‘American Psycho’, de Bret Easton Ellis

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4 min readMar 2, 2016

American Psycho es la típica novela plana que entiende pero no procesa. La típica obra de un escritor que se nutre de lo fácil y carece de la inteligencia para encontrar lo importante. Esta obra pertenece a la clase de las que pueden llegar a abarcar páginas y páginas de retórica insulsa para luego culminar en nada. Bret Easton Ellis interpreta y desarrolla la sociedad consumista yuppie de los años ochenta, que se reduce a marcas y moda sofisticada. Una muestra de la superficialidad, la posesión y el narcisismo extremo… y ahí se queda. Y por eso mismo American Psycho no es una obra maestra. No va más allá de una lectura crítica sobre la autocomplacencia del individuo. No ahonda en lo esencial de la existencia humana; ignora lo que nos hace, a pesar de todo, personas.

En este trabajo, Ellis apunta a esa idiosincrasia, a los lectores que son testigos o pertinentes a la sociedad que él desprecia. Y si una novela se construye sobre un público estúpido, hueco y trivial, la obra resultante será estúpida, hueca y trivial. Solo será una exposición de lo que nos avergüenza, de lo que nos hace seguir cayendo en una grieta que no dejamos de dilatar. Ellis nos dice que el mundo en el que vivimos es ruin, una riña constante de quién luce más refinado. Eso no hace más que llevar al hombre a su aceptación como tal. Exagera la parte que ya odiamos ver. Con esto quiero decir que American Psycho no nos hace mejorar, únicamente ironiza sobre el consumismo y el ensimismamiento personal que ya conocemos. Alimenta, expande y difunde lo que detesta, y, haciendo eso, se mimetiza con lo que ataca y sucumbe en la simpleza.

Pero, además, el humano es más que una especie autosuficiente y ególatra. Detrás de ese comportamiento pancista, y no por eso menos poderoso, existe la generosidad, la amistad, la compasión, el amor, la auténtica capacidad de ayudarnos los unos a los otros. Ellis solamente nos enseña lo que nos deshumaniza, lo que nos transforma en unos salvajes sin alma. Exterioriza algo que no es completamente cierto. No nos pone de manifiesto la soledad, la tristeza y la desdicha de un empresario exitoso por las noches, cuando se da cuenta de que todas sus posesiones son basura, que no son más que un traje que usa para mostrarse fuerte ante personas que tienen la misma crisis cuando se apartan de la multitud. No nos muestra que hay cosas que no se pueden comprar. Eso sería lo interesante.

¿Por qué necesitaríamos eso? ¿Por qué querríamos leer sobre algo que, lamentablemente, observamos todos los días? ¿Qué puede aportar a la humanidad una obra que no hace más que gritar a bombo y platillo que lo que somos es porquería? Si estamos tan mal como expresa Ellis, ¿la verdadera obra maestra no sería aquella que pudiera mostrar lo contrario, el brillo que yace debajo de esa mugre que aparentemente somos?

Y para empeorar más las cosas, el protagonista, un sociópata vanidoso, discriminador, déspota, drogadicto y misógino que no para de torturar y asesinar sin razón: otro error de Ellis. ¿Por qué habrías de elegir a una persona así para ser el personaje principal de una novela que por sí sola se muerde su propia cola? Si no era bastante con las conversaciones insufribles y anodinas entre el grupo de yuppies oligofrénicos tratado en la historia, el autor nos presenta la personificación, el representante central de la sociedad materialista, como un monstruo infame que cree que la única forma de felicidad es aquella que tiene un precio delante y que las mujeres son meros pedazos de carne para penetrar. Innecesario, desvirtúa y es repulsivo.

Antes de terminar quiero aclarar que no estoy en contra de la evidencia social. De que un autor destape y escarbe en lo oscuro de nuestra existencia. No obstante, como dije al principio de la reseña, en American Psycho Ellis se queda a medio camino. Saca la manta que nos cubre y revela la mitad de algo que es más significativo. Refiere a un análisis sesgado y marca como axioma un comportamiento ajeno a la realidad. No me interesa leer sobre personajes espurios o que ejemplifiquen lo que no es ser humano. No es nada que no sepa y estoy cansado de ello. Es verdad que el materialismo existe, y desgraciadamente no sale de su auge; es verdad que los narcisos abundan en la calles y comen a nuestro lado con falsas sonrisas. Pero también es verdad que cuando se alude a lo inherente de la humanidad, se despierta algo más sustancial que la agrietada superficie del individuo. Y allí es adonde tendría que haber llegado, ahí radica el trabajo de la ficción. En completarnos como personas. El autor tendría que habernos enseñado que no todo está perdido, que él es igualmente consciente de la frivolidad en el baile de las apariencias, pero asimismo es consciente de la bondad que persiste a pesar de su adverso. Eso sería lo complicado, lo brillante. Sin embargo, Bret Easton Ellis no estuvo a la altura.

En fin. Aburrido, tedioso y absurdo. Un libro muy pobre, que no aporta absolutamente nada relevante. Una obra que no se aventure más allá de lo sabido no debería trascender. La humanidad es y seguirá siendo humanidad, Ellis, y tu libro es y seguirá siendo basura.

American Psycho. Bret Easton Ellis. Punto de lectura. España, 2001. 576 páginas. Comprarlo en Amazon.

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