuario como la masa de potenciales usuarios, no a ti como individuo.

Si el juego al que tú estás jugando no le resulta rentable a la empresa, ya sea porque no es atractivo para posibles suscriptores o porque el gasto de mantener el procesamiento del juego supere a las suscripciones de los usuarios que acceden a él, es normal que lo quiten. Ese juego ocupa espacio y ancho de banda del servicio, espacio y ancho de banda que podrían dedicarse a otro juego que sí funcione. ¿Tú mantendrías activo algo que te genera pérdidas solo por amor al arte? Posiblemente no. Pues las empresas tampoco, por más que te fastidie.

Si un servicio de streaming de videojuegos quiere triunfar tiene que hacerlo ofreciendo novedades, grandes títulos y títulos muy conocidos (que no tienen que ser exactamente lo mismo). Es decir, exactamente como hará Disney con Disney+, que conseguirá suscriptores a base de exclusivas de Marvel, Star Wars y demás franquicias. Un servicio de streaming de videojuegos no triunfará por tener muchos juegos pequeños que usan un par de personas, triunfará por tener un catálogo de contenido curado, con buenos juegos y juegos conocidos, y eso se consigue añadiendo juegos que funcionan, quitando los que no y puliendo la biblioteca.

También te digo una cosa, estamos hablando de algo que llegará en el futuro. No sabemos qué estrategia seguirán Microsoft, Google, Electronic Arts, Ubisoft y demás compañías interesadas en los juegos en streaming. Steam tiene miles de juegos y ahí se quedan por menos gente que los juegue, y si Steam puede, nada indica que las empresas mencionadas anteriormente no puedan hacerlo también. Que evidentemente no lo harán, pero bueno, soñar es gratis.

La fragmentación, eso sí que será una movida

Hasta aquí nos hemos movido en mundo utópico lleno de fantasía y piruletas en el que en un mismo servicio vas a tener todos los juegos disponibles, pero todos y cada uno de nosotros sabemos que eso no va a ser así. Que los videojuegos en streaming sean el futuro no significa que todo vaya a estar lleno de ventajas. De hecho, hay un punto que es interesante abordar y no es otro que la fragmentación.

¿Qué es la fragmentación? Para verlo, nada mejor que echar un vistazo a la movida entre Steam y Epic Games Store. Hasta la llegada, o más bien, apogeo de Fortnite y, por tanto, Epic Games, Steam era la dueña y señora del cotarro. ¿Quieres un juego? Steam. ¿Compras una clave? Steam. Sí, cada empresa tiene su launcher y su servicio, pero ninguna (salvo Origin, quizá) ha hecho tanto ruido como Epic Games Store.

¿Por qué? Porque Origin, que es de EA, está enfocado a juegos de EA, pero Epic Games Store está fragmentando el mercado de los videojuegos de PC (lo cual es bueno y malo), un mercado que hasta hace poco pivotaba alrededor de Steam. Ahora, si quieres un juego, tienes que mirar dónde está y comprarlo allí. Un juego de la Epic Games Store no se puede importar a Steam, y viceversa.

Ahora son pagos únicos y no pasa nada, descargas dos launchers y listo. No se acaba el mundo. Sin embargo, cuando llegue la época de las suscripciones a videojuegos, ahí sí que nos vamos a inflar de reír. ¿Por qué? Porque si el mercado se fragmenta, y todo apunta a que será así (Microsoft, Google y EA ya tienen planes para lanzar sus respectivos servicios, por ejemplo), no solo vas a tener que pagar una suscripción, sino varias, si quieres acceder a un catálogo amplio, y eso sí que puede empezar a notarse en el bolsillo.

Todas las empresas querrán tener su propio servicio de streaming y lucharán por conseguir juegos exclusivos y, por lo tanto, más suscripciones, tal y como ya ocurre en la industria del cine bajo demanda

Electronic Arts querrá su trozo del pastel, Google querrá el suyo, Microsoft querrá el suyo y así, batalla por los derechos de explotación de los videojuegos mediante, el mercado se acabará convirtiendo en un galimatías en el que o te dejas un ojo de la cara en suscripciones o aceptas que no vas a poder jugar a Battlefield V si no pagas la suscripción al servicio que saque EA, si es que lo saca.

A título personal, me gusta más la idea de Sony y Playstation con PS Now. Pagas tu suscripción, única para sistemas PS4 y PS4 Pro, y tienes acceso a los juegos de Playstation, punto y pelota. Es la ventaja de los sistemas unificados. Lo mismo opino de la App Store. Una de las ventajas de iOS es que si quieres una app la tienes que descargar desde allí, y si la app quiere estar allí tiene que cumplir unos estándares de calidad y ser revisada por Apple. En Android, bueno, la cosa cambia un poquitín.

En definitiva, y como reza el titular de este artículo, el streaming de videojuegos será el futuro, para lo bueno y para lo malo. El streaming democratiza el acceso a los videojuegos dejando en mano de las empresas el gasto en hardware e infraestructura y permitiendo al usuario hacer clic y jugar. Sin embargo, nos arriesgamos a que el mercado se fragmente más de lo que está ahora mismo, y eso puede hacer que el sistema sea confuso, poco user friendly y, en última instancia, que genere rechazo.

Es el mundo que nos ha tocado vivir, imagino. A título personal, y aun siendo consciente de que tiene sus inconvenientes, me parece una buena idea poder jugar a un juego en calidad alta desde un portátil básico, el iPhone o mi televisor. Puede que cuando me toque pagar un dineral cambie de opinión, vete a saber. Sobra decir que los comentarios están abiertos, así que encantado de leer tu opinión.

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Jose García
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Escribo sobre tecnología y el maravilloso mundo de Internet 💻 — Editor Senior en Xataka.