Molinos: «Creo que hay libros en los que hay que tener una vida para saber leerlos»

Nos hemos tomado un café con Molinos y hemos hablado de libros. Y de ‘Los Soprano’. Y de bibliotecas. Y de leer mucho.

Violeta Tomás
El Buscalibros
13 min readMar 30, 2017

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Hemos quedado en el parque. He llegado con tiempo porque estoy un poco nerviosa. Hace años que leo su blog, conozco algunas entradas casi de memoria, pero ella no sabe gran cosa de mí. Aparece justo por el lado que no espero. No es alta y, aunque esto ya lo sabía, me sorprende. Su voz también. Habla rápido, es alegre y, tras dos horas de verborrea incansable, llego a la conclusión de que Moli es una de esas personas que «no se lo toman demasiado en serio», su blog es ella cien por cien y, al mismo tiempo, es un personaje, es lista, divertida y humana, y la verdad es que no muerde.

Bromeamos sobre la idea misma de la entrevista, mi inexperiencia, y que lo difícil es que el entrevistado parezca brillante. Cuando llego a casa, pruebo la grabación y empieza precisamente con esta frase: «Me tienes que hacer parecer superbrillante».

Has escrito mucho sobre la lectura y sobre libros, así que empezaré yendo directamente a lo importante: ¿qué piensas del final de ‘Los Soprano’?

(Se ríe) Me dio tantísima pena que acabara que me daba igual lo que significara. Había convivido con ellos durante un año, en completa adicción y completo enamoramiento, a pesar del tipo de hombre que es él. El drama era que se acabara, me daba igual lo que hubiera pasado.

Siempre he querido volver a ella, pero luego me digo: ¿y si no funciona? ¿Y si ha envejecido fatal? Y luego, bueno, cuando murió James Gandolfini… yo recuerdo aquel día perfectamente.

Ahora sí vamos a los libros. Me gustaría que me hablases sobre los antecedentes lectores: las cosas que leemos de pequeños determinan de alguna manera nuestras preferencias, hasta el punto de que nos condicionan. ¿Cuáles dirías que son tus antecedentes, y en qué medida suponen volver a casa?

Dice mi madre que yo leía desde enana, que me sentaba con el catálogo de El Corte Inglés o lo que fuera. No tengo ni idea. Sé que mi madre me regaló Celia, lo que dice cuando tenía siete años.

Yo leía todo: Leí Puck, los Cinco… ya más mayor recuerdo que mi madre era superadicta a unos libros del oeste de Zane Grey y me pasó uno. Me los leí todos. Eran novelas llenas de vaqueros solitarios, profesoras valerosas, todo muy épico y muy del oeste. Los devoré. Más adelante le preguntaba a mi madre: «¿Qué me leo ahora?».

No sé, no recuerdo en qué momento empecé a elegir los libros que leía, pero ya era bastante mayor. Hasta entonces leía lo que había en mi casa.

¿Tú no buscabas?

No. Había muchos libros en casa, iba a la estantería, le preguntaba a mi madre y ella me iba dando libros. En mi casa había un despacho con una biblioteca muy grande, o iba a casa de mis abuelos y ella me decía: «Todos los que hay en esta estantería te los puedes leer».

No fui a una biblioteca hasta los dieciséis años (quitando la del colegio). Tampoco había tantas, ahora hay muchísimas. Mi madrina me llevó a la biblioteca Central de Madrid y recuerdo la sensación que tuve, pensar que podía llevarme el libro que quisiera. Fue mucho más tarde, cuando me casé y nos fuimos a vivir cerca de aquella biblioteca, con veintiséis o veintisiete años, cuando me hice socia.

Con dieciocho o diecinueve años empecé a comprarme algún libro, pero en mi casa leía lo que había. Y si un autor me gustaba los leía todos.

Y bueno… creo que he mejorado mucho como lectora.

¿Cómo dirías que se va conformando el gusto del lector? En algún momento, uno empieza a decir: esto sí, esto no, y esto puede, pero solo para pasar el rato, o esto otro me queda grande… ¿en qué momento empieza uno a tener criterio, y cómo?

Es una pregunta difícil. A base de acumular muchísimo. Si no lees mucho es imposible que tengas criterio para saber qué es bueno, qué es puro entretenimiento pero no te agrede y qué es directamente un atropello a tu inteligencia como lector.

Cuando lees mucho, igual que cuando has visto mucho cine, probado muchas paellas o visto muchos conciertos, eres capaz de discriminar, eres capaz de decir: «Esto está mal escrito, está mal editado o no sé cómo lo han publicado». O al revés: «Esto es maravilloso, nunca había leído nada tan especial».

