¿Y si salir de compras ayudara a curar enfermedades?
Este artículo pretende dar mi opinión sobre una pregunta que me hizo un amigo hace tiempo y que volvió a surgir en una discusión en Naukas 15. La pregunta en cuestión era: «¿Qué hay de malo en combinar medicina tradicional y medicina alternativa?».
Voy a dejar de lado que no existen dos tipos de medicina, sino solamente una: la que es capaz de probar su eficacia mediante ensayos clínicos. Y que si se demostrara que una de las mal llamadas medicinas alternativas tuviera eficacia, pasaría a incluirse en la (única) medicina. Mientras tanto, no pasan de ser supersticiones y creencias.
Y únicamente voy a considerar pseudoterapias que no son peligrosas per se o que dan problemas serios en pocas ocasiones. Por lo tanto no estaría hablando de quiropraxis (aquí una revisión de los casos publicados de muerte tras sesiones de esta pseudoterapia) o acupuntura (más muertes), por ejemplo.
El argumento que suelo escuchar con frecuencia es el siguiente: «Vale, estoy de acuerdo en que no funcionan. Pero si no se dejan los tratamientos médicos eficaces, ¿qué problema hay en combinar ambos?”. Intentaré dar mi opinión sobre este punto en este artículo.
Vamos de compras
Y para no criticar a ninguna pseudomedicina en concreto, voy a utilizar como terapia una actividad que puede ayudar a algunas personas a sentirse mejor: salir de compras. Igual no te parece un ejemplo comparable a los «beneficios» de las pseudoterapias, pero lo cierto es que no está tan alejado de estas, como señalan algunos estudios:
- En un estudio de 2007 se estudiaron imágenes de resonancia magnética (fMRI) de personas a las que se les exponía a la compra de productos, y se observó cómo variaban los niveles de dopamina.
- En un estudio sobre población taiwanesa se constató que hacer compras con frecuencia reducía un 27% el riesgo de muerte en personas mayores.
Vamos a confiar en estos estudios sin hacer demasiadas preguntas (aunque muchos de vosotros ya sé que les estaréis poniendo pegas) para replantearnos la pregunta inicial de la siguiente forma: “¿qué problema hay en que combine la medicina «tradicional» con la compra de ropa cuando me encuentro enfermo?” Los argumentos que te voy a dar servirán tanto para el ejemplo concreto de la compra de ropa como el de las pseudomedicinas.
La cartera
Para empezar, no debemos olvidar que lo que realmente cura es la medicina «real», por lo que el supuesto beneficio que nos puede aportar la compra de ropa respecto al consumo de fármacos u otras terapias efectivas es pura ilusión. De hecho, aunque los estudios antes citados muestran una cierta correlación entre salir de compras y los niveles de dopamina, no dicen nada de que curen ninguna enfermedad. Y respecto al estudio que afirma que disminuye los fallecimientos en un 27%, probablemente se deba al ejercicio realizado al salir de casa más que a la compra en sí misma.
Puede que a ti te sobre el dinero y te puedas permitir gastarlo en ropa cada vez que te sientas mal. Si es así, mi enhorabuena. Evidentemente, no te causará ningún daño comprar ropa mientras tomes las medicinas prescritas por un médico profesional, pero no es menos cierto que dañará terriblemente el estado de tu cartera.
El sistema de salud
Una vez asumido que salir de compras mejora nuestra salud, aunque sea de forma complementaria, ¿por qué no permitir que lo subvencione el Estado? Bastaría con que la seguridad social pagase parte de las compras de ropa que hicieran los enfermos. Seguro que pensarás que eso estaría realmente bien. Pero ese dinero tendría que salir de algún lado: o bien aumentamos los impuestos, o bien eliminamos la subvención de medicamentos que sí han probado su eficacia. O tenemos que cerrar plantas de hospitales y esperar para adquirir nuevos aceleradores de partículas necesarios para tratar con radioterapia a enfermos de cáncer. Así que al final irías vestido a la última, pero cuando necesitaras un tratamiento efectivo lo tendrías que pagar de tu bolsillo. ¿Compensa?
Eres responsable
Pero esto no es lo más grave. Al decir que comprar ropa mejora nuestra salud, estamos otorgándole una falsa credibilidad curativa. Y ese es el gran problema, porque habrá mucha gente que pensará:«¿para qué voy a tomar fármacos, con sus terribles efectos secundarios (y además aumentar los ingresos de las malvadas farmacéuticas), si me puedo curar sólo comprando ropa?» .
Si tú eres un consumidor habitual de pseudoterapias pero lo combinas con la medicina profesional, puede que pienses: «Vale, pero si la gente es tonta y deja las medicinas es su problema.» Pues no, no lo es. En parte es tu problema, porque al consumir productos de pseudomedicina (junto con varios millones de personas más) estás reforzando el mensaje de que «comprar ropa» es efectivo para curar enfermedades y transmites esa idea cada vez que dices «a mí me funcionó comprar ropa». De hecho, un estudio reciente apunta a que el uso de terapias alternativas refuerza la idea de que las terapias eficaces no sirven para nada. O sea, que cuanto más crees que la homeopatía funciona menos crees en la eficacia de los medicamentos.
Y claro, después la gente cree que no es necesario medicarse porque basta con comprar ropa. Y deja de ir al médico. Y deja de tomar fármacos. Y no sólo ellos, sino que lo hacen con la gente que tienen a su cargo. Y un día muere un niño de difteria porque los padres decidieron (sin mala fe, pero siguiendo consejos equivocados) no vacunarle. O muere una niña de dos años por leucemia linfoblástica aguda porque sus padres decidieron tratarla con naturopatía. Y otro día muere otro niño porque sus padres decidieron no darle antibióticos para curar una otitis.
Y no lo olvides: las multinacionales del tejido se forrarían a tu costa cada vez que te resfriaras. Y a ti no te gusta que las malvadas multinacionales ganen dinero a tu costa, ¿verdad?
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