Leyendo mucho y bueno, pero malo también…

El lector principiante tiene mogollón de prejuicios. Dice: «Yo no leo ensayo» o «no me gustan los libros sin diálogos». Hay cosas con las que creo que no te atreves y disfrazas ese miedo con gusto. «Eso no me gusta». ¿Cómo lo sabes si no lo has leído? Cuando luego te decides, te atreves a probar algo nuevo, te llevas sorpresas, descubres cosas nuevas. Yo no leía ciencia ficción porque pensé que no me gustaba. Y leí Crónicas marcianas y me pareció una maravilla. Tampoco leía cómic y me recomendaron Maus. Empecé a leer cómic con cuarenta años y ahora leo, al menos, uno al mes.

Precisamente quería preguntarte eso, cómo hacemos para que los adolescentes lean.

Es imposible que un adolescente empiece a leer si no lo hacía de niño. La gente se desespera mucho, a mí también me pasa con mis hijas, les digo que lean y dicen que no les apetece. Para mí es inconcebible, pero no consigo nada forzándolas. Uno tiene su ritmo. Enganchan la saga Crepúsculo y me parece horrible, pero es lo que les apetece leer. Pues bien, ellas leen Crepúsculo y yo leía Esther.

Creo que hay que dejar que nuestros hijos lean lo que les apetece, lo que les llama y no tiene por qué gustarnos. Son adolescentes y buscan cosas que nosotros ya hemos superado. No pasa nada. ¡Son libros! No son fusiles de asalto AK47 ni bombas de relojería. Es un libro, lo leerá y lo que le afecte como persona, para bien o para mal, dependerá de lo que tú le hayas enseñado.

El criterio lector se educa. Uno va aprendiendo. Cuando acumulas mucho aprendes a tener criterio y que tus prejuicios realmente no sirven para nada.

Así, sin muchos matices, y dejando aparte el mundo hispano, creo que hay dos grandes «literaturas»: anglosajona y francesa. Viendo los libros que sueles leer y tus opiniones, en alguna ocasión he tenido la impresión de que prefieres con diferencia lo anglosajón y que lo francés te cuesta un poco más, ¿estás de acuerdo?

Leo menos porque conocía menos, pero no me cuesta más. No soy más crítica con los franceses. Leí a Marcel Pagnol y me flipó, El mapa y el territorio también…

Tal vez tengo mucho más criterio para elegir libros anglosajones, los conozco mejor, y directamente no lo leo. Pero sí, me gustan los franceses. Aunque tienen un estilo superespecífico, se les reconoce enseguida.

Los libros y las épocas. Recordamos determinadas épocas por lo que estábamos leyendo en ellas: momentos muy marcados, viajes… ¿algún recuerdo entrañable, bueno o malo, ligado con algún libro especial? Y/o algún libro que te haya salvado.

Recuerdo un viaje que hice en tren a París

También recuerdo otro libro que leí hace dos años, cuando tuve sinusitis en medio de la depresión y creía que me moría. Tenía unos dolores de cabeza por los que me la quería arrancar, aún no sabía que era sinusitis. En aquella época leía el libro de Marcos Ordóñez Un jardín abandonado por los pájaros. En él, el autor recuerda su infancia en Barcelona que, si bien transcurre mucho antes de que yo hubiera nacido y en circunstancias que no son como las mías, tiene un toque nostálgico, una relación con sus abuelos, con sus padres, con su entorno que me recordaba a mi infancia. Tengo ese libro asociado a estar en la cama y, cuando el dolor de cabeza me permitía abrir los ojos, iba leyendo poco a poco. Si pensaba en Marcos Ordoñez no pensaba en mis cosas, en mis dolores.

¿Siempre has leído? ¿Incluso enferma, te concentrabas, te apetecía?

Nunca he dejado de leer. Nunca. En la depresión no dejé de leer. Era lo único que me mantenía a flote y me sacaba de mi habitación. Escribir me costaba más. Dejé de hablar, de comer, de dormir, de coger el teléfono, pero no dejé de leer.

Sobre leer mejor. En algún momento has dicho que si no lees más, sí que lees mejor y los que te seguimos después de varios años lo notamos. ¿A qué llamas leer mejor? Supongo que ahora no «pierdes el tiempo» con una novelilla piscinera.

Leer mejor, más que lo que elijo, es que me doy cuenta de cómo está escrito. El primer libro que me deslumbró, esto lo estoy pensando ahora, fue El último encuentro. Su valor fundamental es cómo cuenta la historia. El que sea él el que cuenta todo y haya un silencio en la parte del amigo. Te deja a ti la parte de imaginar.

Leo mejor porque sé cómo están escritos los libros. Si hay algo especial lo percibo, y esto enriquece el proceso de leer.

Leo mejor que yo misma hace diez años, sí.

¿Crees que esta forma de leer puede hacer perder espontaneidad o cierta capacidad de disfrutar de la lectura?

Soy capaz de leer algo intrascendente que sea divertido. Con lo que no puedo es con la falsa intensidad.

Cuando tenía diecinueve años, que leía lo que me daban, alguien me pasó El cuarteto de Alejandría. Yo era superdisciplinada, así que me lo leí. Me costó la vida. Y era consciente de que no lo estaba leyendo bien. Que había ahí un sustrato que yo no era capaz de captar. Había algo ahí que me estaba perdiendo.

En el verano de 2015 dije: «Lo voy a releer». Y me flipó. Me di cuenta de que ahora sí sabía leerlo y, además, ya tenía vida para entenderlo. Creo que hay libros en los que hay que tener una vida para saber leerlos. Igual que hay que tener trece años para disfrutar de Puck hay que tener cuarenta para disfrutar, por ejemplo, El cuarteto de Alejandría.

Existe algún momento en que te apetezca leer sin más, sin tomar notas, sin subrayar.

Nunca tomo notas, nunca lo hago. Normalmente no subrayo. Jamás cuando estoy leyendo. Solo si hay un párrafo que me gusta doblo la esquina y ya volveré. Y cuando termino y me siento a escribir, voy a las esquinas y releo. Y a veces no acabo de identificar qué me llamó la atención.

En el cuaderno escribo en torrente sobre lo que me ha parecido. No si me ha parecido bueno, malo o regular, sino, más bien, la repercusión que ha tenido en mí, lo que me ha hecho pensar. Y ahí ya voy a cada párrafo y lo copio en el cuaderno.

Si un libro es una basura no apunto más. Ocupan una línea en mi cuaderno, aunque luego son los que más dan de sí para los despellejes. Es más divertido para escribir públicamente. Hay mucha gente haciendo reseñas buenas, pero ¿cuánta gente dice que tal o cual libro es una auténtica basura?

Autores y autoras. Que es un tema un poco rollo, vale, pero quiero preguntarte. Se tiende a decir que los hombres escriben sobre temas universales porque se consideran universales los temas sobre los que ellos escriben. ¿Crees que existen temas propiamente femeninos? ¿Podrían ser universales, es una cuestión de sesgo?

Obviamente el tema de la familia y de los cuidados tiene un componente, o lo ha tenido hasta hace poco, muy femenino. Pero, por ejemplo, Margaret Atwood, o Alice Munro o Zadie Smith son autoras para todo el mundo.

No creo que haya temas masculinos y femeninos, pero hay un sesgo en que los tíos escriben para todo el mundo y las tías solo para tías. Y hay también un prejuicio enorme por parte de los hombres a la hora de elegir libros escritos por mujeres. A mí me ha pasado, me piden que recomiende un libro y, cuando es de una autora, los hombres achinan los ojos y me miran en plan «porque eres tú, pero…». A las mujeres no nos pasa.

¿Siempre encuentras libros sobre los temas que te apetece leer?

Es que no busco libros sobre un tema concreto. Me gusta la Segunda Guerra Mundial, pero hay tantos que no me cuesta encontrarlos. Y sobre otros temas… no, voy leyendo según llegan, o según me llaman.

¿Lees con algún orden?

No. Leo, y de repente un libro o un artículo menciona otro libro que me llama la atención. Lo apunto, pero no apunto ni dónde lo he leído ni qué me ha llamado. Y luego me los van regalando, los encuentro en una feria y, según llegan, van cayendo.

(Llegados a este punto tengo que parar a tomar aire porque para mí leer sin orden y hacer cualquier cosa sin orden es muy difícil de entender. Me confiesa que solo escucha música en random, que ella es random total y que no tiene ningún tipo de planificación. Comparamos nuestras manías, nos reímos y retomamos, criticamos un bodrio que hemos leído ambas hace poco y retomamos).

Hay un cierto tipo de obra de no ficción que no encuentro nunca en tu lista. No exactamente de autoayuda, pero sí ensayos, si entiendes a qué me refiero.

No me interesa lo más mínimo. Ese tipo de información la obtengo de internet, no la leo en formato libro. Por ejemplo, la educación. Si en un texto de dos mil palabras no me has dicho nada, no me voy a leer cuatrocientas páginas. No me llama la atención.

(Empieza a refrescar, el tiempo primaveral que nos ha sorprendido a todos este final de febrero y nos ha permitido estar en una terraza se marcha con el sol, tenemos compromisos. Me quedaría horas hablando, pero trato de abreviar lo que queda de cuestionario).

Responde rápido, sin pensar, una palabra, un sí o un no. Leer…

¿En ayunas?

El New Yorker, mientras desayuno.

¿En voz alta?

A tu pareja.

¿En la cama?

Claramente sí. Siempre antes de dormir, aunque esté borracha.

¿Por obligación?

Guiones.

¿Comiendo?

Claramente sí. Es más, estoy muy a favor de comer solo y leyendo.

¿Electrónico?

Rotundamente no. No lo necesito. No me llama la atención. Mi libro, mi peso y los acarreo.

¿Manuscritos o inédito?

Es un compromiso. Es más trabajo que otra cosa. No es placer para nada. Es complicado.

¿Para reseñar?

No leo para reseñar. Leo y luego reseño. Cuando me mandan un libro siempre advierto que escribiré lo que yo opino.

¿Al aire libre?

Sí.

¿Con música?

No. No me molesta, pero no suelo. Si estoy leyendo, estoy leyendo y no oigo la música ni nada.

¿Audiolibros?

Lo tengo ahí para empezar, porque tengo un amigo muy fan que me lo ha recomendado… paso tiempo en el coche. Tendría que engancharme mucho porque voy en el coche muy concentrada en mis cosas. No descarto. Es probable que lo pruebe antes que el Kindle.

Vamos a lo realmente importante...

Plan perfecto con y sin niñas.

Con mis hijas: en casa maratones de series o de pelis. Descubrirles a ellas pelis y series. Protestan pero luego se dejan. Sin niñas: un sitio tranquilo para leer y estar tranquila y escribir. Si puedo elegir mejor en Los Molinos, allí en el campo.

Uñas pintadas.

No. Pies en verano.

Azúcar o sacarina.

Azúcar siempre.

Zapatos.

¿Zapatos? (Se ríe). Sandalias en verano y cómodos en invierno. Es raro que lleve tacones.

Excel o Word.

Word, claramente (se parte de risa, ¿veis como se ríe un montón? Aunque luego publique cosas de hostilizarse, es mentira). Odio el Excel.

Bikini o bañador.

Bikini, pero confieso que no me puse mi primer bikini hasta los veinticinco años. Pensaba que eso no era para mí.

Si un día desapareces y no estás en Los Molinos, ¿dónde hay que buscarte? ¿O no hay que buscarte?

(Piensa. Piensa un buen rato. Y luego se ríe). Pues es que si no estoy en Los Molinos… no lo sé. Ojalá estuviera en Nueva York. Me fliparía hacer un viaje por Europa en coche.

Nueva York o Berlín.

Nueva York. Creo. Es complicada esta.

Si te vas a un retiro espiritual y solo puedes llevar libros de una editorial, ¿cuál eliges?

Penguin Random House, que lo tiene todo. ¡Uf! A lo mejor Anagrama.

Cómo y dónde guardas los libros.

Por todas partes. Los no leídos son tantos que en mi cuarto de Los Molinos tengo hasta veinticinco por leer. Los tengo donde los veo y me hacen compañía y sé dónde están. Mi hermano es un manitas, y le pedí una estantería y me dijo: «Mételos en cajas». ¿Qué dices? Si me vas a obligar a hacer eso los regalo, pero en cajas no. Hay que verlos, tenerlos a la vista.

¿Compras o lees absolutamente a ciegas?

No compro a ciegas, normalmente compro algo que alguien me ha recomendado o que he visto citado en un libro o en un artículo o porque conozco al autor de otros libros. Lo que no hago jamás es leer las contraportadas.

La vida es demasiado corta para...

Para no hacer lo que quieres. Eso no quiere decir que tires tu vida… pero sí para ver a gente que no quieres, para ese tipo de cosas. Compromisos que no te apetecen…

(Apago la grabadora, espero que todo se haya registrado correctamente, porque sería incapaz de transcribirlo todo de no ser por esto. Se nos acaba el tiempo. Saco la cámara — llevo todos los gadgets de hacer entrevistas como si no hubiera hecho otra cosa en mi vida, hasta atrezzo me he llevado — . Hago fotos. Nos levantamos).

No sé si he estado brillante (se ríe).

Fotografía destacada de Isi Hernández.

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Violeta Tomás
El Buscalibros

Leer, cocinar, criar, escribir, ordenar, el derecho administrativo y el café.